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Entrevista a Julian Harston, ex-Representante del Secretario General de la ONU

«España nunca ha mostrado una voluntad real para solucionar el conflicto del Sáhara»

Fuentes: El Imparcial

Nacido en Nairobi en 1942, este diplomático británico acumula en su oficina en Belgrado multitud de recuerdos que hablan, de manera fascinante, de sus destinos anteriores. Tras cuatro décadas de servicio internacional (Timor, Sáhara Occidental, Bosnia y Haití, entre un largo etcétera), el ex-Representante del Secretario General de las Naciones Unidas en Belgrado, Julian Harston, […]

Nacido en Nairobi en 1942, este diplomático británico acumula en su oficina en Belgrado multitud de recuerdos que hablan, de manera fascinante, de sus destinos anteriores. Tras cuatro décadas de servicio internacional (Timor, Sáhara Occidental, Bosnia y Haití, entre un largo etcétera), el ex-Representante del Secretario General de las Naciones Unidas en Belgrado, Julian Harston, acaba de iniciar una bien ganada jubilación. Sentado en su despacho, flanqueado por una bandera de la organización mundial por excelencia y por un cuadro de dos saharauis jugando al ajedrez en las arenas de Tinduf, Harston habla sobre el Sáhara Occidental, Kosovo, la ONU y la Unión Europea, en la que es su primera entrevista tras dejar su puesto de Representante de Ban Ki-Moon en Belgrado.

Pregunta: Tras una dilatada carrera al servicio de la ONU, ¿qué es lo que recuerda como lo mejor y lo peor de su experiencia internacional? 

Analizando mis años de servicio en el Departamento de Mantenimiento de la Paz de la ONU, el período que destacaría como la hora más baja fue el de mi trabajo con UNPROFOR en Croacia en 1995. Se podría catalogar como Mantenimiento de la Paz en su peor momento. Recibíamos instrucciones contradictorias de la Comunidad Internacional, carecíamos de los medios adecuados y teníamos una gestión nefasta con gente sin cualificación tomando decisiones de vida o muerte. La ONU no estaba preparada para escenarios como Croacia, Bosnia o Ruanda. Estábamos en el lugar equivocado, con el mandato equivocado y sin el apoyo necesario.

Las tradicionales operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU en las décadas anteriores a los 90 eran operaciones militares en las que contingentes bajo bandera de la ONU se interponían entre ejércitos a la antigua usanza. Croacia, Bosnia y Ruanda, conflictos civiles de genocidio, no tenían nada que ver con esto. Fue un periodo muy duro, aunque hubo otras historias de éxito como Namibia o Camboya, igualmente con sus luces y sombras.

La mayor satisfacción en todos estos años ha sido ver cómo han mejorado las operaciones de la ONU. Las tropas de mantenimiento de la paz sólo deberían ser enviadas allí donde hay una paz que mantener. Ha llevado mucho tiempo entender esto, pero el sistema de trabajo de la ONU ha mejorado mucho, es más profesional y adecuado. Creo que se ha aprendido una importante lección. Mi mayor placer personal han sido los tres cargos que he desempeñado en Serbia, donde he visto al país emerger de una dictadura brutal a una democracia que llama a las puertas de Europa. 

Pregunta: Con respecto a su época como Jefe de la misión de la ONU en el Sáhara Occidental (MINURSO), ¿cuál es su opinión sobre este conflicto? 

Tuve la suerte de liderar la MINURSO entre 2007 y 2009, un momento de negociaciones que despertaron un mayor interés político, a pesar de que nunca tuvimos cerca la solución al conflicto. Como en las negociaciones sobre Kosovo, en las discusiones sobre el Sáhara Occidental hubo siempre una presión asimétrica de la Comunidad Internacional sobre una de las partes. En Kosovo, la presión se ejerció exclusivamente sobre el gobierno serbio; en el Sáhara, principalmente se presionó al Polisario. Las negociaciones nunca llegan a buen puerto cuando sólo se presiona a una de las partes. Es muy interesante ver cómo ciertos miembros relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU han defendido posturas totalmente contradictorias en temas como el Sáhara Occidental y Kosovo. Sobre el tema del Sáhara, los líderes en Washington, Londres y París apoyan la solución de autonomía dentro de Marruecos. Sin embargo, en el tema de Kosovo, esos mismos líderes apoyan la independencia de Serbia.

Lo de que Kosovo es una excepción única no se lo cree nadie. Al menos en el tema del Sáhara Occidental, las autoridades marroquíes han entendido que son parte de un proceso enmarcado en el ámbito de las resoluciones de Naciones Unidas, mientras que en el caso de Kosovo, los líderes kosovares han sido animados a ignorar dichas resoluciones de la ONU. Es imposible obviar que los países que han reconocido la declaración unilateral de independencia de Kosovo lo han hecho en clara violación de las resoluciones de Naciones Unidas.

Volviendo a la cuestión del Sahara, Mohamed VI ha jugado bien sus cartas. Al introducir la posibilidad de autonomía para otras regiones dentro de Marruecos, ha creado el marco adecuado para reforzar sus reivindicaciones sobre el Sáhara. Pero las resoluciones de la ONU aún exigen el mutuo acuerdo de las partes y algún modo de satisfacción para implementar los deseos de autodeterminación de los saharauis. En este escenario, las negociaciones deben continuar, a pesar de que el status quo favorece a Rabat. El problema es que este contencioso no se halla en la agenda de nadie a día de hoy, y aquellos que podrían influir en su solución están bastante contentos con el status quo actual.

Pregunta: ¿Cuál es su opinión sobre el papel jugado por España en el conflicto del Sáhara Occidental? 

Viví dos años en Portugal y entiendo perfectamente el sentimiento en ambos países por la manera poco limpia en que se gestionó la cesión de sus responsabilidades coloniales en los años 70. Como Jefe de la MINURSO siempre me impresionó el alto nivel de apoyo al pueblo saharaui entre la población española en general, como los programas de acogida para niños saharauis en familias españolas o los miles de contenedores de ayuda enviados a los campos de refugiados por ayuntamientos de toda España. Eso es algo que nunca olvidaré. No cabe duda que el pueblo español en general se ve muy ligado al saharaui y que siente un fuerte sentimiento de responsabilidad por la situación del Sáhara, lo que supone un problema para el gobierno español, que no ha mostrado nunca ninguna voluntad real de apoyar iniciativas creíbles para solucionar este conflicto.

Comparando la respuesta oficial de España y Portugal, por ejemplo, en el caso de Timor Oriental, el gobierno portugués desempeñó un liderazgo claro de apoyo a la independencia en la sede de la ONU y sobre el terreno en Timor. Militares y policías portugueses jugaron un papel muy importante en las operaciones de la ONU allí desde 1999. España no ha presionado nunca para estar en la toma de decisiones sobre el conflicto del Sáhara. Todos los gobiernos españoles en Madrid simplemente se lavaron las manos desde 1975. También hay que preguntarse qué es lo que España estaría verdaderamente dispuesta a aportar y cómo ello afectaría a sus relaciones comerciales con Marruecos, sin olvidar el asunto de Ceuta y Melilla. Rabat cuenta con el apoyo decidido de Washington y París, que dicen querer impulsar la democracia en este Estado feudal. España no puede hacer mucho por el pueblo del Sáhara sin asumir unas implicaciones plenas en su política exterior. Cualquier partido político que proponga un cambio en la posición tradicional hacia el Sáhara desde 1975 tendrá que hacer un análisis muy serio de su política en muchos ámbitos, si no quiere nuevamente defraudar las expectativas creadas.

Pregunta: ¿Qué opina de la situación actual en el conflicto de Kosovo? 

He tenido la fortuna de ver cómo se ha desarrollado la política sobre Kosovo desde el primer día. La intervención humanitaria de 1999 se llevó a cabo porque había gente en los puestos clave en la UE que se sentían con ánimo para lidiar con grandes proyectos, pero la UE de hoy es muy diferente incluso a la de hace un lustro. El fracaso de la Constitución Europea, la de los referéndums fallidos, ha dado paso a una nueva UE introvertida, que se ve sin la capacidad de implementar políticas diseñadas en el pasado, cuando la mentalidad era distinta. Esto es lo que explica que la UE lo esté haciendo mal en Kosovo hoy en día. La actual presencia de la UE en Kosovo (dividida entre la Oficina Civil Internacional, la misión EULEX, y la delegación de la Comisión Europea) supone defender planteamientos inviables e incoherentes.

Lo que más me preocupa es que la partición étnica de Kosovo (la menos aceptable de las opciones) está emergiendo cada vez con más fuerza. Esta opción es mala para Kosovo, es mala para Serbia, es mala para todos. No es una solución real y solo refuerza el planteamiento de la política étnica.

Lo más terrible es que los principales países de la UE han dado la espalda deliberadamente a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y al papel legítimo de Naciones Unidas en el conflicto de Kosovo. El Secretario General de la ONU ha ofrecido reiteradamente el paraguas de la Organización para permitir a la UE desarrollar su trabajo en Kosovo de modo legal, pero aun así tanto EE.UU. como los principales países de la UE han despreciado el papel de la ONU sin justificación, dando lugar a que las autoridades kosovares desprecien también a la propia organización a la que quieren llegar a pertenecer. Ello muestra un serio complejo en Bruselas y en Washington sobre la relación con la ONU y el respeto a sus poderes. Las capitales occidentales que se quejan del fracaso de la ONU son aquellas que han contribuido a su fracaso al no respetar sus resoluciones ni aportar los medios para reforzarla.

Pregunta: ¿Cómo ve el papel de España en el tema de Kosovo? 

El conflicto de Kosovo va a ser un problemón durante mucho tiempo. La decisión de la Corte Internacional de Justicia puede que ayude a aclarar el panorama, pero está claro que, a día de hoy, España hizo lo correcto al no reconocer la declaración unilateral de independencia, respetando así la legalidad de las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU. Los países que han reconocido la independencia de Kosovo están violando deliberadamente la legalidad internacional. Sobre el caso de España, lo que no tengo claro es el por qué de la decisión española, si es únicamente por respetar la legalidad internacional o si es por cuestiones de política doméstica.

Pregunta: A modo de conclusión, ¿cómo ve el futuro de la ONU y de la UE?

Aunque parezca increíble, la ONU es hoy mejor de lo que era antes. No deberíamos olvidar que cada vez que mandamos una carta al extranjero, cada vez que oímos un programa de radio internacional, o cada vez que nos vacunamos, eso es también la ONU. El comercio internacional, la salud mundial… Lo que siempre está en las noticias es el Consejo de Seguridad, las cuestiones políticas escabrosas y los fracasos de las operaciones internacionales. Creo que, en líneas generales, el trabajo de las distintas agencias de la ONU es mejorable y la burocracia podría reducirse, pero a pesar de ello, el modelo de ONU que tenemos es el que hay y ha mejorado mucho en los últimos 20 años.

Sobre la Unión Europea, supongo que se podría decir lo mismo, pero lo cierto es que desde mi punto de vista personal estoy muy decepcionado con la UE, no se ve que Bruselas tenga una visión de futuro coherente. Creo que hace 10 años, en aquel convulso 1999, los líderes en Bruselas tenían muy claro cuáles eran sus objetivos. Los líderes europeos de hoy no parecen tenerlo en absoluto nada claro.

Fuente: http://www.elimparcial.es/mundo/espana-nunca-ha-mostrado-una-voluntad-real-para-solucionar-el-conflicto-del-sahara-58880.html