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Respuesta a un artículo de Rafael Rojas

En el 52 aniversario del Moncada, las baterías de «El País» disparan contra Cuba

Fuentes: Rebelión

Después de su embestida contra la Venezuela bolivariana con motivo de la concesión del Premio Rómulo Gallegos a Isaac Rosa, las señoriales columnas de El País disparan ahora sin descanso contra Cuba, con el enésimo artículo en el que su autor expresa su sorpresa por que la Revolución concite aún hoy el apoyo de millones […]

Después de su embestida contra la Venezuela bolivariana con motivo de la concesión del Premio Rómulo Gallegos a Isaac Rosa, las señoriales columnas de El País disparan ahora sin descanso contra Cuba, con el enésimo artículo en el que su autor expresa su sorpresa por que la Revolución concite aún hoy el apoyo de millones de personas en todo el mundo.

En su texto «La persistencia del mito cubano», publicado ayer 25 de julio en este diario, el «escritor y ensayista» Rafael Rojas se apoya en conocidas mentiras y tópicos de la manipulación contra Cuba, principalmente centrados en este caso en la distorsión de sus relaciones con el Chile de Allende.

1. El autor se equivoca al señalar que Salvador Allende asumió el poder en 1971, puesto que lo hizo el 3 de noviembre de 1970. Error no pequeño, puesto que Rojas sitúa en aquel año tres hechos que sostienen su artículo. A partir de ahí, dice: «Así como el triunfo de Allende representó un colosal desafío a la tesis del Che…». Pero fue el propio Presidente Salvador Allende quien afirmó en reiteradas ocasiones que, si en Chile era posible la vía político-institucional hacia el socialismo, en Cuba, frente a la dictadura de Batista y la dominación imperialista, el camino de la guerrilla era el único posible.

Por eso Allende viajó en 1959 a Cuba para apoyar su Revolución y se reunió con Fidel y el Che. Y regresó en 1967 como presidente de la delegación chilena a la reunión de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Y en 1969, cuando era presidente del Senado, ayudó a los tres supervivientes cubanos de la guerrilla del Che en Bolivia a llegar a Cuba.

2. A continuación, Rojas afirma: «Sin embargo, durante 1972 y 1973, el Gobierno cubano, y especialmente Fidel Castro, se dedicaron a incentivar las corrientes más radicales de la izquierda chilena (…). Dos intelectuales de la izquierda democrática chilena, Tomás Moulian y Manuel Antonio Carretón, han reconocido el papel de Cuba en aquel aguijoneo, que contribuyó a una polarización del socialismo chileno, eficazmente aprovechada por la derecha, Pinochet y la CIA». En definitiva, Fidel Castro también habría sido, según Rojas, el responsable del golpe de estado en Chile.

Pocas mentiras pueden estar presentes en menos espacio. Primero, porque el gobierno cubano, y principalmente su comandante, fueron absolutamente respetuosos con la Revolución chilena. En agosto de 1970, en las vísperas de las elecciones presidenciales que ganó la Unidad Popular, Fidel afirmó que la vía pacífica era un camino posible para la revolución en Chile, en declaraciones recogidas por Punto Final. Y la madrugada del 4 al 5 de septiembre, en La Habana, permaneció atento a los cables de Prensa Latina y fue el primer mandatario en felicitar a Allende por la victoria conquistada en las urnas.

Y con motivo de su visita a Chile en noviembre y los primeros días de diciembre de 1971 fue de nuevo absolutamente respetuoso con la «vía chilena al socialismo». En sus numerosos encuentros con campesinos, obreros, estudiantes, pobladores, mujeres y sacerdotes comprometidos con la revolución, Fidel defendió las transformaciones que impulsaba el gobierno de Allende e incluso propició unas reuniones entre los dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y la Unidad Popular para explorar caminos de entendimiento.

Además, en su discurso de despedida, en un Estadio Nacional repleto de 70.000 personas, expresó, en coincidencia con las tesis del Partido Comunista de Chile, que en aquel momento los revolucionarios y los contrarrevolucionarios empezaban a disputarse el apoyo de las clases medias, después de la asonada fascista de la noche anterior en forma de «marcha de las cacerolas vacías».

No podemos dejar de mencionar tampoco la fraternal acogida que Cuba dio a miles de revolucionarios chilenos, socialistas, comunistas, miristas…, perseguidos por la dictadura genocida de Pinochet, avalada y sostenida por quienes hoy condenan y maniobran contra Cuba. Precisamente, el grupo económico al que pertenece El País (PRISA) mantiene una estrecha colaboración empresarial con el principal ariete mediático contra el Gobierno de la Unidad Popular, el diario El Mercurio, con el que publica libros en Chile bajo el sello El Mercurio-Aguilar.

Evocamos la solidaridad de Cuba con el pueblo chileno a través de Patricia Pérez Vargas, hermana de cinco militantes del MIR asesinados por la dictadura, refugiada en la isla junto con sus padres desde 1976 hasta 1991, cuyo testimonio recogemos en nuestro libro Después de la lluvia. Chile, la memoria herida (Cuarto Propio. Santiago de Chile, 2004): «Cuba fue la libertad. Yo era una adolescente, la época en que se forma la personalidad. Todos decían que era una joven cariñosa, afable, todos me querían y me decían ´la chilena´… Fui muy feliz en Cuba. Allí no vi pobreza, ni gente en la calle, ni borrachos, ni drogadictos como los veo hoy en Chile. Es abismal la diferencia».

Por último, Rojas miente al sostener que Moulian y Garretón acusan al Gobierno cubano de haber desestabilizado la revolución chilena con su apoyo a los sectores más radicales de la izquierda. Desde estas modestas líneas, le desafíamos a que cite la obra y la página donde estos sociólogos lo señalan. Más aún, queremos recordar que hace pocos años Tomás Moulian acompañó a Gladys Marín en la tribuna del Primero de Mayo en Cuba junto a Fidel.

3. Después, el autor se adentra en explicar la «fascinación» que «la figura del Che» ejerce hoy en tantas personas. Niega que quienes admiramos y recordamos al comandante Guevara, quienes nos interesamos ardientemente por conocer su vida y su pensamiento, lo hagamos consciente y racionalmente por que es un ejemplo que estimula la lucha por un mundo sin injusticias. Al contrario, señala Rojas que «es un icono domesticado por el capitalismo simbólico».

Que escuche a los niños cubanos, que le rebaten desde sus hermosas escuelas: «Pioneros por el comunismo, seremos como el Che». Adoctrinamiento del Estado, dirá Rojas. Falso. Hoy muchos de los niños cubanos que se educaron con las ideas del socialismo, condensadas en esta consigna, son médicos o maestros que trabajan en los rincones más alejados de Guatemala, Sudáfrica o Venezuela.

4. Otra afirmación de este «escritor y ensayista» merece nuestra atención: «La cultura democrática predominante en América Latina, incluso dentro de las izquierdas organizadas, tiene mayores consonancias con el civismo republicano de Salvador Allende que con la guerrilla guevarista o la autocracia fidelista». El autor no comprende que Salvador Allende, Ernesto Guevara y Fidel Castro forman parte del patrimonio de la izquierda latinoamericana y mundial y que cada uno, en las circunstancias históricas de su vida y a partir de sus propias decisiones, combatió por liberar a sus pueblos de la miseria, el analfabetismo y la injusticia. Por cierto, sólo en Cuba fue posible.

El golpe de estado en Chile fue una demostración dolorosa de que el imperialismo impediría a cualquier precio la instauración del socialismo en algún otro país de América Latina. Nicaragua y El Salvador lo confirmaron después. Sólo donde un pueblo conquistó y defendió su revolución con la conciencia y con las armas ésta venció. A la «vía chilena» le faltó construir una capacidad de defensa armada de su proceso revolucionario, frente a unos militares adoctrinados mayoritariamente por Washington y utilizados por la derecha y la «democracia cristiana» para sostener sus privilegios y su dominación de clase.

Evidentemente a Rafael Rojas estos análisis le importan muy poco, se limita a ensalzar el «civismo republicano» de Salvador Allende (no su consecuencia revolucionaria) y lo contrapone a Fidel y al Che, cuando los tres fueron compañeros de una misma lucha, con la esperanza de que muy pronto el socialismo sea derrotado en Cuba como lo fue en Chile.

Sin embargo, hoy, 26 de Julio, aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, el pueblo cubano rendirá tributo al heroísmo de sus revolucionarios y miles de personas en ciudades de todo el mundo expresaremos nuestra solidaridad combativa con una pequeña isla que conquistó y defiende, no sin dificultades, otro modo de vida, frente a la barbarie del imperialismo y la guerra. Pero Rafael Rojas no lo entiende.