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FSM en sentido amplio

Fuentes: Visăo

Traducido para Rebelión por Antoni Jesús Aguiló

A juzgar por las estadísticas, el IX Foro Social Mundial realizado en Belén fue un éxito: 133 mil participantes de 142 países; 489 organizaciones de África, 119 de América Central, 155 de América del Norte, 4.193 de América del Sur, 334 de Asia, 491 de Europa y 27 de Oceanía. De entre todas, las participaciones más destacadas fueron la de los jóvenes (15.000) y la de los pueblos indígenas (1.300 venidos de 50 países). Para los que ven en el FSM un espacio abierto de encuentro, una plataforma mundial de discusión sobre los problemas que afligen al mundo desde la perspectiva de los que más sufren, este éxito fue incondicional. Para los que esperan del FSM la formulación de políticas mundiales para ser llevadas a cabo por los movimientos y organizaciones que lo integran, el éxito del IX FSM no consiguió disfrazar el agotamiento de su modelo organizativo.

Entre estas dos posiciones quiero defender otra basada en la idea del FSM en un sentido amplio. En mi opinión, el proceso del FSM es hoy muy complejo y las reuniones bienales son tan sólo uno de sus pilares. Fueron, sin duda, las que hasta ahora dieron más visibilidad al Foro, pero no son las más importantes. A parte de ellas, el proceso del FSM está constituido por tres pilares más. El segundo pilar son las articulaciones mundiales entre movimientos temáticos que en los últimos años vienen definiendo las acciones y agendas políticas a llevar a cabo tanto a escala nacional como regional y global. Pueden encontrarse, en este caso, las articulaciones entre organizaciones indígenas que, sobre todo en el continente americano, están asumiendo un protagonismo creciente, teniendo ya fijada para el 12 de octubre de este año una jornada mundial de lucha por la Madre Tierra contra la mercantilización de la vida. Además de éstas, otras articulaciones están ganando un gran dinamismo: el próximo Foro Mundial del Agua; la auditoría global de la deuda externa de los países pobres; la agenda continental de los pueblos amazónicos, la agenda global de los derechos sexuales y reproductivos; la agenda continental de las poblaciones afroamericanas, principalmente en lo que respecta al reconocimiento de sus territorios ancestrales («quilombos») [1], etc.

El tercer pilar del FSM en un sentido amplio es el constituido por la Asamblea de los Movimientos Sociales. Es conocida sobre todo por las jornadas globales de lucha contra la crisis económica, el cambio climático, la defensa del pueblo palestino y de las sanciones internacionales contra Israel. Sin embargo, dejando esto a parte, es en la Asamblea que muchas de las reflexiones realizadas en las reuniones del FSM se transforman en decisiones políticas. Es por esta razón que vengo defendiendo una mayor articulación entre el FSM y la Asamblea de los Movimientos Sociales. El conjunto de estas decisiones constituye hoy la plataforma política del FSM y es a través de ella que la alternativa al Foro Económico de Davos se revela más claramente. He aquí algunas de estas decisiones: la regulación de los mercados y la prioridad dada a la dinamización de los mercados internos; el control del capital financiero y de las actividades de las empresas multinacionales; la prioridad total para las energías renovables y la abolición del agrocombustible; la prohibición de la especulación financiera sobre las commodities; la centralidad de la agricultura familiar y de la soberanía alimentaria en tanto instrumentos de lucha contra el hambre; el carácter vinculante de los tratados internacionales que garantizan el autogobierno de los pueblos indígenas y afrodescendientes y su derecho de consulta previa con relación a todos los proyectos de desarrollo o extractivistas que les afecten; la extensión de la democracia participativa a la inversión pública a través de referéndums o consejos permanentes de ciudadanos y organizaciones; el desmantelamiento del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y su substitución por agencias de la ONU; auditorías  internacionales de la deuda externa; reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, actualmente controlado por los mayores productores de armas; revocación de las leyes antiterroristas siempre y cuando se utilicen con el fin de criminalizar la protesta social pacífica.

El cuarto pilar del FSM en un sentido amplio son los gobiernos progresistas que se inspiraron en el FSM para transformar de modo más o menos profundo la política de sus países. Cinco de ellos estuvieron este año en el Foro: los presidentes de Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay y Venezuela. Es cierto que, por ahora, todos son gobiernos latinoamericanos. Pero es de prever que en breve surjan otros en el resto de continentes, incluso en Europa. Son ellos los que verdaderamente garantizan la eficacia de las decisiones políticas del FSM y, en virtud ello, la autonomía entre ellos y el FSM, lejos de significar un divorcio, es la expresión de una complementariedad virtuosa.

[1] Territorios en los que habitan los quilombolas, grupos descendientes de esclavos africanos que viven mayoritariamente en zonas rurales [N. del traductor].

Artículo original publicado el 12 de febrero de 2009.

Fuente: <http://www.ces.uc.pt/publicacoes/opiniao/bss/214.php>

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).

Antoni Jesús Aguiló es miembro de Rebelión y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.