El Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (FMJE) es un espacio de debate y de discusión donde miles de jóvenes, de diversas partes del mundo, analizan la situación internacional del imperialismo, sus ofensivas y las formas de organización y lucha para hacerle frente. Nacido en 1947, el festival fue impulsado principalmente en países […]
El Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (FMJE) es un espacio de debate y de discusión donde miles de jóvenes, de diversas partes del mundo, analizan la situación internacional del imperialismo, sus ofensivas y las formas de organización y lucha para hacerle frente.
Nacido en 1947, el festival fue impulsado principalmente en países del entonces bloque socialista. Después de la caída del muro de Berlín hubo 8 años sin celebrarse, hasta que resurgió en la Cuba Socialista en 1997, donde retomó nuevos aires para seguir dándole la pelea a los dueños del capital a nivel mundial.
Además de la Isla Revolucionaria, América Latina ha recibido al festival en Venezuela (2005) y recientemente en Ecuador (2013). Nuestra América se ha convertido en foco de un debate mundial, mostrando formas de lucha contra el neoliberalismo, y pueblos dispuestos a hacerle frente a Estados Unidos y sus organismos financieros que durante décadas se impusieron a costa del hambre y la pobreza de la gente.
En Ecuador, con el presidente Rafael Correa al frente, se desarrolla un fenómeno muy interesante de transformación de modelo económico y lucha contra el neoliberalismo, apoyado por una amplia franja de la población, sobre todo la de más escasos recursos. Actualmente, el proceso cuenta con más de dos terceras partes del parlamento, y en la última elección presidencial Correa ganó con el mayor margen de votos que cualquier otro presidente del continente. La Revolución Ciudadana se ha caracterizado por una fuerte inversión en infraestructura, así como por una intensa gama de políticas en favor de los de abajo, y contra los políticos corruptos, entreguistas y mercenarios de gobiernos anteriores. Aunque, por supuesto, es algo que está lejos de quedar resuelto al 100%.
En ésta ocasión, el FMJE realizado en la ciudad de Quito, contó con la participación de más de 8 mil jóvenes procedentes de más de 80 países del mundo. Entre las discusiones presentadas, queremos destacar las siguientes: la crisis económica mundial, que golpea fuertemente a los pueblos de Europa; la resistencia del pueblo palestino; diversos procesos de emancipación en el continente africano; la lucha por la liberación del Sahara Occidental; los recientes sucesos en Colombia y en Brasil; y, por último el proceso de Revolución Ciudadana en Ecuador, un proceso muy rico, lleno de discusiones, de retos y de aprendizaje.
En este número, abordamos los puntos de Europa y de África, y en siguientes entregas retomaremos los demás puntos de discusión.
Europa, pueblos en despojo.
Después de años de administrar un cierto bienestar para la población europea, a costa del saqueo imperialista en diversas partes del mundo, desde 2008 diversos países del continente, frente a la crisis económica, sufren de una verdadera guerra económica de despojo, saqueo y degradación social.
Grecia y España, encabezan la lista de países sometidos por los designios de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que prohíben el gasto público, privatizan cientos de empresas públicas, recortan salarios, despiden trabajadores y golpean diversas conquistas como la pensión y la jubilación, todo para mantener los niveles de ganancia de la oligarquía financiera y de las grandes empresas trasnacionales. Dicha ofensiva neoliberal de saqueo, por supuesto, no se centra en los países mencionados, sino que se extiende por muchos lugares del continente.
Tal vez lo más representativo de las denuncias presentadas en el FMJE, fueron las hechas por la delegación griega, que puso a meditar a los asistentes frente a la dificultad que muestran para la transformación social, y es que afirman que Grecia es un país en movimiento. En los últimos meses se han realizado más de 30 huelgas generales, donde se ha paralizado todo, industria, transporte, sector público, etc., y «no hemos logrado nada». Lo mismo ha ocurrido con huelgas masivas en España e Italia. Se habla por ejemplo, de participación de más de 10 millones de personas en multitudinarias jornadas de protesta.
La pregunta es «¿qué hacer para transformar la situación?». No se trata de lugares que tengan una población apática o inconsciente, por el contrario, se trata de lugares donde existe una amplia participación social, huelgas masivas, marchas de millones de personas, estudiantes, obreros, campesinos, unidos contra el despojo en un elevado nivel de movilización, y a pesar de esa gran agitación social, los neoliberales imperialistas siguen con el poder en las manos y siguen saqueando no sólo Grecia, sino también Portugal, España, Italia, Francia, etc. La respuesta no es fácil, por el contrario, plantea un reto de imaginación e iniciativas para todos los que luchamos contra el sistema y sus gobiernos, por la construcción de un mundo mejor.
Un ejemplo claro de cómo ha avanzado el neoliberalismo, es terreno educativo. En España, por ejemplo, a raíz del llamado «Plan Bolonia», firmado por los ministros de educación de distintos países de Europa en 1999, se ha dado un duro golpe al derecho a recibir educación gratuita. La educación universitaria (antes otorgada por el Estado), actualmente está siendo reformada: hay una mayor segregación en la educación, no se permite el acceso a todos los que quieran ingresar al nivel superior, y desde hace algunos años se comenzaron a realizar exámenes de selección (muy comunes en nuestro país); por otro lado, el gobierno le está permitiendo a las empresas privadas una mayor ingerencia en la definición de los planes y programas de estudio y, al mismo tiempo, permitiendo la apertura de un sin número de escuelas «patito». Hoy, un estudiante español tiene que pagar hasta 700 euros al año para costearse la universidad y una maestría hasta 4 mil euros al año, mientras que el salario mínimo de un trabajador español es de 7 mil 800 euros al año.
Otro caso paradigmático de la irracionalidad con que están actuando los gobiernos europeos, de los muchos presentados en el Festival, es Bélgica. El gobierno de Bruselas, para compensar los recortes presupuestales, en lugar de dirigir nuevos impuestos a las altas ganancias empresariales, o a transacciones financieras, ha decidido multar a la ciudadanía con pretextos absurdos: ahora pagas por sentarte mal en una banca, por no comer «correctamente» en un restaurante, o, casualmente, por pegar un cartel en un poste público. Estudiantes activistas sociales denuncian que por su lucha, ahora deben cientos de euros en multas, que llaman a no pagar, tanto a los activistas como a toda la población, pues las leyes son injustas e irracionales.
África, un continente con esperanza.
El festival contó con numerosas delegaciones de Angola, Mozambique y Namibia, así como una muy sentida delegación del Sahara Occidental y representaciones de otros tantos países africanos. Las narraciones e intervenciones muestran una gran esperanza entre los pueblos del continente negro. «Por fin somos independientes», decían en diversos momentos, «es hora de construir nuestras sociedades».
Los participantes muestran que, después de años de saqueo, esclavismo, coloniaje y opresión contra sus pueblos, ahora la mayor parte de los países presentan procesos de intervención del Estado para construir instituciones, infraestructura y un cierto desarrollo económico.
Con la llegada de la independencia, y de gobiernos locales preocupados (en mayor o menor medida) por mejorar la situación social después de siglos de degradación, se hace presente un momento de esperanza.
En el debate, era claro que el tener un Estado interventor, construyendo hospitales o carreteras, es importante, pero no garantiza que se pueda sostener el mejoramiento constante de la condición de vida de los habitantes, pues en este capitalismo voraz, es necesario además ir transformando la estructura económica, lo cual al parecer no ocurre en la gran mayoría de los países africanos.
Namibia, por ejemplo, alcanzó su independencia hace poco más de 3 décadas. Es muy reciente la existencia de un gobierno propio, que realiza políticas sociales de desarrollo, pero sin tocar el esquema de propiedad ni a las grandes empresas. Antes saqueaban sus recursos, el país como colonia debía entregar su riqueza natural a empresas extranjeras sin beneficio alguno para las poblaciones originarias; hoy la nación posee dichos recursos, como país independiente, pero los da a usufructo de grandes empresas a costa de pequeños pagos de impuestos. La población por fin tiene algún derecho, educación, salud, vivienda, carreteras, pero ¿hasta dónde se podrá sostener la política de redistribución si los recursos naturales se están concesionando de ésta forma?
Es justo mencionar que en cada intervención, a cada momento, cuando cualquier africano tomaba la palabra, hacía referencia a tres elementos: en primer lugar, el dolor por la muerte de «papá Madiva», el luchador Mandela recién fallecido; la gigante solidaridad de Cuba con las luchas de los pueblos africanos, la importancia de su intervención para la independencia y el actual apoyo con miles de médicos y profesores desplegados en diferentes lugares del continente; y la indignación por el hecho de que Marruecos mantenga la ocupación del territorio del pueblo saharaui (Sahara Occidental).
«Tenemos fuertes problemas con el VIH y la malaria, pero estamos avanzando, estamos construyendo…». Se muestra en el festival, al menos por las delegaciones presentes, y por sus intervenciones, una situación continental de empuje de los movimientos sociales; se presenta a diversos gobiernos (por supuesto, no todos) preocupados por sus pueblos; hay países como Angola que incluso llaman a la construcción del socialismo. Es algo que, en su conjunto, no se tenía antes, ahí reside la sensación de avance en la correlación de fuerzas con respecto a las épocas del apartheid.
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