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El vértigo iraní

Fuentes: Mundo Obrero

La decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear 5+1 firmado con Irán en 2015 abre un nuevo período en el torturado Oriente Medio, presidido hoy por el temor y el vértigo ante la hipótesis de una nueva guerra. La máquina de mentiras de Washington intoxica al mundo: engaña sobre los supuestos […]

La decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear 5+1 firmado con Irán en 2015 abre un nuevo período en el torturado Oriente Medio, presidido hoy por el temor y el vértigo ante la hipótesis de una nueva guerra. La máquina de mentiras de Washington intoxica al mundo: engaña sobre los supuestos riesgos del acuerdo nuclear 5+1 con Irán, miente sobre los falsos incumplimientos iraníes, desmentidos por la OIEA, Organización Internacional de Energía Atómica; finge sobre los supuestos «regalos» de decenas de millones de dólares entregados por Obama a Irán: en realidad, recursos iraníes retenidos en entidades financieras occidentales en aplicación de las sanciones norteamericanas; y lo hace mientras la embajadora norteamericana en la ONU, Nikki Halley, inventa y miente sin rubor ante el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El gobierno estadounidense sabe que sus acusaciones son burdas mentiras, pero con la imposición de nuevos castigos y la amenaza implícita de la guerra pretende conseguir más concesiones de Irán. El incompetente y grotesco Trump, arropado por los halcones de la guerra que ha incorporado a su gabinete, intenta ahora limitar el programa de misiles de Teherán (que no está incluido en el acuerdo 5+1), quiere imponer más sanciones económicas a Irán; exige condenarlo por su supuesto apoyo al terrorismo, sin esgrimir pruebas; y busca la definitiva renuncia iraní al programa nuclear (el actual acuerdo abarca el período hasta 2030). Washington procura, además, que Irán abandone su ayuda a los chiítas libaneses y al gobierno de Damasco, para conseguir derribar a Bashar el-Asad e impulsar la partición de Siria, operación que si culminase con éxito cambiaría por completo el mapa estratégico en Oriente Medio, y aislaría a Teherán. En el fondo del escenario, Arabia: enemiga de Irán (a quien quintuplica en gasto militar), complaciente con Israel, y aliada estratégica de Estados Unidos, que busca romper la influencia iraní en Oriente Medio. Y, sobre todo, Washington quiere asegurar el predominio militar permanente de Israel en Oriente Medio: Tel-Aviv exige bloquear el programa iraní de misiles, para lo cual Netanyahu amaga incluso con la guerra, al tiempo que Trump acepta que la política de Washington en la región sea dictada por los objetivos estratégicos de Tel-Aviv.

Una cuestión que no es menor: Irán ha cumplido puntillosamente el acuerdo 5+1, y así lo reconocen la OIEA, las potencias firmantes (Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania, a excepción de Estados Unidos) y los inspectores que realizan la verificación suscrita en el convenio, que fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU y tiene rango de ley internacional que no puede ser modificada unilateralmente. Rusia y China defienden con firmeza el acuerdo 5+1 y han criticado severamente a Washington por abandonarlo; también Alemania, Francia y Gran Bretaña han mostrado su rechazo a la decisión de Trump y pretenden mantener el acuerdo… aunque apuntan la posibilidad de incorporar de alguna forma limitaciones al programa de misiles iraní, y forzar a Teherán a reducir su ayuda al Líbano y Siria: son las eternas hipotecas europeas ante Washington.

El régimen iraní examina la nueva situación y considera la posibilidad de mantenerse en el acuerdo, pese a la salida de Estados Unidos, si el resto de las potencias firmantes se mantiene firme en su defensa. Al mismo tiempo, el régimen teocrático se mueve entre el pragmatismo del presidente Hasan Rohaní, y el sector más extremista de la teocracia que incluso especula con la idea de un régimen militarizado para hacer frente a la amenaza norteamericana e israelí y a las protestas internas. El gobierno iraní sigue reprimiendo con extrema dureza a los movimientos populares de protesta, a los comunistas y al resto de la izquierda, debilitados por décadas de represión; pisotea los derechos más elementales, y debe atender a las crecientes protestas de los trabajadores sin que las esperanzas puestas en la recuperación económica, tras el fin de las sanciones en 2015, se hayan cumplido. Las manifestaciones del reciente 1º de Mayo fueron prohibidas por el gobierno, y el Tudeh (el partido comunista iraní) y la izquierda siguen padeciendo una sanguinaria persecución. Pero, al mismo tiempo, Irán sufre la arremetida del imperialismo norteamericano: si ayer, la izquierda no defendía a Sadam Hussein, pero estuvo en primera línea contra la agresión norteamericana; hoy, tampoco puede defender al régimen iraní, pero debe hacer frente al imperialismo, a la agresividad norteamericana, que apesta a guerra.

Estados Unidos anuncia, por boca de John Bolton, su intención de «cambiar el régimen» iraní, amenaza que sigue la siniestra estela de agresiones militares en Afganistán, Iraq, Siria y Libia, y nuevos riesgos se anuncian en el horizonte: la posibilidad de que Trump, Pompeo, Bolton y el Pentágono, inicien un ataque militar a Irán; o bien, que Israel encienda la mecha de otra guerra en la región atacando a Irán para evitar su fortalecimiento militar: en esa hipótesis, Netanyahu cuenta con tener a Estados Unidos a su lado, y con la ayuda y benevolencia de Arabia.

La potencia militar dominante en Oriente Medio sigue siendo Israel, que posee armamento atómico, y la región cuenta con otros dos países con armas nucleares: Pakistán y la India. Ninguno de ellos suscribió el Tratado de No Proliferación Nuclear, y esa circunstancia es otra preocupación añadida. Oriente Medio está atrapado entre las aventuras imperiales de Washington y la agresiva política de Netanyahu, que especula con volver a atacar el Líbano, (para derrotar a Hezbollá) y con proseguir la agresión a Siria, señalados ambos países a fuego como aliados de Teherán, y quiere conseguir que el mundo olvide el sufrimiento palestino.

Netanyahu, fortalecido por la deriva de los halcones de Trump, y por el traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén, aplica una implacable política que no teme la censura internacional, y sabe que la matanza del 14 de mayo en los territorios palestinos es un inquietante aviso para el mundo de su determinación: Israel puede atacar también a Irán, y encender el apocalipsis, mientras Estados Unidos parece seguir con Teherán el guion de las mentiras que prepararon la invasión de Iraq en 2003 que sembró la muerte y destruyó el país, y Trump se pavonea peligrosamente observando el vértigo iraní.

Fuente: Mundo Obrero, junio de 2018.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.