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Ponencia al Congreso Mundial de Intelectuales En Defensa de la Humanidad. Venezuela 2004

Es mucho más fácil reformar una constitución anacrónica que reformar en profundidad a hombres y mujeres que, en apariencia, se habían embarcado para siempre en la gran nave de la revolución

Fuentes: resistir.info

Tomar conciencia de la gravedad de la crisis que la humanidad enfrenta es el primer deber de los intelectuales que se reúnen en Encuentros Internacionales como este para reflexionar sobre el futuro. Admito que solamente una pequeña minoría tomó ya conciencia de que la amenaza de una tragedia talvez sin precedente paso a ser una […]

Tomar conciencia de la gravedad de la crisis que la humanidad enfrenta es el primer deber de los intelectuales que se reúnen en Encuentros Internacionales como este para reflexionar sobre el futuro.
Admito que solamente una pequeña minoría tomó ya conciencia de que la amenaza de una tragedia talvez sin precedente paso a ser una realidad.
Jacques Blamont, un científico miembro de la Academia Francesa, afirma en su ultimo libro, «Introducción al siglo de las amenazas», que corremos el riesgo de una tragedia que dentro de algunas décadas reducirá a la humanidad a un tercio, diezmada por catástrofes resultantes del simple agotamiento de los recursos naturales no renovables. «El mundo fue avisado de que tiene que morir, más no lo cree», advierte.
Blamont, intelectual conservador, no exagera. A menos que la humanidad consiga detener la carrera para el abismo, catástrofes peores a la peste negra del siglo XIV, pueden llevarla camino de la extinción.
¿Pero que nos empuja para el fin, compañeros? La estrategia de barbarie de un capitalismo exterminador liderado por el monstruoso sistema de poder que tiene en su polo a un país que insiste en presentarse como modelo civilizatorio.
Comprender el funcionamiento de ese horrible engranaje es por tanto el primer deber de los que se proponen dinamizar la lucha contra el, en defensa de la continuidad de la vida humana en la tierra
Es urgente tomar conciencia de que estamos ya atorados en una crisis de civilización simultáneamente cultural, económica, social, política, militar, energética, ecológica.
El capitalismo y el imperialismo, motores del desastre en perspectiva, entraron en su fase senil, como afirman Samir Amin e Istvan Meszaros.
Más por la propia irracionalidad se tornan cada día más peligrosos, por lo que se volverá imprescindible un combate de clase y una resistencia popular que hará temblar las bases del sistema en su baluarte principal y en los países en él integrados.
La cadena de gigantescas protestas contra el capitalismo globalizado, iniciada en Seattle, fue la señal del regreso de la esperanza. Cuando en Washington se anunciaba la muerte de las ideologías, el imperialismo fue confrontado con un renacimiento del espíritu revolucionario. En gran parte del planeta luchas de nuevo tipo irrumpen como prologo de las revoluciones del futuro, forjadas en la resistencia a las contrarrevoluciones de la era neoliberal. Los ideólogos del capitalismo comienzan a reconocer que la gran mayoría de la humanidad rechaza el proyecto de sociedad robotizada que el sistema de dominación imperial pretende imponerle.
Más la condena del sistema no es aún acompañada, como ha sido evidente en el Foro Social Mundial y en los Foros Continentales, de un consenso sobre las formas de luchar organizadamente contra el y menos aún en cuanto a las alternativas al neoliberalismo.

EL FRENTE PRINCIPAL Y EL POLO EUROPEO

En el ámbito de la crisis global el frente principal en la confrontación con el imperialismo es aquel donde el enemigo – el sistema planetario de dominación de los EEUU – actúa con más agresividad e invierte más recursos materiales y humanos. Ese frente se localiza en el presente en Medio Oriente y en Asía Central, en el triangulo Irak, Afganistán y Palestina.
Es hoy evidente que la estrategia de los EEUU en la región fracasó. Una aplastante superioridad militar permitió a sus fuerzas armadas ocupar en pocas semanas a Afganistán e Irak. Más en ambos casos la resistencia de las poblaciones impidió los planes de recolonización, comprometiendo decisivamente el desarrollo de proyectos que preveían futuras agresiones a Irán y Siria.
Una perversa y masacrante campaña de desinformación insiste en presentar como terroristas y rebeldes a aquellos que en las tierras de la antigua Mesopotamia resisten. Más para centenas de millones de personas, por el mundo ahora, el pueblo de Irak, en su combate contra los ocupantes, comienza a adquirir el perfil de héroe colectivo. Luchando por su liberación, lucha al final por la humanidad entera. El caso de Faluya es paradigmático. El pueblo de aquella ciudad mártir emerge como sujeto de una epopeya.

Crímenes que solamente encuentran paralelo en los cometidos por la Alemania nazi, desde la tortura de prisioneros a los bombardeos de represalia que asesinan a los habitantes de barrios enteros, proyectan un sistema que en su agresividad imperial asume los contornos de un IV Reich.

La complicidad del bloque de los países de la Unión Europea en esa estrategia criminal es inocultable. No obstante las contradicciones de intereses existentes y que tienden a profundizarse, los gobiernos de los países más desarrollados del Viejo Mundo participan activamente en la explotación capitalista. Son parte del engranaje. El crecimiento de la UE, con la entrada de países cuyos gobiernos son en la mayoría satélites de Washington, profundiza tensiones y rupturas que se expresan con frecuencia en conflictos comerciales y en posiciones diferenciadas en la ONU, inseparables de la crisis estructural del capitalismo.

El futuro ejercito europeo, defendido con empeño por Francia y por Alemania y combatido por el Pentágono, continuara como un tema de debate. La hegemonía financiera y militar de Washington es aún demasiado fuerte para que sus aliados europeos la desafíen abiertamente, más, como afirma George Gastaud, se engañan «los que imaginan que la era de las guerras imperialistas pertenece para siempre al pasado, aunque ahora sea imposible prever las formas que asumirán esos conflictos» .

En el contexto de la crisis global, la construcción acelerada de la Europa supranacional no democrática tiende a destruir las raíces de la soberanía nacional y popular. La Constitución Europea, al entrar en vigor, sería la primera en el mundo en institucionalizar el capitalismo. Si fuera ratificada y promulgada, la Europa sería gobernada por un súper Estado federal, una Santa Alianza de las burguesías continentales, dotada de un ejército profesional integrado en la OTAN.

EL AGRAVAMIENTO DE LA CRISIS EN LOS EEUU

La reelección de Bush, lejos de atenuar la crisis, contribuirá para su agravamiento porque las fuerzas que lo apoyan, destacadamente la extrema derecha, son precisamente las más reaccionarias del país, siendo responsables por la estrategia de senda al abismo que esta implantando el caos en el planeta.

Están a la vistas las consecuencias de esa estrategia irracional en que el poder de las finanzas paso a tener como sustento una política de terrorismo de Estado. Transformados en una nación parasitaria, los EEUU consumen hoy mucho más de lo que producen. En el segundo trimestre del año corriente el déficit comercial excedió los 166 mil millones dólares, un nuevo record. El déficit previsto del presupuesto federal deberá sobrepasar los 440 mil millones de dólares, otro record.

La «salida» para esa situación es una política de saqueo de los recursos naturales de países del Tercer Mundo. Para justificar las llamadas guerras «preventivas» que la acompañan, Washington inventa los pretextos más absurdos y desencadena campañas de desinformación que han perdido toda la credibilidad. Agresiones genocidas como las que sufren los pueblos de Afganistán e Irak fueron presentadas como cruzadas emprendidas en pro de la democracia y la libertad. Los EEUU, bien entendido, proclaman ser la nación predestinada que defiende la civilización contra la barbarie y encarna valores eternos de la humanidad.

El profesor Remy Herrera, de la Universidad de Paris, presente en Caracas, formuló en la VI Conferencia sobre Problemas del Desarrollo y de la Globalización, en la Habana, una pregunta muy oportuna: ¿podrán los EEUU redinamizar la acumulación del capital en el centro del sistema mundial recurriendo a guerras imperialistas casi ininterrumpidas? La respuesta es negativa porque las destrucciones del capital son «insuficientes para la acumulación capitalista».

La desvalorización del dólar con relación al euro, a pesar de que Europa permanece en la frontera de la estagnación, dejo de ser una simple maniobra monetaria para estimular las exportaciones. Refleja ya la complejidad y gravedad de la crisis estadounidense. Los gigantescos déficits – sobre todo del presupuesto federal y del comercial – inquietan a los aliados europeos y asiáticos. La deuda externa, la mayor del mundo, y la pública interna, alcanzan niveles alarmantes. El endeudamiento de las familias norteamericanas representa casi el 85% del PIB. Economistas serios y de prestigio, como el profesor Arturo Huerta, de la UNAM, niegan a la crisis un carácter estructural, admitiendo que en tanto el dólar funcione como moneda universal, los EEUU podrán endeudarse sin límite.

Esa argumentación, no lleva, en tanto, en cuenta factores políticos y militares que pueden ser determinantes para un crash.

Por si solos, los más de 800,000 millones dólares en manos de Japón y de China iluminan la vulnerabilidad del poder financiero de los EEUU. La simple venta de un lote de los títulos del Tesoro Norteamericano adquiridos por esos países sería suficiente para desencadenar una crisis mundial.

El derroche y saqueo de los recursos naturales configura, además, una amenaza enorme a la vida en la tierra. Si el consumo actual de petróleo se mantiene – 82 millones de barriles diarios- la humanidad tendrá que enfrentar problemas para los cuales no se vislumbra por ahora una solución. El agotamiento de las reservas será una realidad en las próximas décadas. Dentro de veinte años decenas de millones de carros transformados en objetos sin utilidad van a acumularse en gigantescos cementerios de automóviles. El envenenamiento del ambiente prosigue también con consecuencias previsibles trágicas.

Una ínfima minoría de hombres investidos con mucho poder y para los cuales el dinero es una religión – gente incapaz de pensar en el destino de las próximas generaciones – está encaminando al mundo a su fin. Y eso hace con base en un gigante con los pies de barro – el sistema de dominación imperial de los EEUU- con la complicidad de la Unión Europea y de Japón.

EL POLO DE AMERICA LATINA

Según Colin Powell, (cuya renuncia y sustitución por Condoleeza Rice deja ver fisuras en el equipo inicial de Bush) la América Latina no es en el momento una prioridad para los EEUU. En el año que va a finalizar, el presupuesto federal redujo en 11% las sumas destinadas a iniciativas en la región. Irak continuara en el 2005 como el absorbedor de dinero. Seria con todo un error, y grave, desvalorizar el papel del frente latinoamericano en la batalla contra el imperialismo y subestimar la amenaza permanente que la estrategia agresiva de este representa para el hemisferio.

En los últimos años, los pueblos de América Latina han infligido importantes derrotas a su poderoso vecino. El malestar generalizado de las políticas impuestas por el llamado Consenso de Washington encuentró su expresión electoral, en el ámbito del funcionamiento de instituciones formalmente democráticas, en la elección de gobernantes apoyados por fuerzas progresistas. Los últimos desaires de la derecha, en Uruguay y Nicaragua, confirman que la marea de la contestación a esas políticas va a continuar en ascenso. En Uruguay la elección de Tabaré Vásquez en la primera vuelta vino a señalar la derrota de una oligarquía que, apoyada primero por Inglaterra y después por los EEUU, se mantenía en el poder desde la independencia.

En Venezuela, en Brasil, en Ecuador, en Argentina, en Paraguay, el pueblo, utilizando los mecanismos electorales existentes, llevo a la presidencia a candidatos que se propusieron alterar radicalmente engranajes de poder concebidos para servir a los intereses de las clases dominantes y del imperialismo.

La evolución de los acontecimientos demuestra, que en algunos de esos países los compromisos asumidos con el pueblo no fueron respetados.

En Brasil y Argentina, la elección de presidentes cuyos proyectos preveían una ruptura con las políticas neoliberales anteriores de sumisión al imperialismo generó una enorme esperanza.

Más en ambos casos las políticas adoptadas no respondieron a los intereses populares.

No es este el lugar para reflexionar sobre el rumbo de Brasil y Argentina. El tema es además incomodo. Más juzgo indispensable recordar que los gobiernos de Lula y Kirchner, con lenguajes muy diferentes, lejos de utilizar las instituciones para el beneficio de los respectivos pueblos, desarrollan políticas que en lo fundamental no afectan al engranaje del sistema capitalista. Por el contrario le sirven a sus intereses estratégicos. El argumento de que la economía creció este año en esos dos países es capcioso, porque la distribución del rendimiento nacional no se alteró, agravándose las desigualdades sociales. El profesor Ricardo Antunes, de la Universidad de Campinas, definió bien la situación en Brasil al afirmar que «el gobierno de Lula intenta ganar a las clases dominantes para su proyecto y aun no percibe que fue ganado por las clases dominantes para el proyecto de ellas».

En Argentina, el llamado «capitalismo normal» de Kirchner-bien analizado por James Petras- no significa tampoco una ruptura con los objetivos del neoliberalismo. Con mucha habilidad, el ex gobernador peronista de la Patagonia se esfuerza en la Casa Rosada por humanizar al capitalismo, como si eso fuera posible. Más su demagogia engaña. Su popularidad se mantiene, con todo, en un nivel elevado en tanto el prestigio de Lula declina.

En Paraguay no hay indicios de que el Presidente Duarte emprenda una política orientada para las metas de combate al neoliberalismo esbozadas en su vibrante discurso de posesión.

En Ecuador, Lucio Gutiérrez, luego de que tomo posesión fue a Washington a hacer un acto de capitulación. Y su traición alerto a las fuerzas progresistas del continente sobre una realidad que los reformadores del capitalismo olvidan con frecuencia en Europa.

Todos acompañamos con esperanza los acontecimientos en Uruguay, después de la gran victoria de la coalición que llevo a la Presidencia a Tabaré Vásquez. Pero debemos mantener la cabeza fría. Es hoy evidente que en América Latina, la conquista de la Presidencia y de una mayoría parlamentaria por personalidades con programa de combate al neoliberalismo, electas con apoyo mayoritario de los trabajadores y de la intelligentsia, no es, por si solo, garantía de cumplimiento de los compromisos asumidos.

Cuba permanece como preocupación permanente para los estrategas estadounidenses. El pueblo de la isla revolucionaria no se somete. La ofensiva de la administración Bush para estrangular a su economía no amedrento a la Habana. La desdolarización fue la respuesta oportuna y adecuada a las ultimas medidas de Washington violadoras del derecho internacional.

En la perspectiva de la derecha norteamericana, la sobrevivencia de la Revolución, aguantando el más prolongado bloqueo de la historia, ofrece un peligroso ejemplo para América Latina. Demuestra que es posible resistir victoriosamente, siguiendo un camino propio. Cuba es el único país del hemisferio en el cual el derecho a la vida, la salud y la educación, es pilar de un concepto revolucionario de los derechos humanos que no es farisaico como el de las democracias formales del mundo capitalista.

No creo compañeros, que los EEUU, atorados en Irak y en Afganistán, estén en condiciones de invadir Cuba. Pero el pueblo cubano tiene fundados motivos para sentirse amenazado. En el contexto de una autentica guerra no declarada, los EEUU hacen todo para asfixiar económica y financieramente a la Isla y financian generosamente a las mafias terroristas contrarrevolucionarias instaladas en Miami. Esa política es definidora de un Estado pirata. De ahí la necesidad de ampliar la solidaridad con el heroico pueblo cubano.

En Colombia el pueblo enfrenta una situación muy diferente de cualquier otra. La sobrevivencia allí de dos importantes organizaciones guerrilleras constituye una pesadilla para el Pentágono. La lucha de las FARC-EP, sobre todo, confirma que en circunstancias históricas, geográficas y sociales excepcionales, la lucha armada mantiene su posibilidad en América Latina. Hace más de 40 años que la oligarquía colombiana anuncia el fin del movimiento guerrillero de Manuel Marulanda. Más los hechos desmienten la afirmación. En estas cuatro décadas el núcleo inicial de 46 hombres (y una mujer) se transformo en un ejercito popular de 18,000 combatientes, que lucha en 60 frentes, infligiendo duras derrotas al más poderoso ejercito de América Latina.

Seamos realistas. El Plan Colombia está en ejecución y no obstante la ausencia de condiciones para una intervención directa – inviable en la actual coyuntura los EEUU no renunciaran al proyecto de una fuerza interamericana que actuaría contra la guerrilla de las FARC-EP y del ELN, acusadas de ser organizaciones terroristas.

La prisión en Ecuador del comandante Simón Trinidad confirmó, además, la existencia de complicidades profundas de varios servicios de inteligencia latinoamericanos con la CIA.

EL DESAFIO VENEZOLANO

Compañeros

Creo que los participantes en este encuentro venidos de 52 paises compartirán la convicción de que el pueblo de Venezuela Bolivariana aparece hoy en la humanidad progresista como una vanguardia que encarna el propio espíritu del encuentro que aquí nos reúne «En Defensa de la Humanidad»

Es una convicción justa.

Venezuela emerge hoy, en un planeta trágico y caótico, como un laboratorio social efervescente en el cual se desarrolla una lucha de clases como el mundo no conocía, por la duración e intensidad, desde las revoluciones rusas de 1917. En la patria de Bolívar fue retomado un desafió dificilísimo: transformar radicalmente la sociedad y liberarla de la dominación imperialista, optando por la vía pacifica, esto es, utilizando exclusivamente para el efecto a las instituciones creadas por la burguesía para servir a sus objetivos, incompatibles con los del poder revolucionario.

Los éxitos obtenidos por Chávez no deben llevar a una subestimación de las dificultades que se multiplican y renacen, inseparables de la propia dialéctica de la victoria.

La batalla de la primera reforma de las viejas instituciones fue ganada con la promulgación de una nueva Constitución. Pero las grandes mayorías iniciales generaron en el propio gobierno ilusiones románticas. El rumbo de la historia confirma que es mucho más fácil reformar una constitución anacrónica de lo que es reformar en profundidad a hombres y mujeres que, en la apariencia, se habían embarcado para siempre en la gran nave de la revolución. Muchos no aguantaron las primeras tempestades. Algunos quedaron por el camino; otros cambiaron de barco.

La victoria por amplio margen, de Hugo Chávez en el referéndum revocatorio, después de una campaña en que la oposición, estimulada y financiada por el imperialismo, descendió por los métodos y por la palabra a niveles de perversidad casi desconocidos en Europa, fue un acontecimiento de significación no solo continental, sino mundial. El pueblo venezolano, asumiendo el papel de sujeto de la historia, volvió a derrotar a las fuerzas unidas de la oligarquía y el imperialismo. Sin su participación contundente no habría sido posible el triunfo alcanzado en la confrontación con el engranaje golpista que pretendía – tal como en el golpe del 11 de abril del 2002 y en el lock-out petrolero – derrumbar al Presidente Chávez y destruir a la Revolución Bolivariana.

Compañeros

Estoy convencido que de los beneficios de este Encuentro Internacional el más importante será la profundización de la solidaridad de los pueblos con la Revolución Bolivariana. Estoy cierto de que cada una de las delegaciones aquí presentes hará todo para dinamizar esa solidaridad en sus respectivos países. Más para que ese esfuerzo cumpla plenamente los objetivos será indispensable en primer lugar tomar iniciativas que contribuyan para ampliar el conocimiento del proceso venezolano.

Seamos realistas. El interés que la Revolución Bolivariana despierta en el mundo no es acompañado de un conocimiento por las grandes mayorías de la historia del país, del cuadro político y social existente cunado Chávez conquisto la Presidencia y de los hechos y situaciones ligados a la cadena de conspiraciones posteriores. La propia expresión de «Revolución Bolivariana» genera aún perplejidad, siendo fuente de confusiones. En Europa, en los EEUU, en Asía y en África, Bolívar a pesar de ser un gigante en la historia – continua siendo casi un desconocido.

Creo que algunas iniciativas comunes, consensuadas entre nosotros y de concreción relativamente fácil, pueden ser inmediatamente emprendidas a escala mundial precisamente con el objetivo de divulgar el desafío venezolano.

Me refiero a libros y películas ya disponibles y que, al ser llevados a públicos de muchas nacionalidades, funcionarían como imagen de la Revolución Bolivariana e instrumento eficaz para su defensa.

Citare para los efectos lo que estamos por hacer en Portugal.

El Festival de la Culturgest en Lisboa – el más importante de documentales del país – fue inaugurado con el film La revolución no será transmitida, de Kim Bartley y Donacha O’ Brien. Más de 700 personas aplaudieron de pie ese magnifico trabajo que ilumina con claridad el proceso revolucionario, el golpe de Abril y su derrota por el pueblo y por la vanguardia revolucionaria de las Fuerzas Armadas.

Estamos preparando la exhibición de ese film en ciudades del interior de Portugal gobernadas por alcaldes progresistas.

En el campo editorial serán en breve lanzadas las traducciones portuguesas de un libro de Marta Harnecker sobre Venezuela , y de La campaña admirable, del historiador colombiano Juvenal Torres. En esa obra, editada en español por el ministerio de Educación en Venezuela, el autor traza un magnifico perfil del joven Bolívar, cuando, arrancando del bajo Magdalena con 70 hombres, el futuro vencedor de Carabobo inicia una campaña que termina con la derrota del ejercito de Monteverde (16 000 soldados) y con la segunda liberación de Caracas en 1813. En este libro, desconocido en Europa, cada una de las sucesivas proclamaciones y mensajes de Bolívar anuncia ya al estadista, al pensador y al revolucionario para el cual el ejército debe ser el pueblo en armas.

Otro libro cuya edición está por ser preparada en Portugal es Dialéctica de una victoria, de Rodolfo Sanz, una obra simultáneamente de información y de reflexión, que representa a mi modo de ver una contribución utilísima para la comprensión de la Revolución Bolivariana.

Iniciativas como las citadas solamente podrán, en tanto, cumplir plenamente sus objetivos si, en cada país donde existan condiciones para ellas, personalidades y fuerzas políticas y sociales solidarias con el proceso bolivariano estructuren movimientos de solidaridad con el gran desafió revolucionario que tiene Venezuela en el escenario.

Hugo Chávez afirma que la Revolución Bolivariana no es, contrariamente a lo que sucedió con la chilena, una revolución desarmada. Esta evidencia no debe llevar a subestimar que más de una centena de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas estuvieron envueltos en el golpe de Abril.

Lo mucho que se hace en Venezuela es, sin embargo insuficiente para que la revolución pueda cumplir sus metas. Rodolfo Sanz escribe en su libro que una segunda asamblea constituyente será necesaria para «transformar la estructura del estado, para derrumbar lo que continua en pie de el antiguo aparato de la Cuarta república». El gobierno no controla la totalidad del Estado, aún, ni la educación, ni la salud, ni el poder judicial, estructuras contrarrevolucionarias conservan importantes posiciones.

Es muy positivo que la abrumadora mayoría del Ejército este ya hoy identificada con el proyecto revolucionario, situación inédita en América del Sur.

La victoria en el referendo fue una gran derrota del imperialismo. La oposición perdió la iniciativa al encontrarse en ese momento desorganizada, dividida y sin perspectivas. Seria, sin embargo un error admitir que el imperialismo va a acompañar pasivamente el avance de la Revolución Bolivariana.

El futuro esta en Venezuela cargado de interrogantes aún sin respuesta. La solidaridad internacional puede contribuir decisivamente para que esas respuestas sean positivas, correspondiendo a las aspiraciones de la gran mayoría del pueblo de Bolívar.

EL PELIGRO DEL ESPONTANEISMO

El agravamiento de la crisis estructural del capitalismo favorece la intensificación de las luchas de significado antiimperialista. Cuando más los EEUU se empantanen en Irak mayores serán las dificultades de los gobiernos de la Unión Europea en camuflajear sus divergencias sobre la estrategia neofascista de Washington para el Medio Oriente y Asía Central. España ya se retiro de la hoguera iraquí, Blair enfrenta criticas crecientes, y en Italia el pueblo condena con vehemencia la política vasalla de Berlusconi. En Francia y Alemania, la aparente mejora en el dialogo con la Administración Bush no oculta las divergencias de fondo inseparables de su oposición a la presencia norteamericana en Irak.

La ofensiva para retomar Faluya no produjo los resultados esperados por Washington. La operación militar configuro un genocidio, las perdidas de los marines fueron elevadas y el efecto propaganda no funciono porque coincidió con el levantamiento armado en Mosul y otras ciudades. En cuanto destruyan Faluya, los EEUU perdían el control de una ciudad mucho más importante. En este momento, a pocas semanas de la fecha marcada para las elecciones, parece obvio que ellas serán una farsa.

La guerra de Irak – repito – es una guerra perdida y los EEUU no saben como salir de ella.

Como era inevitable, la derrota de la estrategia estadounidense en Medio Oriente torna al sistema más vulnerable en el conjunto del planeta.

En la América Latina la lucha contra el ALCA permanece como objetivo fundamental. Bush reafirmó en Cartagena su apoyo al Plan Colombia, que configura una intervención imperial en un país clave del hemisferio, y repitió que pretende implementar el ALCA en el próximo año. Más la resistencia al proyecto aumenta. La oposición de Venezuela Bolivariana apunta un camino y fortalece la lucha de los pueblos, de la Patagonia al Istmo, contra un «Acuerdo» imperial que recolonizaria a América Latina.

El oportunismo, los zigzagueos y la misma capitulación de dirigentes populistas que suscitaron grandes esperanzas no justifican actitudes pesimistas. Del Río Bravo a la Patagonia los pueblos de América Latina, con pocas excepciones, demuestran una mayor disponibilidad para la lucha. Ahí tenemos para confirmar la tendencia, a la victoria del Frente Amplio en Uruguay.

Los factores negativos no deben, ni pueden ser olvidados. En Europa Occidental, tal como en América Latina, el nivel de organización y de capacidad movilizadora de las fuerzas que rechazan a la globalización neoliberal y a la amenaza que el proyecto imperial representa para la humanidad son aun insuficientes. No corresponden a la dimensión de la crisis.

El balance de los Foros Mundiales invita a la reflexión. La intervención de los movimientos sociales ha suscitado polémicas muy interesantes. Los movimientos sociales, después del empuje de Seattle, han contribuido decisivamente para una mudanza de actitud de millones de personas frente a situaciones que hace pocos años soportaban pasivamente. Al pasar casi de la indiferencia a la contestación del sistema colocaron a este en la defensiva. El cuadro hoy es otro.

Más la convicción de que los movimientos sociales emergen como una vanguardia de vocación revolucionaria, expresa, en mi opinión, una actitud romántica.

Juzgo útil alertar sobre los límites del espontaneismo movimientista cuando la intervención de los movimientos sociales no tienen como complemento imprescindible la participación en la lucha de las organizaciones revolucionarias con proyectos bien definidos.

En los últimos años, tendencias que presentan matices neoanarquistas han contribuido en la práctica a favorecer los objetivos de las fuerzas y personalidades que, aún cuando declaran lo contrario, actúan como si fuese posible una reforma profunda del capitalismo, capaz de humanizarlo. Pienso concretamente en los trabajos del Irlandés John Holloway, actualmente profesor de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en México, y del binomio Toni Negri-Hardt cuyas tesis sobre la problemática del poder y del imperialismo me parecen peligrosamente desmovilizadoras. El Libro del primero «Cambiar el mundo sin tomar el poder» ya editado en muchos países ha funcionado como instrumento de confusión, sobre todo en los medios universitarios. El hecho de que Holloway se declare identificado con las posiciones del subcomandante Marcos del EZLN sobre el Estado y la inutilidad de la lucha frontal contra el poder del estado burgués, sembró mucha confusión. Cabe señalar que, Marcos se define como un rebelde, pero no como un revolucionario. Holloway, es su admirador, dice ser marxista, más escribe y piensa como un neoanarquista.

No menos confusionista es el efecto de los mensajes contenidos en la obra de Negri.

En su discurso sobre la metamorfosis que ocurre al imperialismo, que estaría hoy diluido, actuando a través de polos diferenciados, es absolutamente incompatible con la posición de Lenin definida en su libro clásico sobre el tema, posición que, transcurrido un siglo, no pierde su actualidad. La hegemonía planetaria del imperialismo estadounidense desmiente esa tesis absurda de Negri. Desmovilizadora es también la apología que el autor italiano hace de la «no violencia» en un momento en que los pueblos de Irak y de Palestina enfrentan con heroísmo el terrorismo de Estado norteamericano.

¿QUE HACER?

Se tornó evidente que de los Foros Sociales mundiales y continentales no podrá surgir cualquier alternativa global al neoliberalismo porque en el mundo actual es imposible presentar una alternativa de contornos bien definidos, de valor universal, al sistema que amenaza con destruir al planeta.

La dualidad antagónica socialismo o barbarie, tal como la presentan científicos sociales como Meszaros y Samir Amin, expresa bien la situación existente.

O el capitalismo, en esta fase senil, destruye la civilización, empujando a la humanidad para la barbarie (o a la extinción), o el capitalismo es eliminado.

Seria, con todo, entrar en el terreno de la especulación esbozar siquiera los contornos del socialismo ( o de los socialismos) que sucederán al capitalismo.

Siendo estructural la actual crisis del capitalismo, el sistema no tiene reforma posible, por lo que en la lucha en la época revolucionaria que se aproxima, es incompatible con los proyectos que perpetúan las ideas, las palabras y los remedios de la contrarrevolución.
La tarea es ciclópica porque hoy no existen fuerzas sociales organizadas aptas – como define George Gastaud- a «ocupar el vacío entre la necesidad objetiva de la revolución y la debilidad subjetiva del compromiso revolucionario y militante».
Contra el bombardeo de un engranaje mediático perverso que hace de la desinformación casi una ciencia tenemos que aprender a combatir las técnicas utilizadas por la contrarrevolución para rescribir la historia deformándola.
Cuando el ex secretario general del Partido Comunista Francés no titubeo en afirmar que el balance global del socialismo fue negativo, fuimos confrontados con los efectos devastadores de la propaganda del enemigo.
El inventario de los enormes errores cometidos por el socialismo real y la critica a la burocratización del estado y del partido soviéticos no deben impedirnos de rechazar la satanización de la URSS y de señalarla como un objetivo de aquellos que intentan desesperadamente salvar al capitalismo.
La restauración del capitalismo en la URSS en 1991 fue el resultado de un largo proceso que resultó de la acción complementaria de las fuerzas internas opositoras y de la ofensiva externa del capitalismo. Si Gorbachov y su equipo consiguieron, a pesar de un desprestigio creciente, mantenerse en el poder hasta la liquidación del régimen y la implosión de la URSS, fue porque se beneficiaron de la revuelta más amplia de la población contra las deformaciones de un proyecto en el cual ya era irreconocible el concebido por Lenin. Es útil recordar que la nueva burguesía rusa es heredera directa de la burocracia que en el periodo de la estagnación brezneviana dirigió al Estado soviético.
El Che afirmo que el socialismo económico sin la moral comunista era inaceptable.
El socialismo no puede ser construido con los instrumentos del capitalismo. La historia demostró con el malogro de la transición del capitalismo para un nuevo régimen que la economía desarrollada de arriba para abajo, en proceso administrativo, sin la participación del pueblo, no puede conducir a una sociedad socialista.En un libro en que reúne una serie de lucidos ensayos George Gastaud insiste en la necesidad, en nombre del realismo revolucionario, de dejar de concebir el pasaje del socialismo al comunismo como un automatismo económico resultante de la madurez casi vegetal del socialismo, del socialismo desarrollado .
«En tanto que en vida de Lenin – escribe – el marxismo servia para orientar la lucha, este comenzó a funcionar como una ideología de manera idealista y apologética en la URSS de la estagnación. El marxismo no era más que el teórico militante que iluminaba los caminos del futuro a través de una investigación polémica en ruptura con todos los tabúes, más el académico conformado que encuentra una lista de compasivas citas de justificación de la excelencia del orden establecido (…) En fin la degeneración burocrática asociada a la estagnación experimentada con la forma del bloqueo de las contradicciones de un socialismo que deja de luchar por su finalidad objetiva, el comunismo, esto es una sociedad sin clases y sin Estado. El papel dirigente de la clase obrera tiende a volverse entonces puramente formal y las relaciones sociales en atraso prolongado con relación a las fuerzas productivas acaban por paralizar a su desarrollo»
La tarea de una revolución consiste en superar el modo de producción anterior. Las condiciones desfavorables de la Revolución Rusa, con la necesidad de defender al socialismo en un solo país crearon una situación imprevista. El socialismo fue forzado durante siete décadas a funcionar como un socialismo que procuraba alcanzar los niveles del capitalismo, utilizando muchos de sus mecanismos económicos. La transición no podía seguir su rumbo natural.
Seria, con todo, entrar en el terreno de la especulación, esbozar siquiera los contornos del sistema que sucederá al capitalismo. Su perfil no puede ser trazado hoy. Lo más probable será la aparición y la convivencia de sociedades socialistas muy diferenciadas. Estamos lejísimos del Estado universal.
La controversia asume actualidad porque intelectuales de izquierda, algunos respetados, afirman que la elaboración de una alternativa teórica al neoliberalismo se coloca como una tarea prioritaria, debiendo preceder a la de la organización de la lucha frontal contra el imperialismo.
Repito lo afirmado anteriormente. La reflexión de la problemática de transición para el socialismo es una tarea incontornable. Pero salir del campo de los errores cometidos (tarea imprescindible para la comprensión del mundo unipolar y para la renovación creadora del marxismo, tal como lo concebían Marx y Engels y el propio Lenin) para la formulación de proyectos que subalternizan la lucha contra el imperialismo, concediendo prioridad al debate teórico sobre la construcción de la sociedad futura, seria caer en la utopía, llevar agua al molino del enemigo.
No son solamente diletantes de las ciencias sociales que insisten en diseñar los contornos de la democracia participativa como meta próxima. Hay intelectuales serios que sienten la misma tentación. Se olvidan que son rarísimas las sociedades donde en el pueblo se abre la posibilidad de participar como sujeto en la construcción de su propio futuro. En América del Sur es Venezuela, por ahora, la única. En Europa eso no sucede en ningún país. La convicción de que la transición se puede realizar en cualquier sociedad, a partir del interior del sistema, en la vigencia del capitalismo, desconociendo en la práctica la naturaleza del estado, del poder, es ingenua. Sin que sus defensores tomen conciencia de eso, ellos están retomando en otro contexto histórico con lenguaje diferente viejas tesis reformistas de Eduard Bernstein. Lo que proponen no es una nueva lógica socialista y revolucionaria, sino la humanización del capitalismo. Lo que es una imposibilidad absoluta, por ser incompatible con la propia esencia del sistema. El movimiento, contrariamente a lo que afirmaba Bernstein no es todo, es casi nada, como dijo Rosa Luxemburgo al desmontar las tesis revisionistas y oportunistas. La meta de las grandes luchas de nuestro tiempo no es el debilitamiento gradual del capitalismo, sino su desaparición.
En su libro El poder de la ideología, Mészaros recuerda que -cito – «Ningún acontecimiento o desarrollo nuevo puede afectar de modo significativo la perspectiva estratégica de la socialdemocracia occidental para la justificativa apologética de su escuela original – el camino de la reforma estrictamente gradual y el rechazo categórico de la posibilidad del cambio revolucionario – y para la confirmación apriorística de la perfección de la estrategia adoptada. La ultima cosa que esa perspectiva necesita, o podría trazar a tono sin destruirse, sería principios teóricos realmente nuevos y objetivos reorientados (…) En realidad, las mudanzas, adecuadas para asegurar, aunque lentamente, la prometida transición para una sociedad muy diferente -socialista – son meramente conciliatorias. Su premisa, más o menos admitida tácitamente, es la necesaria exclusión, de todo cambio estructural radical, por cualquier medio (represivo o no) que el «orden constitucional» establecido tenga a su disposición.»
Esta reflexión de Mészaros ayuda a comprender la actitud agresiva de todos los gobiernos de los EEUU frente a cualquier proceso revolucionario que en el último medio siglo tenían fijado como objetivo la introducción de cambios estructurales radicales, El proyecto transformador de la Unidad Popular en Chile era inaceptable por amenazar al capitalismo. La Revolución Portuguesa de Abril también fue encarada como amenaza al sistema. El imperialismo estadounidense y la socialdemocracia europea unieron entonces esfuerzos para frenarla. En este caso no fue necesario recurrir al golpe para impedir su avance porque el Partido Socialista de Mario Soares desempeño el papel que le asignaron, contribuyendo decisivamente para la ruptura de la unidad entre la vanguardia militar del Movimiento de las Fuerzas Armadas y el movimiento popular, lo que cambió la relación de fuerzas en beneficio de la derecha.
Hoy, Washington no esconde su satisfacción frente al rumbo adoptado en Brasil por el gobierno de Lula, y no demuestra tampoco inquietud por la política de Kirchner en Argentina. En ambos casos, el «orden social» preexistente no está puesto en cuestión por las políticas de dirigentes que se desviaron de los compromisos asumidos.
El gran miedo provocado por Venezuela resulta precisamente del hecho de que la Revolución Bolivariana -aunque Hugo Chávez haya evitado fijar al socialismo como meta – es identificada por la Administración Bush como una amenaza directa al sistema capitalista. El proyecto está orientado para un cambio estructural radical.
No alimentemos ilusiones, compañeros. El desafío venezolano es considerado intolerable por la potencia hegemónica. Nuevas conspiraciones y maniobras golpistas serán estimuladas por el imperialismo.
Es significativo igualmente que semanas antes de las elecciones en Uruguay, destacadas personalidades estadounidenses haya advertido, como forma de presión, que la victoria de Tabaré Vásquez seria recibida como potencial amenaza al orden social vigente en la República Oriental.
En contraposición lo que ocurre en la Unión Europea es tranquilizador para el sistema.
Vuelvo a citar a Mészaros:
«El cuadro de la orientación estratégica de la socialdemocracia occidental presenta un fatídico nudo ciego ideológico. Las insuperables limitaciones de la política parlamentarista como tal para obtener el dominio de las fuerzas controladoras del metabolismo social capitalista jamás serán siquiera consideradas y mucho menos contestadas seriamente a partir de los cambios en curso y de las nuevas posibilidades emergentes, y en respuesta a ellas. Al contrario, en consecuencia de su carga institucional paralizadora, la teoría socialdemócrata es transformada en un ejercicio manipulador de las relaciones públicas con el objetivo de ser electo y de permanecer en el cargo. De este modo la clase trabajadora, como agente social de la alternativa socialista, se vuelve superflua y, en verdad, por causa de sus aspiraciones radicales, totalmente embarazosas para el partido parlamentarista. Por esta razón debe ser ideológicamente diluida hasta tornarse irreconocible (…)»
Meszaros llama la atención para una evidencia olvidada: durante décadas de permanencia en el poder los partidos socialdemócratas escandinavos, tal como los de Francia, de Alemania y de Gran Bretaña no consiguieron (ni pretendieron) realizar cambios estructurales en el orden económico capitalista, comportándose como dóciles administradores del sistema.

UNA NUEVA DINAMICA DE SOLIDARIDAD

La tarea principal de las organizaciones y partidos revolucionarios que luchan contra el capitalismo globalizado debería consistir hoy en trabajar por el fortalecimiento y ampliación de las fuerzas que rechazan al imperialismo, hegemonizado por el sistema de poder neonazi de los EEUU
Las condiciones objetivas son favorables en el momento en que el pueblo de Irak, en una resistencia que asume las proporciones de levantamiento nacional contra los invasores, surge como héroe colectivo, combatiendo por la humanidad entera.
Son, entretanto, enormes – lo que lleva a las mayorías al desaliento – las dificultades a superar para que los pueblos tomen conciencia de que la defensa del planeta se volvió una cuestión de supervivencia y depende como nunca de su solidaridad con las victimas de las agresiones imperiales.
Los efectos de una manipulación mediática permanente, concebida científicamente, se suman a las consecuencias paralizantes de la acción del reformismo socialdemócrata.
La solidaridad internacional solamente puede funcionar con eficacia en el ámbito de una nueva concepción estratégica de lucha, orientada para una articulación de acciones ambiciosas de la clase trabajadora, favorecidas por el agravamiento de la crisis estructural del capitalismo.
Al imperialismo estadounidense el frente prioritario se le localiza actualmente en Asía, área donde se frustro su estrategia.De la profundización de la crisis global del sistema resulta una conclusión: dinamizar la lucha contra la guerra pasó a ser la tarea primera de las fuerzas progresistas en todo el mundo.
Se trata de una lucha en que pueden participar decenas de millones de personas con cosmovisiones diferentes – lucha que debe ser articulada con acciones concretas en el ámbito nacional, en Europa y en América Latina, sobre todo las que contribuián para inviabilizar proyectos del imperialismo y de las burguesías de ellos dependientes.
La marea de la contestación asumió proporciones gigantescas en febrero y marzo del 2003, cuando mas de 20 millones de personas salieron a las calles en grandes ciudades para condenar la guerra. En tanto, después de ocupado Irak, la protesta cayo bruscamente. Las masas no percibieron entonces que la ocupación de Bagdad venia a señalar el comienzo de una larga guerra de liberación.
Es indispensable que la marea de protesta vuelva a subir. Y el momento, en este final del año 2004, es muy propicio para ello. La resistencia del pueblo iraquí, así como la tenacidad de Palestina y el caos afgano desorientan a Washington. El sistema pasó a la defensiva en el plano político y sufre duros reveses en el terreno militar.
En Europa estremecen las fundaciones de la Unión europea cuyos gobiernos no obstante las contradicciones de intereses existentes actúan, en lo fundamental, como cómplices del imperialismo.
En América Latina emocionantes luchas se perfilan en el horizonte.
Compañeros:
La alternativa Socialismo o Barbarie es, por si sola, definidora de una época simultáneamente trágica y fascinante. Si conseguimos detener la marcha de la catástrofe, el hombre podrá finalmente caminar por las grandes alamedas de acceso a un mundo que responda a las aspiraciones de bienestar que las conquistas de la ciencia y la técnica colocan a su alcance. Más el desenlaces es, por ahora, una incógnita. Dependerá mucho de las actuales generaciones que enfrentan un desafió gigantesco: derrotar al sistema de dominación mounstroso que encarna la amenaza a la propia vida: un IV Reich en formación.
En esa batalla planetaria la participación de las organizaciones y partidos revolucionarios de nuevo tipo desempeñaran un papel decisivo para la movilización de los pueblos. ¿Más donde están hoy ellos? – se pregunta con fundamento. Admito que muchos van a definirse y a crecer en el propio proceso de lucha.
Al reunirnos en Venezuela para Defender a la Humanidad no podemos olvidar que el pueblo de este país se volvió protagonista de una epopeya al pasar de la fase del espontaneismo a la de la lucha organizada en defensa de su revolución.
El consenso en busca de un proyecto de sociedad futura congregando pueblos y fuerzas políticas distanciadas por ideologías y culturas muy diferentes, cuando no antagónicas, es en este final del siglo XXI – no me canso de repetir esta evidencia – una imposibilidad. Insistir en esa utopía es desgastar energías y tiempo.
Más movilizar a los pueblos para acciones de lucha, de ciudadanos con ideologías y culturas diferenciadas eso es posible, como ya fue demostrado en el ensayo general de febrero del 2003 contra la guerra de agresión a Irak. Llevar mucho más lejos esas acciones, multiplicarlas, ampliarle los objetivos en el decurso de la lucha e incluirlas en una plataforma común cada vez más ambiciosa -ese es el mayor desafío que enfrentan hoy revolucionarios de todas las nacionalidades.
La historia de la humanidad está indisolublemente ligada a los desafíos que, en apariencia, se presentaban como insuperables. La revolución francesa de 1789 irrumpió con estos desafíos. Lo mismo aconteció con la Revolución Rusa de Octubre de 1917. Y ambas vencieron.
Nadie acreditaba en los años 60 que Vietnam obligaría a los EEUU a inclinar la cabeza y retirarse, derrotados. Y eso ocurrió.
En el año pasado la idea de un levantamiento armado de proporciones nacionales en Irak era comentada como un sueño. Hoy la resistencia iraquí esta desmoralizando el aparato militar más poderoso del mundo.
Soy optimista. La victoria contra las fuerzas que amenazan a la humanidad está a nuestro alcance. En esta Venezuela Bolivariana donde la esperanza nace de la lucha de su pueblo, la atmósfera que nos envuelve fortalece la confianza en el mañana. La lucha contra el sistema de opresión mundial no vendrá solamente a cambiar la vida. Hoy, como nos dice George Gastaud, es para salvar la vida que se torna indispensable eliminar la explotación del hombre por el hombre.

Diciembre del 2004