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Grietas crecientes en el seno de los ocupantes sobre el cenagal afgano

Fuentes: AFP

Las fuerzas ocupantes viven malos tiempos en Afganistán. Sus helicópteros son derribados o, simplemente, «caen». Las cifras de bajas siguen batiendo todos los records -diez muertos el lunes, a los que hay que sumar al menos otro ayer- y la situación empeora cada día que pasa desde 2005, año en el que los talibán pasaron […]

Las fuerzas ocupantes viven malos tiempos en Afganistán. Sus helicópteros son derribados o, simplemente, «caen». Las cifras de bajas siguen batiendo todos los records -diez muertos el lunes, a los que hay que sumar al menos otro ayer- y la situación empeora cada día que pasa desde 2005, año en el que los talibán pasaron a la ofensiva.

La nueva estrategia de Obama tras su llegada a la Casa Blanca, que consistió en un refuerzo de tropas y el inicio de ofensivas más mediáticas que reales en los feudos talibán, está revelando su fracaso.

Y con él llegan los nervios, las desavenencias e incluso los ajustes de cuentas. La típica antesala de un Ejército que va perdiendo la guerra y que no puede ocultar la deriva de la situación.

Así, las revelaciones a la prensa estadounidense del entorno del general Stanley McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas ocupantes, y la salida anticipada de Kabul del enviado especial británico arrojan grandes sombras sobre la adhesión en el seno de la llamada «coalición internacional» a la estrategia del presidente Obama.

En un largo reportaje que verá la luz el viernes en la revista estadounidense «Rolling Stone», McChrystal, por boca de sus consejeros, arremete duramente tanto contra Obama como contra buena parte de su equipo -sólo elogia a la secretaria de Estado, Hilary Clinton-.

El artículo abunda en las fricciones entre el Ejército y la Casa Blanca en otoño pasado, justo cuando Obama debatía sobre el envío de refuerzos, tal y como le exigía McChrystal.

Aunque el presidente accedió finalmente a concederle buena parte de los refuerzos que exigía, el general asegura recordar aquel período «con pesar».

Uno de sus consejeros asegura, amparado en el anonimato, que McChrystal no se llevó una buena impresión de Obama en el encuentro después de que el presidente le pusiera al frente de la ofensiva en Afganistán.

«Fue una entrevista de diez minutos para la foto (…) Obama claramente no sabía nada de él, quién era… No parecía muy comprometido. El jefe estaba bastante decepcionado», revela.

Tampoco el vicepresidente, Joe Biden, sale bien parado. Según una de las fuentes de «Rolling Stone», McChrystal, en una conversación, bromeó: «¿Me preguntas por el vicepresidente Biden? ¿Quién es ése?».Otro miembro del equipo hizo un juego de palabras con el apellido Biden y la expresión bite me, que se podría traducir como «chúpamela». Biden era uno de los miembros del Gobierno más críticos con la pretensión de los militares de aumentar las tropas en Afganistán, y era partidario de una estrategia «antiterrorista» más limitada.

«Cubrirse las espaldas»

La lista de ajustes de cuentas sigue. El artículo asegura que el general se sintió traicionado por el embajador estadounidense en Afganistán, Karl Eikenberry, al que acusó de utilizar la filtración de un documento clasificado que ponía en duda la conveniencia de aumentar el desplie- gue militar, para «cubrirse las espaldas».

Sobre el enviado especial para Afganistán y Pakistán, el artículo pone en boca de McChrystal el siguiente comentario irónico al mirar su móvil. «¡Oh, otro email de (Richard) Holbrooke! No voy a abrirlo».

Otro consejero del entorno de McChrystal tilda de «payaso anclado en 1985» al consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jim Jones, un general retirado de cuatro estrellas.

Disculpas públicas

El general McChrystal se apresuró a presentar sus excusas tras la filtración del contenido del artículo. «Fue un error que refleja escaso criterio y que nunca debió haberse producido», se disculpó el máximo jefe militar en Afganistán en un comunicado emitido ayer.

«Tengo un enorme respeto y admiración por el presidente Obama y su equipo de seguridad nacional, y por los líderes civiles y las tropas que luchan en la guerra, y seguiré comprometido en asegurar el éxito en el resultado», añade.

La cadena CNN informó ayer, haciéndose eco de las declaraciones de dos jefes del Pentágono, que el general habría destituido a uno de sus consejeros encargado de las relaciones con los medios de comunicación.

Deserción en el Foreign Office

Sherard Cowper-Coles, el diplomático británico de más alto rango, a dejado sus funciones «temporalmente», anunció ayer el Foreign Office.

El emisario especial de Gran Bretaña en Afganistán y Pakistán «se toma unas largas vacaciones y debería estar de regreso en otoño», prometió.

Esta salida tiene lugar en vísperas de una conferencia internacional organizada por la ONU el mes próximo en Kabul.

El diario «The Guardian» aseguraba que Sherard, uno de los diplomáticos británicos más experimentados, estaba en abierto conflicto con EEUU y la OTAN, al defender que la guerra contra la resistencia afgana está condenada al fracaso y abogar abiertamente por las negociaciones de paz con la guerrilla talibán.

Sherard Cowper-Coles, hasta entonces embajador en Kabul, fue aupado a ese puesto en febrero de 2009 por el extinto Gobierno laborista.

McChrystal es llamado a consultas a la Casa Blanca

McChrystal ha sido convocado para hoy, «en persona y no por teleconferencia», a la reunión mensual sobre Afganistán y Pakistán en la Casa Blanca. El general de cuatro estrellas «deberá explicarse ante el Pentágono y ante el comandante en jefe (el presidente Barack Obama) sobre ese artículo».

El jefe del Estado Mayor interejércitos, almirante Michael Mullen, mostró personalmente a McChrystal su «profunda decepción» por las declaraciones.

Duramente criticado en el citado artículo, el embajador Eikenberry anunció, a través de su portavoz en la legación, su compromiso a seguir trabajando con el general.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, calificó las declaraciones de McChrystal de «rechazables» pero insistió en que «sólo es un artículo» y recordó que «estamos en medio de un conflicto bien real».

Esta crisis coincide con las críticas del Pentágono a la prensa por su tratamiento del conflicto. «No somos perfectos y queda mucho por hacer pero la idea de que no hay progresos es errónea», señaló.