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En defensa de la humanidad: retos y perspectivas

Fuentes: La Jornada

Hacer conciencia de que la humanidad enfrenta una guerra que afecta la sobrevivencia misma de la especie es una de las principales tareas de la intelectualidad progresista en la batalla de las ideas. A esta conclusión se arribó en las mesas de trabajo del Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad […]

Hacer conciencia de que la humanidad enfrenta una guerra que afecta la sobrevivencia misma de la especie es una de las principales tareas de la intelectualidad progresista en la batalla de las ideas. A esta conclusión se arribó en las mesas de trabajo del Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad que se desarrolló recientemente en Venezuela.

«En defensa de nuestro planeta para todos» se diagnosticó que «el actual modelo de civilización, marcado por el consumismo y la cultura del derroche, expresiones de la ideología neoliberal, agrava el deterioro de nuestras tierras, aguas, cielos, fauna, flora y el mismo aire que respiramos, por lo que se debe cuestionar el sistema de organización social excluyente, inviable y depredador, y orientarse hacia la profunda transformación de las estructuras sociales, apoyándose en una praxis crítica que promueva esa transformación.»

«En defensa de la integración de los pueblos» concluyó que «la campaña contra el ALCA, los TLC, las ofensivas militares y la anexión de territorios está en las calles y son hoy en día un importante símbolo de nuestra unión. La lucha contra la anexión es también la lucha contra la deuda externa.» Por ello «las vías de la integración de los pueblos dependen de la iniciativa de sus luchas, jugando su papel protagónico y de la iniciativa de los gobiernos comprometidos con la defensa de la soberanía nacional. El obstáculo son los gobiernos atrapados por la lógica del capital. Romper este obstáculo y construir el poder popular son tareas urgentes de los pueblos en defensa de la humanidad».

«En defensa de una economía emancipadora y solidaria» explicitó los terribles efectos sociales de la aplicación de las recetas neoliberales en las economías del mundo, en especial en los países subordinados en la periferia imperialista, por lo que debe desarrollarse una nueva economía, cuyo rasgo fundamental sea «la preminencia del trabajo y, por lo tanto, de los trabajadores, en todas sus expresiones, como elemento fundamental de la creación de valor y de la riqueza de las sociedades».

«En defensa de la soberanía y la legalidad internacional» destacó que «sólo cuando la defensa de la soberanía nacional se combina con el reconocimiento de la soberanía popular las naciones se pueden proteger del peligro de la intervención y presión extranjera. Venezuela y Cuba han demostrado que únicamente aquellos gobiernos que gozan del apoyo democrático del pueblo son los que pueden resistirse a los ataques a su independencia y soberanía.»

«En defensa de la unidad en la diversidad y de la cultura para todos» asentó que la universalidad verdadera debe fundarse en el diálogo intercultural y libre que la construye como verdadera expresión plural de la humanidad, oponiéndose a supuestos principios universales que sólo encubren visiones particulares del mundo que pretenden convertirse en hegemónicas. Se propuso la creación de un Instituto Bolivariano Universal de la Cultura, el apoyo al proceso de revitalización y patrimonialización de los idiomas indígenas y minoritarios y la promoción de políticas culturales que obedezcan a lógicas distintas a la mercantilización.

«En defensa del conocimiento para todos» propuso crear una red internacional de redes de información, solidaridad, coordinación y movilización que vincule a los intelectuales y artistas con los foros sociales y las luchas populares y garantice la continuidad de estos esfuerzos y su articulación en un movimiento internacional en defensa de la humanidad.

«En defensa de la participación popular» denunció la manera en que el imperialismo ha tomado la democracia como figura central de su propaganda, por lo cual es necesario rescatar «el concepto de democracia para los pobres y movimientos populares e insistir en que para ser verdadera tiene que ser participativa y debe abarcar todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.»

«En defensa de la veracidad y la pluralidad informativa» evidenció el despojo del derecho a una información veraz, pluralista y oportuna que están sufriendo los pueblos, junto con su derecho al trabajo, la educación y la cultura. «La concentración y la trasnacionalización de la propiedad de los medios ha secuestrado la verdad y ha convertido la información en una mercancía en vez de un derecho de la sociedad.» Ante esta realidad, se propuso apoyar la constitución de una televisora del Sur y de «medios televisivos y radiofónicos independientes y al servicio de los intereses de nuestros pueblos, como parte de un proyecto multimedia que abarque también medios impresos de alcance mundial que difundan una visión emancipadora y diversa en la lucha por un mundo multipolar, justo y antagónico a la información globalizadora neoliberal».

«En defensa de la memoria» propuso pasar de una historia de las elites a una de la resistencia y las luchas populares, en la que se resalte el papel de los pueblos en el proceso transformador de la sociedad y se reivindique la voz de los excluidos y de los marginados.

«En defensa de la paz» identificó al militarismo estadunidense con su doctrina de guerra preventiva como amenaza fundamental a la paz mundial y acordó revivir los movimientos de paz a escala global, silenciados por la manipulación mediática que exalta la guerra como medio para imponer la pax americana en el sistema internacional.

Existen compromisos de organizadores y participantes de llevar a la práctica las ideas y propuestas acordadas en la histórica reunión. Que cada quien asuma esos compromisos en congruencia con su conciencia y en la medida de sus limitaciones.