El próximo domingo se abrirán las urnas en 6163 juntas receptoras de votos, para elegir al presidente número 47 en la historia republicana de Costa Rica. Así ha ocurrido históricamente desde hace cinco décadas cada cuatro años, el primer domingo de febrero. Sin embargo, estas elecciones ocurren en un momento crítico de la vida política […]
El próximo domingo se abrirán las urnas en 6163 juntas receptoras de votos, para elegir al presidente número 47 en la historia republicana de Costa Rica. Así ha ocurrido históricamente desde hace cinco décadas cada cuatro años, el primer domingo de febrero. Sin embargo, estas elecciones ocurren en un momento crítico de la vida política de Costa Rica.
El telón de fondo de los comicios es la ratificación del tratado de libre comercio entre EUA, Centroamérica y República Dominicana por parte del parlamento y la ejecución de las medidas complementarias para que su ejecución sea posible.
Entre 14 partidos que postulan sus candidatos presidenciales, cuentan para fines electorales el Partido Liberación Nacional (PLN), que presenta al ex presidente y premio Nóbel de la paz, Oscar Arias Sánchez, al Partido Acción Ciudadana (PAC), que propone a Otón Solís Fallas, ex militante del PLN y economista de formación, el Partido Movimiento Libertario (ML) con Otto Guevara Gutt y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) con Ricardo Toledo.
Lo que está en juego
Luego de haber vivido una de las democracias económicas y políticas más estables del continente por casi 50 años, Costa Rica encara en este proceso electoral la disyuntiva de profundizar el modelo neoliberal que se arraigó con el primer gobierno de Oscar Arias o, rescatar y restaurar el estado social de derecho y retomar el cauce histórico por el que comenzó a transitar el país en los 50.
Tras 20 años de ensayos neoliberales que han deteriorado las instituciones públicas, la calidad de los servicios y vulnerado seriamente a los sectores medios, los dos partidos tradicionales PLN y PUSC, han zozobrado en el mar de la corrupción y la ineficiencia administrativa.
El clímax de la crisis de la corrupción en el bipartidismo, tuvo lugar cuando dos figuras históricas del PUSC, los ex presidentes Calderón Fournier y Rodríguez Echeverría fueron encarceladas por favorecer el primero de ellos, un préstamo finlandés a la Caja Costarricense de Seguros y las ventas al Estado de la transnacional ALCATEL el segundo. Por su parte el también ex presidente e hijo del caudillo José Figueres, José María recibió una fuerte suma por asesorar a ALCATEL en sus relaciones con el Estado costarricense.
Como resultado de esta crisis aumentó la desconfianza pública en los políticos, que se expresa en el creciente abstencionismo y el fortalecimiento de la tercera fuerza surgida en las elecciones pasadas: el Partido Acción Ciudadana, encabezado por Otón Solís, quien renunció a su cargo de ministro de planificación en la administración de Oscar Arias (1986-1990) cuando éste suscribió el II Plan de Ajuste Estructural impuesto por el FMI.
El PAC dio una sorpresa en las elecciones del 2002, pues en un lapso de 14 meses desde su nacimiento hasta las elecciones logró alcanzar el 27% de la votación y eligió 14 diputados para la Asamblea Legislativa, compuestas de 57 parlamentarios. El eje discursivo de Solís fue la guerra a la corrupción y la participación ciudadana. Pese a una escisión de su fracción parlamentaria y a la falta de cohesión ideológica y organizativa, el PAC vuelve a la palestra para enfrentar a Oscar Arias que defiende el TLC, la apertura de las telecomunicaciones así como de otras instituciones y servicios que actualmente presta el Estado costarricense.
Otón Solís, por su parte, reivindica bajo la consigna del «gobierno de las madres» una apuesta contundente a las políticas sociales, la renegociación del TLC de manera bilateral y bajo el principio de respeto, la reactivación de la producción agrícola e industrial para el mercado interno, entre otras propuestas de inspiración social demócrata.
La oligarquía al poder
Oscar Arias Sánchez es un exponente paradigmático de la oligarquía cafetalera costarricense. Millonario de cuna, estudió en Europa y entró al PLN a disputarle el liderzazo a los fundadores socialdemócratas. Su postulación para las elecciones del 86 la hizo enfrentado al máximo caudillo José Figueres y a destacadas figuras como Daniel Oduber y Luis Alberto Monge.
Durante su gobierno, además de la suscripción de los PAE, cedió una frecuencia del espectro radioeléctrico para la operación de la telefonía inalámbrica a la transnacional Millicón, liquidó los estancos del Consejo Nacional de la Producción que por años había permito la compra de la canasta básica popular a precios bajos y tomó una larga lista de medidas de corte neoliberal.
Para sustentar su nueva postulación, Oscar Arias promovió una interpretación de la Sala IV Constitucional compuesta por 5 magistrados y no mediante una reforma de la Asamblea Legislativa como lo exige la misma Constitución.
Tras lograr la una resolución favorable para reelegirse, impuso su candidatura dentro del PLN, provocando la renuncia de la mayor parte de las figuras históricas que aún viven y de todos los socialdemócratas que alimentaban ideológicamente al partido.
De manera que Oscar Arias llega a estas elecciones sin partido, pero con mucho dinero, dueño de muchas empresas cuyas actividades se beneficiarán con la firma del TLC, propietario de 11 frecuencias de radio, accionista importante del diario La Nación. Su familia es además dueña del principal ingenio azucarero del país y co propietaria del segundo más grande, con lo que se garantiza ser el primer proveedor de alcohol anhidro para la producción de gasol.
La injerencia de Oscar Arias en los medios de comunicación así como el apoyo del sector empresarial más poderoso del país, explica el manoseo que ha habido sobre las encuestas contratadas por los mismos medios que apoyan la candidatura de Arias. Todas las encuestas con algunas variantes, le conceden a Arias Sánchez más del 40% de la intención de voto, lo que, según la Constitución, le daría el gane electoral.
Sin embargo, en la calle no se ve ese porcentaje y tanto estudios estadísticos de las universidades públicas como sondeos independientes, aseguran que Arias no alcanza el 40% y que Otón Solís está mucho más cerca de él de lo que muestran las encuestas privadas. En ese sentido, parece muy claro que si alguno de los dos gana será por un margen muy estrecho o que habrá segunda ronda.
Todos contra Arias
Como si se tratara de una consigna, Arias Sánchez ha logrado levantar en su contra una «detente» integrada por ex co partidarios, los movimientos sociales y la iglesia católica. El Ex presidente Luis Alberto Monge, uno de los últimos líderes históricos del PLN, advirtió que la elección de Oscar Arias sería concretar un golpe técnico de Estado, mismo que traería inestabilidad al sistema democrático costarricense.
Monge coincidió con el arzobispo de San José, Monseñor Hugo Barrantes, en cuanto a que Costa Rica «ha sido secuestrada por grupos económicos poderosos» que apoyan a Arias y aseguró que la corrupción comenzó en el gobierno de Arias cuando recibió dinero del narcotráfico por medio del ex presidente panameño Manuel Antonio Noriega durante su campaña y mientras gobernaba.
El ex presidente ha declarado públicamente que «un gobierno de Arias sería de facto y que eso rompería el orden constitucional y quien siembra vientos, cosecha tempestades». Monge denunció que «hay un profundo malestar social fruto de la pobreza creciente, el deterioro de las clases medias y el estrujamiento de los sectores populares. De manera que las medidas neoliberales que ejecutaría Arias serían con la gente protestando en la calle».
A eso se suma «que Costa Rica tiene un pueblo sin voz, cada día se reduce más la posibilidad de que el pueblo de Costa Rica se exprese en los medios de comunicación, cada día se cierra más el control de los grupos económicos que juntan el poder político y el económico» , aseguró el ex mandatario.
Monge Alvarez propuso que «si no se consuma el golpe de Estado, en una segunda ronda el candidato que pase tendrá que llamar a la conformación de un gran bloque basado en coincidencias».
Por su parte, el Arzobispo de San José, Monseñor Hugo Barrantes lanzó una fuerte crítica al neoliberalismo y llamó a meditar el voto. «Hay que defender al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE)» -institución que tienen el monopolio estatal sobre las telecomunicaciones, Internet, la generación y distribución eléctrica- y exhortó para que el país «regrese a la Costa Rica solidaria».
«Tenemos que volver a la democracia social de los 40. El país cayó en la trampa del neoliberalismo, pensamos que produciendo mucho y exportando mucho se generaría justicia social y eso no es cierto. El Estado tiene que intervenir en muchos aspectos para que haya una verdadera distribución de la riqueza, hay que defender la democracia social y en esta coyuntura los partidos tienen una tremenda responsabilidad».
A las declaraciones del Arzobispo, se sumó la de Monseñor Ignacio Trejos, obispo de Pérez Zeledón, al sur del país, «nuestra democracia está en gravísimo, en extremo peligro. Cuando eso sucede la Patria agoniza. La corrupción cunde en las formas más inimaginables (.) cuando se ha tenido la osadía de violar la Constitución para agradar a un determinado personaje plagado de ambiciones, no se trata de un simple juego de niños».
Ambos prelados, han planteado sin decirlo abiertamente su oposición a Arias, sumando sus voces a las de la mayor parte de los movimiento sociales del país.
Para moverlos del poder, hay que movernos a votar
La Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados, ANEP, uno de los principales agrupamientos gremiales del país llamó a votar contra el TLC y a favor de los candidatos que se oponen al tratado, aseverando que, «aunque estemos en contra del TLC, si no salimos a votar estaremos dando tácitamente el apoyo a este nefasto tratado y dando ventaja a los candidatos que le apoyan, pues con un número menor de votos pueden ser elegidos, para consumar el asalto final a la institucionalidad social del país. Para moverlos del poder, hay que movernos a votar». «Todas las ciudadanas y a todos los ciudadanos deben salir a votar por aquellos candidatos y candidatas que se oponen a ese TLC y que, a la vez, consistentemente, estén presentando un programa de Gobierno acorde a los valores solidarios que nos fueron heredados de la concepción de Estado Social de Derecho. El voto inteligente adquiere un gran valor y el votar una gran responsabilidad».
Así las cosa, al ser las 18:00 del domingo, hora del cierre oficial de la mesas receptoras de votos, sabremos con certeza cuanto pudo el sentido común de los costarricenses y cuanto la multimillonaria campaña propagandística desplegada por Oscar Arias, una de las más caras en la historia del país.