Se celebraron este sábado, bajo paraguas de la OTAN. Con decenas de miles de soldados extranjeros vigilando cuatro pedazos del país. El resto, abandonado a caudillos y narcos. Importante un informe de Amnistía Internacional. Después de meses de inspección in situ. Critica que presenten las elecciones como signo de recuperación del país. Es lo contrario. […]
Se celebraron este sábado, bajo paraguas de la OTAN. Con decenas de miles de soldados extranjeros vigilando cuatro pedazos del país. El resto, abandonado a caudillos y narcos.
Importante un informe de Amnistía Internacional. Después de meses de inspección in situ. Critica que presenten las elecciones como signo de recuperación del país. Es lo contrario.
Las elecciones se dan en medio del caos y el miedo. Asesinatos, anarquía, inseguridad… Particularmente entre las mujeres. La mitad de la población del país. Que no podrá votar.
La situación de los afganos ha empeorado, dice. A las mujeres las tratan peor que a perros. No salen de sus casas por temor al secuestro. Las agresiones callejeras. Los malos tratos.
«De la cintura para abajo la mujer es propiedad del hombre», afirmó un juez, sin vacilar. Y buena parte de los campesinos es obligada a cultivar opio. Para los señores de la guerra.
El gobierno no gobierna. El «presidente» Karsai es custodiado por mercenarios extranjeros. Tiene tanto miedo de su propia gente que debe confiarse a mercenarios. Ilustrativo, su caso.
Los observadores oficiales celebrarán el día. Se harán fotos con algunos votantes. Harán sus valijas y se irán. Ufanos ellos de su tour político. Los afganos quedarán. Igual o peor.