El próximo día 17, Irán celebra las elecciones presidenciales en un contexto marcado por diferentes acontecimientos. Los aspectos principales de la vida política iraní giran en torno a las relaciones exteriores de la república islámica y a los acontecimientos que se generan de puertas adentro. En el primer bloque nos encontramos con las tensiones que […]
El próximo día 17, Irán celebra las elecciones presidenciales en un contexto marcado por diferentes acontecimientos. Los aspectos principales de la vida política iraní giran en torno a las relaciones exteriores de la república islámica y a los acontecimientos que se generan de puertas adentro. En el primer bloque nos encontramos con las tensiones que a algunos estados parece generarles el programa nuclear iraní, con las relaciones de Irán con los países vecinos, sobre todo el papel que puede desempeñar Teherán en Irak, y, finalmente, con la actitud agresiva de EEUU hacia el país persa, buscando Washington un «cambio de régimen» a toda costa.
Probablemente, todos estos temas tengan también su incidencia en el otro bloque mencionado. De esta forma, la disputa electoral entre los llamados candidatos «conservadores y reformistas» estará a su vez marcada por el posicionamiento que cada uno de ellos mantenga ante esos temas. Pero también coexisten otros debates. Algunos llevan meses lanzando una campaña por un referéndum constitucional, alegando que sólo los cambios estructurales permitirán llevar adelante las reformas, lo que, unido a los cambios que se están produciendo en la sociedad iraní, ha permitido a algunas fuentes especular con supuestos cambios y transformaciones, algo que a tenor de la realidad no parece poder producirse, de momento. CAMBIOS Paralelamente, el despegue tecnológico también ha llegado a amplias capas de la población, con innumerables usuarios de internet, y con más de tres millones de hogares con acceso a televisión por satélite (con más de 700 estaciones, entre ellas BBC, CNN…). Todo ello hace que los debates ideológicos se mantengan en la sociedad iraní, y en ocasiones emergen nuevas ideas que buscan hacerse un sitio entre las familias ideológicas ya existentes, como «los marxistas, islamistas, nacionalistas o monárquicos». A esas transformaciones sociales se les añade otra realidad, la convivencia de las llamadas «tres generaciones», con orientaciones distintas en su seno. La «generación de la revolución» tuvo su mayor protagonismo en los años que acabaron con la dictadura del Shah y mantiene un alto contenido revolucionario en sus discursos, es la población de cincuenta y sesenta años. La llamada «generación de la guerra» entre treinta y cuarenta años ahora era muy joven en el período revolucionario y adquirió su protagonismo durante la guerra contra Irak, acontecimiento que marcó a buena parte de la sociedad iraní. Finalmente, está la mayor parte de la población, la juventud, que busca algunos cambios. Durante estos veintiséis años, Irán ha vivido acontecimientos que han diseñado buena parte de su vida política. Si la Revolución Islámica en 1979 significó un cambio profundo en el camino del país, le siguió la guerra con Irak entre 1980 y 1988, y la muerte del Ayatollah Khomeini en 1989 significó el tercer acontecimiento que marcó los primeros pasos del nuevo Estado. Bajo la presidencia del actual candidato presidencial, Hashemi Rafsanjani (1989-97), se consolidaron las instituciones del Estado. Finalmente, bajo la presidencia de Khatami, se intentó poner en marcha una política de reformas a partir de 1997, que probablemente verá acabado su ciclo tras las nuevas elecciones. Candidatos El candidato mejor colocado parece ser Ali-Akbar Hashemi Rafsanjani (70 años), que estudió en Qom y mantuvo una estrecha relación con Khomeini. Durante 1989-97, ocupó la presidencia del país y ahora es miembro del Expediency Council. Este consejo es un organismo asesor para el líder, Ayatollah Ali Khamenei, con un último poder de decisión en disputas sobre legislación entre el Parlamento y el Consejo de Guardianes. El Líder Supremo designa a sus miembros, que son figuras relevantes del mundo religioso, social y político. Bajo la presidencia de Rafsanjani, se ha convertido en una organización estratégica y políticamente influyente. A pesar de que el actual líder del país se opone a la candidatura de Rafsanjani, algunas fuentes señalan que podría existir un pacto entre ambos. De momento no ha enseñado sus cartas, pero parece dispuesto a restablecer las relaciones con EEUU y a apoyar el plan saudí de paz para Palestina, al tiempo que podría replantear la existencia del sistema vilayat-i faqih. El apoyo de los empresarios, el anuncio de apoyo de otros candidatos y la poca repercusión pública de los otros rivales pueden jugar a su favor, a pesar de que hay quien señala los reveses electorales de Rafsanjani en el pasado (comicios al Consejo Legislativo del 2001). Ali Larijani, ex director de radio y televisión, se anuncia como el favorito de Khameini. Procedente de una familia activa en asuntos religiosos y políticos, se presenta como el candidato del Consejo de Coordinación de las Fuerzas de la Revolución Islámica. Recela de las aperturas hacia Washington y se manifiesta como claro defensor del programa de energía nuclear de su país. Otro de los candidatos es el popular alcalde de Teherán, Ahmadi Nejad, miembro de la Sociedad de Devotos de la Revolución Islámica. Mohammad Baqer Qalibaf, jefe de la Policía nacional, también se presenta y apuesta por tres áreas economía, relaciones exteriores y el «capital social» como ejes de su campaña electoral. Finalmente, dentro del llamado «campo conservador», se sitúa Mohsen Rezai, que lideró los Cuerpos de Guardias de la Revolución Islámica (1981-97), y que en la actualidad es el secretario del Expediency Council. Se define como «candidato conservador independiente», rechaza el papel de EEUU en el mundo y su política tras el 11-S y critica la política exterior del actual presidente. Mehdi Karubi, presidente del actual Parlamento, de mayoría reformista, iba a ser el que encarnara las aspiraciones de los que desean cambios en el régimen, ya que fue el único candidato más o menos reformista admitido en primera instancia por el Consejo de los Guardianes de la Revolución. Los dos últimos candidatos, que el Consejo de los Guardianes de la Revolución ha autorizado a participar, tras el llamamiento del propio líder iraní, Ayatollah Ali Khamenei, son Mustafa Moin (54 años), y Moceen Mehralizadeh (49). El primero es doctor en Medicina y parlamentario en diferentes ocasiones. En dos periodos ha sido ministro de Educación y Cultura (1989-93 y 1997-2003). Cuenta con el apoyo del Islamic Iran Participation Front y de los Mujahideen de la Islamic Revolution Organitation, al tiempo que se le señala como aliado de Khatami. Se muestra partidario de iniciar un diálogo con todos los países. Por su parte, Moceen Mehralizadeh es el fundador de Construction Jihad, y ha desempeñado diferentes cargos institucionales desde 1979. En un primer momento estaba dispuesto a retirar su candidatura en caso de que el llamado «campo reformista» presentase un único candidato, pero al no ser así, ha optado finalmente por concurrir en solitario. Retos De momento parece evidente que los elementos más conservadores cerrarán el círculo de su control sobre la política e instituciones del país, al tiempo que personas como Moussavi esperarán que el llamado bloque conservador manifieste fisuras y grietas en estos años. Las relaciones con EEUU, el programa nuclear (junto a las presiones y posibles sanciones de actores extranjeros), el papel iraní en Irak (la reciente visita del ministro de Exteriores, Kamal Kharrazi, a Bagdad, primer ministro de un país árabe o musulmán que lo hace, es una muestra de la importancia de Teherán en el Irak post-Saddam), estarán en la agenda de Irán en los próximos meses. Y algunos sectores también continuarán impulsando un cambio constitucional a través de un referéndum, aunque las dificultades y el apoyo de estas medidas, fuera de los ámbitos intelectuales y neoliberales, está todavía por ver. Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)