Bajo fuertes presiones de diversos sectores de la población, la presidenta Gloria Macapagal Arroyo levantó el estado de emergencia en Filipinas, que a muchos evocó los tristes días de la dictadura. La conspiración ha sido aplastada y es tiempo de reanudar el verdadero trabajo del gobierno, señaló Macapagal Arroyo una semana después de decretar el […]
Bajo fuertes presiones de diversos sectores de la población, la presidenta Gloria Macapagal Arroyo levantó el estado de emergencia en Filipinas, que a muchos evocó los tristes días de la dictadura.
La conspiración ha sido aplastada y es tiempo de reanudar el verdadero trabajo del gobierno, señaló Macapagal Arroyo una semana después de decretar el estado de emergencia «para enfrentar una intentona golpista».
Confío en que el orden ha retornado, por eso, sobre la base de los poderes que me son concedidos por la Constitución, declaro que a partir de este momento ya no existe estado de emergencia, dijo en un discurso trasmitido por televisión.
Esta situación estalló en medio de la peor crisis política en la que está sumida desde hace meses la mandataria filipina, quien en julio pasado fue acusada de corrupción y de orquestar un fraude para ganar las elecciones de mayo de 2004.
Aunque la presidenta sobrevivió a un intento de impugnación en septiembre del referido año, las peticiones de dimisión y los rumores de golpe de Estado persistieron.
La oposición insiste en que las actuaciones dictatoriales se incrementaron desde que Arroyo prohibió el año pasado las protestas contra su gobierno e investigaciones del Congreso sin su aprobación previa, con el estado de emergencia la situación llegó a su punto máximo.
Reconocidos dirigentes políticos y defensores de los derechos humanos reclamaron la anulación de esa medida y denunciaron que el proceder de la jefa de Estado era inconstitucional y violaba las libertades políticas.
Macapagal Arroyo suspendió todas las protestas, ordenó el cierre de varios diarios y otorgó a los cuerpos de seguridad poderes especiales para realizar arrestos sin necesidad de una orden judicial.
Más de 70 personas fueron detenidas, entre ellas miembros del Congreso y oficiales, a quienes acusó de estar implicados en la supuesta intentona golpista con motivo del vigésimo aniversario del derrocamiento del dictador Ferdinando Marcos (1965-1986).
El ex presidente Fidel Ramos, quien apoyó a la jefa de Estado en julio del pasado año en medio de un escándalo político, dijo que su respaldo se ha ido esfumando poco a poco.
Ramos opinó que la implantación de medidas excepcionales bajo el pretexto de un presunto golpe de estado en preparación fue una operación «precocinada».
La ex presidenta Corazón Aquino también tuvo frases de censura para Arroyo al decir que este estado de emergencia es sólo otro nombre que se le ha dado a la ley marcial.
Quisiera pedir a los filipinos que recemos juntos, nos ayudemos los unos a los otros y seamos capaces de preservar la democracia que restituimos hace 20 años, señaló.
Esto, puntualizó, ocurrió durante la ley marcial cuando la gente se volvió apática y fue el motivo por el que el dictador pensó que podía hacer lo que quisiera para permanecer en el poder.
El 25 de febrero se cumplieron 20 años de la sublevación que puso fin a la dictadura de Ferdinando Marcos, quien al principio gobernó de manera democrática, pero paulatinamente fue siendo más autoritario hasta instaurar una fuerte dictadura en 1972.
Ese año impuso la ley marcial, gracias a lo cual pudo encarcelar sin mayor trámite a sus adversarios políticos, entre los cuales se encontraba Benigno Aquino.
Marcos también promulgó una nueva Constitución en la que pasaba a ejercer tanto las funciones de jefe de Estado como las de primer ministro.
La oposición contra ese régimen se fue endureciendo hasta que en 1986, cuando pretendía seguir en el cargo pese a su derrota, las protestas populares e internacionales lo obligaron a exiliarse a Hawai.
Sus últimos años en el poder se caracterizaron por la corrupción, el estancamiento económico, las abismales desigualdades entre pobres y ricos, y el arraigo de la guerrilla en las zonas rurales.
La historia pareciera repetirse con Macapagal Arroyo, que ahora pretende gobernar con mano de hierro a un país que en estos momentos reclama su dimisión y denuncia las irregularidades de su gobierno.