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"Él es igual a nosotros, es un indígena y conocer las necesidades del pueblo, eso lo hace diferente"

Fiesta de los pueblos indígenas en Bolivia: no más discriminación

Fuentes: Gloobal Hoy

Hace menos de 30 años, pensar en un indígena tomando el poder en el palacio presidencial de Bolivia, era inadmisible. Si ojeamos la historia de este país, encontramos que desde 1971 hasta 1980, durante las dictaduras de Hugo Bánzer Suárez y otros que lo sucedieron, los indígenas no tenían permiso para acercarse a las calles […]

Hace menos de 30 años, pensar en un indígena tomando el poder en el palacio presidencial de Bolivia, era inadmisible. Si ojeamos la historia de este país, encontramos que desde 1971 hasta 1980, durante las dictaduras de Hugo Bánzer Suárez y otros que lo sucedieron, los indígenas no tenían permiso para acercarse a las calles céntricas de La Paz y menos a la Plaza Murillo en las inmediaciones del Palacio de Gobierno.

Pero el peso del 62 por ciento de la población indígena recién tuvo eco el pasado 18 de diciembre, cuando Evo Morales Aima, un indígena aymara-quechua resultara victorioso en las elecciones. Este cambio, trae esperanzas a indígenas y a la gran masa de uno de los países más pobres de América del Sur.

Pedro Pablo Pérez, es un comunicador aymara de 40 años. Vive en El Alto, vecina a La Paz. Su trabajo: emitir mensajes en radios comunitarias en la lengua aymara, con el propósito de generar conciencia de los derechos y deberes de la ciudadanía boliviana.

Para este comunicador, el hecho de tener un presidentes indígena, «es un orgullo porque yo me siento como persona, porque antes cuando gobernaban los criollos no me sentía persona, no sentía alegría, porque sabía que los que gobernaban no tenían interés en nuestros reclamos. Ahora los pueblos indígenas vamos a hacer prevalecer nuestra identidad, nuestros derechos y vamos a exigir que los descendientes de los españoles tendrán que someterse ahora ellos, porque nos sometieron más de 500 años».

Con lágrimas en los ojos, Pérez recuerda que «los indígenas no teníamos derechos de caminar por la ciudad, porque la ciudad era solamente de los blancos, aunque veníamos a la ciudad sólo podíamos llegar a las zonas marginales, no podíamos llegar a la Plaza Murillo ni al Prado; así es que Bolivia tiene una historia de lucha, de proceso para la liberación».

En la ciudad sagrada de Tihuanacu, Leucadia Chamcasim, una indígena aymara vendedora de té de coca, nos dice que siente que el presidente es su hermano y que definitivamente las cosas van a ir a mejor: «tengo esperanza y fe y espero que sea lo mejor, que no sea como los anteriores presidentes que tuvimos, tiene proyectos que sabemos que los va a realizar; él es igual a nosotros, es un indígena y conocer las necesidades del pueblo, eso lo hace diferente».

Felipe Canaviri, un indígena quechua, afirma que se siente muy orgulloso porque su compañero Evo Morales tomó el poder a nivel nacional y «tenemos la esperanza de que las cosas van a cambiar, venimos sufriendo desde hace 513 años, con humillaciones, físicas y psicológicas, no más sumisión; ahora vamos a pedir que las leyes nos favorezcan; me identifico con Evo porque es un indígena que sufrió como nosotros y ahora sentimos que Bolivia vive un día diferente».

Con este panorama, la discriminación en Bolivia definitivamente tiene los días marcados. En la recepción que ofreció el presidente saliente Rodríguez Veltzé a las delegaciones extranjeras, indígenas aymaras y quechuas, finamente ataviados con sus trajes típicos, compartieron la velada con empresarios, diplomáticos, el presiente saliente y el Príncipe de Asturias. Un sueño, que hace menos de 30 años, no se podía imaginar.