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El Che y América latina

Entre la multitud, en Mar del Plata

Fuentes: Fundación Che Guevara

El legendario argentino-cubano Ernesto Che Guevara visitó Mar del Plata en reiteradas ocasiones. Los testimonios y las fotografías familiares nos permiten rememorar los días aquellos, cuando sus padres, Celia de la Serna Llosa y Ernesto Guevara Lynch iban con sus hijos a vacacionar a la famosa playa. Las imágenes de Ernestito, como le llamaban, fueron […]

El legendario argentino-cubano Ernesto Che Guevara visitó Mar del Plata en reiteradas ocasiones. Los testimonios y las fotografías familiares nos permiten rememorar los días aquellos, cuando sus padres, Celia de la Serna Llosa y Ernesto Guevara Lynch iban con sus hijos a vacacionar a la famosa playa.

Las imágenes de Ernestito, como le llamaban, fueron retenidas por la cámara de su papá en aquel verano de 1937, tenía 9 años y aparece junto a sus hermanos Celia, Roberto y Ana María, todavía no había nacido Juan Martín. Todos disfrutaron las olas y el aire del mar que hizo bien a sus constantes crisis de asma. El centro de veraneo tenía muchos lugares de entretenimientos: cine, teatro de titeres, circo, pista de patinaje, calesita y tiro al blanco y el adolescente los visitó. Ese verano fue inolvidable para todos.

Regresaron una y otra vez, las fotografías tomadas en 1940 y en 1941 muestran a la familia completa y Ernesto ya convertido en adolescente. Estos primeros contactos con el mar le hicieron apreciar su inmensidad, y siempre lo consideró como un amigo.

En 1948 vacacionó de nuevo en Mar del Plata, y jugó ajedrez con el maestro Miguel Najdorf en una exhibición en el Hotel Provincial de la ciudad. Ya era un joven de 20 años que estudiaba en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

Pero volvería otra vez, de tránsito en enero de 1952, cuando junto a su amigo Alberto Granado decidió hacer un viaje en moto por «la Mayúscula América», como le llamó a nuestro continente.

Salieron desde Buenos Aires, el 4 de enero, quería despedirse de su novia Chichina Ferreira, que veraneaba en la playa Miramar, muy cerca de Mar del Plata. Le compró un perrito que nombró Comeback, para significarle REGRESARÉ. Dos días después llegaron a Villa Gesel, en Mar del Plata y escribió en sus notas de viaje:

«La luna llena se recorta sobre el mar y cubre de reflejos plateados las olas. Sentados sobre una duna, miramos el continuo vaivén con distintos ánimos: para mí fue siempre el mar un confidente, un amigo que absorbe todo lo que le cuentan sin revelar jamás el secreto confiado y que da el mejor de los consejos: Un ruido cuyo significado cada uno interpreta como puede; para Alberto es un espectáculo nuevo que le causa una turbación extraña cuyos reflejos se perciben en la mirada atenta con que sigue el desarrollo de cada una de las olas que van a morir a la playa. Frisando los treinta años Alberto descubre el Océano Atlántico y siente en ese momento la trascedencia del descubrimiento que le abre infinitas vías hacia todos los puntos del globo. El viento fresco llena los sentidos del ambiente marino, todo se transforma ante su contacto, hasta el mismo Comeback mira, con su extraño hociquito estirado, la cinta plateada que se desenrosca ante su vista varias veces por minuto. Comeback es un símbolo y un sobreviviente; símbolo de los lazos que exigen mi retorno, sobreviviente a su propia desdicha, a dos caídas en la moto en que voló encerrado en su bolsa, al pisotón de un caballo que lo «descangalló» y a una diarrea pertinaz.»

Ernesto Guevara compartió en Mar del Plata con su novia, le entregó el perrito y anotó en su diario: «Todo fue una miel continua con ese sabor amargo de la próxima despedida que se estiraba día a día hasta llegar a ocho.

«Cada vez me gusta más o la quiero más a mi cara mitad… La despedida fue larga, ya que duró dos y bastante cercana de lo ideal. A Comeback también lo siento mucho.».

Ahora en esta cumbre estará junto a su confidente y en las banderas de la multitud, junto a las olas del mar, contará los secretos para que todos escuchen y los consejos del mar serán tomados en cuenta.

Todo se dirá en la voz de los miles de valerosos y dignos argentinos, representando a nuestros indoblegables pueblos, que con sus banderas e himnos, demostraran al Imperialismo que no estamos dispuestos a ceder ni «UN TANTITO ASÍ». En estos días vale recordar las palabras del Che en Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964 cuando denunció que los imperialistas se preparaban para reprimir a los pueblos americanos y que estaban formando la internacional del crimen. La historia se encargó de demostrar que tenía razón y miles y miles de argentinos y de otros países hermanos pagaron con torturas y con la vida esa despiadada represión del imperialismo norteamericano, conocida como Plan Cóndor, pero que no ha terminado, continua por todo el mundo implantando muerte y terrorismo.

El Che también afirmó: «He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy Argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin piderle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie..».