Este 26 de enero (26E) se celebra la jornada de acción global impulsada por el Foro Social Mundial (FSM) y es la primera vez, después de siete años de trayectoria, que no tendrá lugar un FSM al uso. ¿Qué puede significar este 26E? ¿En qué momento se encuentra el FSM? ¿Qué retos y perspectivas enfrenta? […]
Este 26 de enero (26E) se celebra la jornada de acción global impulsada por el Foro Social Mundial (FSM) y es la primera vez, después de siete años de trayectoria, que no tendrá lugar un FSM al uso. ¿Qué puede significar este 26E? ¿En qué momento se encuentra el FSM? ¿Qué retos y perspectivas enfrenta?
El impacto de la jornada del 26E aún está por ver. A pesar de que se celebrarán acciones en todo el mundo, la capacidad de impacto de las mismas parece estar muy lejos del que consiguió la jornada de acción global del 15 de febrero del 2003 contra la guerra. Evidentemente, la coyuntura de la protesta ha cambiado y el ciclo de auge del movimiento «antiglobalización» ha pasado, pero aún y así la necesidad de protesta y de rebeldía es más urgente que nunca.
La última edición del FSM en Nairobi, un año atrás, se saldó con algún que otro toque de atención acerca de los peligros que podían acechar al Foro: la posible mercantilización del evento, la cooptación de su discurso, la «oenegización» y moderación del mismo y su alejamiento de los movimientos sociales de base. Pero cabe señalar también la capacidad de reacción de los sectores más radicales y su voluntad de que el FSM siga siendo un instrumento útil al servicio de las resistencias.
Y es que a pesar de sus debilidades, uno de los principales logros del FSM ha sido su capacidad de consolidar un espacio de encuentro de todos aquellos actores que se oponen a la lógica neoliberal. Un amplio abanico de organizaciones y movimientos sociales que, a pesar de sus diferencias políticas y estratégicas, han sido capaces de converger, de construir y de mantener este referente común. Así mismo, el Foro, junto con el movimiento «antiblobalización», ha sido capaz de poner en cuestión el discurso único del neoliberalismo y deslegitimar a las instituciones internacionales que lo promueven.
La incógnita acerca del futuro del FSM dependerá de los movimientos, organizaciones y colectivos que lo integran y de los pasos que den en un futuro. Pero lo que está claro es que el Foro sólo tendrá sentido en la medida en que sea capaz de promover alianzas amplias y alternativas concretas que rompan con la lógica capitalista y patriarcal y que tengan utilidad para la organización y el fortalecimiento de las luchas reales.
*Esther Vivas. Coautora de «El futuro del Foro Social Mundial» (Icaria editorial, 2008).