La detención de importantes dirigentes de la FIFA han demostrado el nivel de corrupción que corroe esta organización y ha cuestionado la elección para las próximas Copas del mundo de Moscú y en 2022 en Doha. Qatar está en el centro de numerosas polémicas, especialmente por el trato a los obreros de las obras para […]
La detención de importantes dirigentes de la FIFA han demostrado el nivel de corrupción que corroe esta organización y ha cuestionado la elección para las próximas Copas del mundo de Moscú y en 2022 en Doha. Qatar está en el centro de numerosas polémicas, especialmente por el trato a los obreros de las obras para el Mundial.
Polémica sobre la obtención de la organización de la Copa por parte de Rusia y de Qatar, fracaso de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) para resolver sus problemas de corrupción, tanto en sus propia casa como en las federaciones regionales: todo esto ha llevado a la detención de 14 personas, cargos de alto nivel de la FIFA, antiguos o actuales, y empresarios del deporte. El escándalo no afecta solo al corazón de la corrupción financiera. Por añadidura, revela un entorno de corrupción política, debido al poder de las fuerzas políticas dentro de la FIFA, de la Federación Asiática de Fútbol (AFC) y del Consejo Olímpico de Asia, fuerzas frecuentemente alineadas con los gobiernos autocráticos de Oriente Próximo.
Además, este escándalo va acompañado de críticas cada vez más numerosas al Código Laboral de Qatar, al que se le reprocha no haber cumplido sus promesas de importantes reformas en este ámbito.
En consecuencia: las multinacionales madrinas de la FIFA se han expresado públicamente. Y después de las embarazosas revelaciones del periodista Andrew Jenningn, que denunció una «organización criminal», se ha desencadenado un debate sobre las responsabilidades éticas de los patrocinadores.
Cuando los jueces entran en acción
Vista la resistencia al cambio de la FIFA y de las múltiples organizaciones regionales como la Federación Asiática, solo tres actores podrían agitar las aguas de la gobernanza del fútbol: los jueces, los aficionados o los patrocinadores. A finales de mayo, los magistrados se han puesto a la cabeza del movimiento en Suiza y en Estados Unidos.
El Ministerio de Justicia estadounidense disponía de una base legal para actuar: la presencia en su suelo de la Confederación de América del Norte, de América Central y del Caribe (Concacaf) instalada en Miami (prácticamente todos los inculpados son de América), la implicación de un conocido ciudadano americano y pagos de dinero ilegales que se habían producido en bancos americanos. Estados Unidos dispone además de infraestructuras legislativas y jurídicas capaces de llevar a cabo una investigación semejante a nivel mundial.
En sentido contrario, los aficionados han permanecido mucho tiempo apáticos, al margen de algunas manifestaciones y declaraciones, sobre todo en Inglaterra y en Escocia. Para ellos, estos hechos ocurren muy lejos, en la estratosfera. Los patrocinadores, al contrario, se han colocado en primera línea estas últimas semanas emitiendo firmes condenas de las condiciones de trabajo en Qatar.
Estas empresas han recibido el apoyo de jugadores internacionales, retirados o en activo, que han pedido en una carta la abolición del sistema de la kafala/1 que deja al trabajador extranjero a expensas de su empleador. Según esta carta, quienes trabajan para la Copa del Mundo son «mantenidos rehenes en el mayor espacio de construcción del mundo».
Las investigaciones revelan malversación
Ante la conjunción de la acción jurídica americano-suiza y el malestar de las grandes empresas, Qatar tiene muchas razones para preocuparse. Los procesos judiciales aumentan el riesgo de que pierda el derecho a acoger la Copa. También amenazan con poner el foco en las sociedades especializadas en derechos deportivos y sobre sus relaciones comerciales íntimas con las federaciones regionales. Relaciones que estas instituciones, en primer lugar, la Federación asiática de fútbol, quieren mantener a cualquier precio.
La investigación americana se ha centrado de entrada, en asuntos americanos y en la Copa del mundo de 2010 en África del Sur. Pero también analiza la elección a la presidencia de la FIFA en 2011, que desencadenó la caída del catarí Mohamed Ben Hammam. Esta elección está vinculada de cerca con la candidatura de Qatar. Junto con el voto de la FIFA a favor de Rusia, es el objetivo del proceso criminal suizo.
Chuck Blazer, ex-miembro del Comité ejecutivo del FIFA que colabora con las autoridades americanas después de haberse declarado culpable, jugó un papel importante en la caída de Ben Hammam, presidente de la Confederación Asiática. Blazer habría estado sentado a su lado en el Comité ejecutivo del 2 de diciembre de 2010 que eligió Qatar. Vio a Ben Hamman marcar en una lista los nombres de los que habían votado por su país. Estos nombres son supuestamente los nombres de quienes el catarí había comprado.
De la misma forma, Darry y Daryan Warner han comenzado a trabajar con las autoridades americanas. Son los hijos de Jack Warner, ex miembro del comité ejecutivo de la FIFA caído en desgracia, asociado a Mohamed Ben Hammam. Jack Warner es uno de los 14 responsables imputados; se entregó a la policía en Trinidad y Tobago.
Warner era el corazón de las campañas de Mohamed Ben Hammam para la designación de Qatar y para la elección de la presidencia de la FIFA. Jack Warner dimitió de la FIFA en 2011 para escapar de una investigación interna. En aquella época, declaró que arrastraría en su caída a toda la FIFA. Había publicado un correo del secretario general, Jérôme Valcke, donde afirmaba que la adjudicación a Qatar de la Copa del Mundo había sido comprada.
Las investigaciones americana y suiza se refieren a la corrupción financiera. No estarían abordando los estrechos vínculos entre la corrupción financiera y la corrupción política igual de grave y que ha facilitado operaciones financieras ilegales. Estos vínculos son esenciales en los asuntos que la FIFA intenta ocultar: Rusia, AFC, el asunto Ben Hamman…
Este blog, The turbulent world of Middle East Soccer, y el periódico Malay mail provocaron la suspensión del secretario general de la AFC, Dato Alex Soosay, a la espera de los resultados de una investigación por acusaciones de ocultación y destrucción de documentos relativos a supuestos pagos ilegales así como a acuerdos comerciales de su federación. La AFC está presidida por Cheikh Salman Bin Ibrahim Al-Khalifa, miembro de la familia real de Barhein que reprimió brutalmente la revuelta popular de 2011 en la que unos 150 atletas o dirigentes deportivos fueron detenidos incluyendo a miembros del equipo nacional, que habrían sido torturados mientras que Cheikh Salman dirigía la Asociación de fútbol de Bahrein.
Por otra parte, el príncipe hizo todo lo posible para enterrar una auditoría independiente que había descubierto malversaciones de fondo masivas en la AFC, despertando serias dudas sobre el acuerdo de 1000 millones de dólares por derechos de explotación firmado con la World Sport Group (WSG), radicada en Singapur. La acción de la justicia promovida por la WSG para obligar al autor de ese grupo a revelar sus fuentes fracasó en 2014, al desestimarla la Corte suprema singapurense.
Los procesos suizo y americano han puesto el punto de mira sobre la candidatura catarí a la Copa del Mundo. Las revelaciones del Sunday Times los últimos días dejan pocas dudas sobre la corrupción que la ha rodeado. Pero para ser justos, Rusia y Qatar han jugado según las reglas no escritas de la FIFA. Si el Reino Unido perdió la Copa de 2018, es simplemente por haber querido portarse de forma honrada, ética y legal.
Cambio de actitud de Qatar y los patrocinadores
Por último, querer privar a Qatar de acoger la Copa sin abordar Rusia y más importante aún, sin reformar la FIFA y la gobernanza mundial del fútbol, sin erradicar una cultura de corrupción financiera y política, sería convertir al emirato del Golfo en un chivo expiatorio. La verdadera pregunta es la siguiente: ¿Quién será el verdadero beneficiario de los procesos judiciales’ ¿Acabar con una cultura profundamente arraigada, permitir que esos mega acontecimientos deportivos sirvan para el cambio o sancionar y castigar?
Incluso si Qatar se moviliza para evitar los efectos de las investigaciones, sin duda va a sufrir presión para mejorar rápidamente las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores, incluyendo a empleados de las obras vinculadas a la Copa del Mundo. Los trabajadores emigrantes son la mayoría de la población del Emirato.
Para ser honesto, hay que reconocer que desde la obtención de la Copa del Mundo, Qatar es el único estado del Golfo en responder a sus acusadores y en abrir sus puertas a los organismos internacionales, como Amnistía Internacional. Las últimas semanas, el Emirato ha sido acusado de no cumplir sus promesas y de haber reaccionado violentamente a las críticas así como contra los medios extranjeros que recordaban los derechos laborales o la Copa del Mundo. Sin embargo, se ha comprometido con el diálogo, una reacción poco habitual en una zona en la que cualquiera que no sigue la línea de la autocracia local se ve arrestado o se le prohíbe la entrada. Este compromiso de Qatar representa un primer paso y este cambio de actitud es una consecuencia de la Copa del Mundo de 2022.
Otra consecuencia: los patrocinadores están reflexionando sobre el sentido de su apoyo financiero. ¿Qué van a hacer las marcas como «Adidas, Gazprom, Hyundai, Kia, McDonald’s, Budweiser, Coca-Cola y Visa frente a la denuncia de las condiciones de trabajo en las obras de construcción de la Copa del Mundo de 2022 en Qatar? Es un test para la brújula ética de las multinacionales incluso si muchas de ellas han publicado comunicados el último año, especialmente, Sony o Adidas. La asociación de esta última con la FIFA dura hasta 2030. Como consumidores y ciudadanos del mundo podemos tener influencia, podemos hacer comprender a las marcas qué esperamos de ellas: por lo menos, que se sientan afectadas. Y que den ejemplo», escribe David Todaro en la revista Branding.
Nota
1) NDRL. La kafala heredera del derecho musulmán es la base de la adopción de un huérfano. Un tutor se convierte en kafil (el garante) del niño sin darle su nombre ni su herencia. Lo asegura hasta la edad adulta. En Qatar, el sistema , extendido a trabajadores migrantes especialmente en las obras de la Copa del Mundo, está considerado como una forma moderna de esclavitud.
James Dorsey es Senior fellow en la Rajaratnam School of International Studies de Singapour, co-director del Instituto para el estudio de la cultura de los «fans «de la universidad de Würzburg (Alemania). Artículo original : «Qatar’s unintended sporting legacy : A FIFA clean-up, exposure of political corruption, and corporate sponsor rethink».
Tomado de www.alencontre.org