Recomiendo:
0

Europa-EEUU, una alianza de futuro incierto

Fuentes: El Nuevo Diario

Hace Bush su primera visita a Europa después de ser reelecto presidente. El hecho quiere presentarse como el inicio de una nueva era en las relaciones EEUU-UE y como tal está siendo tratado por políticos, comentaristas y medios de comunicación. Sin embargo, las palabras no pueden obviar realidades económicas, comerciales y estratégicas, que poco coinciden […]

Hace Bush su primera visita a Europa después de ser reelecto presidente. El hecho quiere presentarse como el inicio de una nueva era en las relaciones EEUU-UE y como tal está siendo tratado por políticos, comentaristas y medios de comunicación. Sin embargo, las palabras no pueden obviar realidades económicas, comerciales y estratégicas, que poco coinciden con los idílicos abrazos que suelen prodigarse generosamente en estos cónclaves.

Airbus lleva décadas perturbando el sueño de EEUU, pues además de retarle en un campo en el que ejercía un virtual monopolio en el mundo occidental, inició una guerra comercial implacable que sigue haciendo crujir las relaciones euro-norteamericanas. EEUU subvenciona a Boeing con multimillonarios contratos militares adjudicados a dedo (23.000 millones de dólares desde 1992), en tanto los europeos no dudan en abrir las arcas públicas a Airbus. Para evitar la guerra total, las partes llegaron, en 1992, a un acuerdo en el GATT, en virtud del cual las ayudas directas a sus empresas no superarían el 33% y las indirectas el 4%. El acuerdo se rompió en octubre de 2004, con la presentación de una demanda de EEUU y una contrademanda de la UE en la OMS, en una renacida guerra aeronáutica.

El impacto de Airbus en EEUU ha sido demoledor. Boeing tuvo que despedir a 23.000 empleados en 1993, cifra que alcanzó los 40.000. Aunque en 1997 absorbió a McDonnell-Douglas, el segundo fabricante aeronáutico, Boeing siguió perdiendo mercado. Si en 1999 Boeing entregó 620 aviones comerciales por 294 de Airbus, en 2004 Airbus se erigió en el primer fabricante mundial, entregando 320 aviones por 285 de Boeing. La agresiva política de Airbus ha llevado la guerra a territorio yanqui, donde decenas de compañías aéreas optan por aviones europeos y donde Airbus planea adquirir empresas tecnológicas para fortalecer su presencia y desarrollo. El último reto es el superavión A-380, que amenaza dar el golpe de gracia a Boeing, desbancado al mítico 747 como mayor avión de transporte de pasajeros. De la importancia del A-380 dio cuenta la presencia de los dirigentes de los países que forman el consorcio, cuando su luminosa presentación.

La UE, a través del consorcio aeroespacial EADS, ha llevado la rivalidad al campo militar, teniendo como productos estrella el caza polivalente Eurofigter y el supertransporte A-400M, dos inversiones consideradas estratégicas, pues implican reducir a mínimos la dependencia europea de la tecnología norteamericana en ese tipo de aviones. No obstante, el hecho más relevante del último año ha sido la aceptación por EEUU del sistema europeo de navegación Galileo, pues supone el fin del monopolio norteamericano sobre las comunicaciones por satélite y un paso sustantivo hacia la independencia militar de la UE. Mientras la industria militar de EEUU recibía inmensos beneficios de la venta de sus ingenios militares, los países europeos se veían limitados, bajo el peso de la Guerra Fría, a ser meros consumidores. EEUU obtenía, además de los beneficios, financiamiento en el campo científico-técnico, lo que hacía mayor la dependencia y el gasto. Ese círculo vicioso quedó roto con la formación de EADS y se debilitará más con la puesta en marcha de la Agencia Europea de Defensa, que aspira a coordinar la política de defensa de la UE y maximizar su presupuesto militar conjunto, cifrado en 160.000 millones de euros.

La pugna sorda entre los dos bloques y lo reducido de los mercados, llevó a EEUU a promover una alianza anglosajona de espionaje, concretada en el sistema ECHELON, que permite interceptar mensajes y comunicaciones por los servicios de inteligencia de EEUU y sus aliados. Echelon permitió a EEUU conocer el estado de las negociaciones entre la UE y Brasil para la instalación de un gigantesco sistema de radares en ese país y arrebatar el contrato a los europeos. La respuesta de la UE ha sido el sofisticado antisistema SECOQC (Secure Communication based on Quantum Cryptography), que permite conocer cuándo hay intercepciones, lo que permitirá impedir que EEUU conozca sus comunicaciones.

Con todo, el campo de batalla principal está en la rivalidad entre el euro y el dólar, por décadas símbolo del poder de EEUU. El nacimiento del euro supuso colocar en los mercados mundiales una divisa sólida, capaz de romper con el monopolio del dólar como moneda de referencia en las transacciones internacionales. El tema es tanto más relevante cuanto que EEUU, el país más endeudado del mundo, necesita perentoriamente del ahorro mundial para financiar su inmenso déficit público y comercial. La dependencia de la economía norteamericana convierte al euro en el mayor enemigo de su prosperidad y en la principal amenaza a la supremacía política y militar de EEUU en el mundo. Desde su nacimiento en 1999, la moneda europea ha crecido, constata el FMI, lenta pero firmemente como divisa de referencia, reforzada por la debilidad del dólar, que ha causado pérdidas cuantiosas a sus detentadores. En 2001 el dólar representaba el 66,9% de las reservas internacionales; en 2004, la tasa de reservas en dólares bajó al 60%, una disminución que tiende a agrandarse. Según una encuesta hecha a 65 bancos centrales, dos tercios de ellos hicieron un mayor acopio de euros que de dólares desde 2002, lo que explica que el euro haya pasado de ser un 16,7% de las reservas mundiales en 2001 a un 19,7% en 2004.

El fortalecimiento del euro no cesa de aumentar. Irán pasó el 35 % de sus reservas de dólares a euros y Arabia Saudita, según el Financial Times, retiró hacia el euro 100.000 millones de dólares de los 700.000 que tiene en EEUU, mientras Rusia y China aumentan sus reservas en euros. Si el proceso continúa, EEUU podría perder, a causa del euro, su dominio sobre las finanzas mundiales y su control sobre el FMI y el BM. Como señalan destacados economistas, carece de sentido que siendo EEUU y la UE un tercio cada uno de la economía mundial, el dólar represente el 60% de las reservas y el euro sólo el 19.7%. Un dato curioso cabe apuntar sobre el petróleo. Mientras su precio en dólares ha aumentado un 110% desde 2001, su precio en euros se mantuvo estable hasta 2003 y aumentó un 55% después de la guerra en Iraq. La OPEP parece seguir la cotización del euro respecto al dólar para fijar el precio del crudo, en una «eurización» paulatina y encubierta del petróleo.

No obstante, es en temas estratégicos donde las disensiones adquieren mayor grado, al menos con un grupo señalado de Estados. La guerra de agresión contra Iraq abrió un foso profundo entre EEUU y los pueblos europeos, dividiendo a la UE en dos grupos antagónicos como no había ocurrido nunca. La UE se vio reducida a una mera asociación económica y comercial sumida en un batiburrillo de voces en política exterior, muchas de las cuales, con Gran Bretaña a la cabeza, eran ecos de EEUU. La ampliación de la UE a 25 Estados más que fortalecer el proyecto europeísta ha producido un fortalecimiento de la OTAN, el mayor mecanismo de control que posee EEUU en el continente europeo, pues con la ampliación al Este ha entrado, por la puerta grande, un grupo de países identificados fuertemente con la política norteamericana. Por tal motivo no sorprendió a nadie que The Herald Tribune afirmara que EEUU era el gran ganador de la mayor ampliación de la UE.

La guerra en Iraq ha modificado profundamente la situación internacional y ha puesto sobre la mesa nuevas realidades que es imposible soslayar. Una primera realidad es que EEUU ha asumido una política fundada sobre las guerras de agresión, respecto de las cuales no cabe esperar protección alguna de la ONU o de la comunidad internacional. Los Estados más inmediatamente amenazados, como Corea del Norte, Siria e Irán, están obligados a unirse y a dotarse de los medios militares necesarios que disuadan de una invasión o la hagan tan costosa que obliguen a dudar de su viabilidad. Corea del Norte ha afirmado poseer armas atómicas. La UE debe considerar qué hará cuando Irán haga otro tanto, con la ayuda y la complicidad de Rusia y China, países que tienen en Irán su última limes frente a EEUU. O lo que hará si Israel o EEUU, tras consolidar su posición en Iraq, deciden agredir a Irán so pretexto el programa nuclear, lo que no podrían hacer sin el apoyo y el dinero de la UE. Un propósito central del periplo europeo de Bush es lograr que la UE comparta los costos de la ocupación de Iraq y, luego, los de una guerra contra Irán o Siria.

El mundo se reordena lenta pero inexorablemente y no es posible trazar políticas mundiales menospreciando a otras potencias atómicas o planteando ir contra ellas. En Asia Central, Rusia recobra posiciones y coordina políticas con China. La pretensión de la OTAN de establecer una base de aviones de espionaje AWACS fue rechazada por Kirguizistán, como resultado del endurecimiento de la política rusa. Ucrania es un país esencial para Rusia y los planes para arrancarlo de su socio histórico entraña riesgos que no cabe minusvalorar, por las consecuencias que tendría a corto y mediano plazo.

La UE tiene un dilema profundo ante si: resolver su papel en el mundo, que desde EEUU fue resumido en la contraposición entre la vieja y la nueva Europa. La diferencia entre una otra radica en los objetivos. La vieja Europa quiere una UE con autonomía y voz propia, capaz de actuar con un peso proporcional a su poder económico, científico y militar. Para la nueva Europa la UE debe ser una entidad económica y comercial, vicaria de EEUU en lo político y dependiente de la OTAN en lo militar. El papel que defiende Bush.

Se ha afirmado en España, a raíz del referéndum, que el tratado constitucional de la UE dará respuesta a esta división. No está nada claro que pueda darla, pues dicho tratado sólo pospone el dilema. La realidad muestra a una UE presa de su particular «síndrome de Estocolmo»con relación a EEUU y al papel que quiere jugar en el mundo, que precisa de su independencia. La escisión se mantendrá hasta que las diferencias con EEUU sean de tal magnitud que la UE deba escoger entre su autonomía, su división en dos bloques o su sumisión a EEUU. Entre su ser y la nada. George W. Bush no visita Europa para fortalecer la UE, sino para afianzar las ambiciones hegemónicas de EEUU. Como dijo Ronald Reagan en 1983, «nosotros no estamos en el mundo para defender los intereses de los demás. Estamos para defender nuestros intereses». Esperemos que la UE sepa defender los suyos.

Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid [email protected]