Hace 50 años, el 27 de junio de 1954, en Guatemala se expulsó del poder por medio de un golpe de estado a Jacobo Arbenz, uno de los pocos presidentes electos democráticamente, mismo que además estaba llevando a cabo reformas que beneficiaban a las capas más pobres a las cuales se pretendía sacar del atraso […]
Hace 50 años, el 27 de junio de 1954, en Guatemala se expulsó del poder por medio de un golpe de estado a Jacobo Arbenz, uno de los pocos presidentes electos democráticamente, mismo que además estaba llevando a cabo reformas que beneficiaban a las capas más pobres a las cuales se pretendía sacar del atraso y sometimiento económico. Después de tantos años podemos comprobar la crisis del capitalismo, sus sangrientas estrategias y la debilidad que presenta frente al grito indignado del proletariado y campesinado pobre guatemalteco. Por eso es fundamental que conozcamos acontecimientos del pasado, que ahora más que nunca, representan una fuente de inspiración y un llamado a la organización de los pueblos bajo la bandera firme del socialismo internacional.
Monopolios
El sometimiento de la región latinoamericana por parte del imperialismo se ha manifestado principalmente en la economía. El oportunismo de los grandes monopolios ha devastado no sólo la riqueza natural de los países sino también a su población. En Guatemala, empresas estadounidenses se han apoderado de las principales fuentes económicas.
Desde Nueva York llegó la United Fruit Company (UFCO). La explotación frutera va de la mano con la transportación de la misma, por eso esta empresa tiene una cara comercial relacionada con las vías de comunicación. La UFCO llegó a Guatemala en 1901 como compañía de vapores: La International Railways of Centro América (IRCA), tomó el banano y las tierras de cultivo de particulares quebrados. Continuaron con la construcción abandonada del ferrocarril por la ruta al Atlántico y se adueñaron del muelle de Puerto Barrios, una milla de playa y 1,500 caballerías (una caballería equivale a poco más de 54.5 hectáreas) donde crecieron sus plantaciones bananeras.
La UFCO pretendía el control de todo el ferrocarril de Guatemala y Centro América, hizo tratos con todos los presidentes guatemaltecos que pudo para la construcción bajo una licencia que permitía a la empresa sacar ganancias y venderlas muchos años después al gobierno al precio que ellos estipularan. El binomio IRCA-UFCO era amigo de los conservadores en Guatemala, mientras que en Honduras la Cayamel Fruit Company simpatizaba con los liberales; su expansión los enfrentó en una guerra bananera entre compañías en la que Cayamel fue absorbida y predominó la influencia de la UFCO en toda la región. Otro factor que favoreció el expansionismo de esta empresa fue el arrendamiento de la energía eléctrica. Estrada Cabrera (1898-1920) dejó la empresa eléctrica en manos de EEUU.
Revolución 1944
Después de 14 años, el dictador Jorge Ubico fue derrocado por un movimiento en las calles en junio de 1944. La falta de un partido provocó que un triunvirato militar oportunista tomara el poder y permitió que el General. Federico Ponce llegara a la presidencia. Durante su mandato, las masas estaban llenas de valor. Los trabajadores del UFCO-IRCA llevaron pliegos de peticiones laborales, él respondió con el asesinato de tres delegados de su central sindical.
El 21 de octubre de 1944 una revolución expulsó a Ponce y quedó en el poder el triunvirato militar de Francisco Javier Arana, Jacobo Arbenz y Jorge Toriello; por medio de votaciones democráticas se declaró presidente a Juan José Arévalo en el mes de diciembre. El presidente Arévalo llevó a cabo una serie de reformas que beneficiaron al país como la creación del Instituto Guatemalteco del Seguro Social (IGSS), la escuela normal para maestros, escuelas rurales, la dignificación del gremio magisterial en alianza con el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STEG); niveló y capacitó a los profesores empíricos, implementó becas y enseñanza post primaria en el campo. Inauguró la Facultad de Humanidades, creó centros de talleres escolares e integró a las actividades escolares a las mujeres. Dedicó presupuesto a la arquitectura escolar, al ballet, a la alfabetización y al Instituto de Antropología e Historia. El presupuesto para educación en el último año de Arévalo ocupó el primer lugar en administración pública.
Las reformas de Arbenz
Como Arévalo no fue un dictador, abandonó el poder en 1951 después de los cuatro años correspondientes a su mandato. Sin duda Arévalo, que era filósofo y buen pedagogo realizó reformas benéficas al país pero no representó un obstáculo serio para que el imperialismo estadounidense continuara invadiendo el país.
Arbenz, ministro de defensa de Arévalo, fue declarado por el pueblo presidente en elecciones democráticas. Estaba dispuesto a resolver el problema económico del país, nunca con la decisión de enfrentarse al capitalismo lo cual, como pudo comprobar más adelante, era imposible. Entre los postulados fundamentales de su programa estaban la independencia económica del país y la elevación del nivel de vida del pueblo.
Desde 1950 EEUU estuvo en guerra con Corea del Norte y quería obligar a los países latinoamericanos a ir con ellos. En 1951 en la Junta del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Guatemala propuso la enmienda de que cada país eligiera si quería o no ir a la guerra. Todo esto, más la idea de Arbenz de formar una Federación Centroamericana, hizo temblar al imperialismo norteamericano y a levantar contra Arbenz una «campaña anticomunista».
La relación entre los países centroamericanos no favorecía la perspectiva de Arbenz. El Salvador mantenía cordialidad con Guatemala pero quería evitar que se le juzgara de comunista, Honduras estaba completamente en manos de la Tela Railroad Company (nombre hondureño de la UFCO), Costa Rica estaba en la mejor postura pero restringía la actividad política a comunistas, de ahí su recelo hacia Guatemala, que si bien no se declaraba comunista, permitía la participación de este partido y colaboraba con organizaciones proletarias y sindicatos democráticos. En Nicaragua estaba el conocido dictador Somoza. Cualquier intento de unificación de Centro América por parte de Arbenz era tomado como imposición al comunismo y era impedido por EEUU.
La Ley de Reforma Agraria
En 1950, se hizo un censo agropecuario: sólo 22 terratenientes tenían más de 20 caballerías cada uno, mientras la población rural, que eran casi 2 millones, no tenían ni una parcela. Como su posesión era insuficiente para el sostén de su familia tenían que rentar tierras, el pago era un porcentaje alto de su producción o trabajo gratuito en las tierras del dueño. A los asalariados agrícolas se les pagaba en especie o en «señas» canjeables únicamente en la finca del patrón, además del maltrato físico, castigos, encierros en calabozos, despidos sin pago ni liquidación, entre otras cosas. La posesión de la tierra hasta entonces era heredada.
Arbenz tenían en mente la independencia económica del país y, dado que la agricultura era la mayor fuente de riqueza guatemalteca, debía empezar por ahí. La «Ley de Reforma Agraria» de Arbenz fue presentada como anteproyecto en abril-mayo de 1952 contra la desigualdad e improductividad del régimen de tenencia de la tierra, cánones de arrendamiento y liberación de ataduras esclavizantes impuestas al asalariado agrícola.
A partir de ese momento la reforma agraria fue el eje del programa de Arbenz, tenía en su contra a la Asociación Nacional de Agricultores, conformada por terratenientes a los que Arbenz llamaba «feudales». Se decretó que el arrendamiento se pagaría con el 5% de la cosecha. Las tierras inutilizadas serían expropiadas, nacionalizadas y entregadas a campesinos pobres y trabajadores agrícolas en usufructo vitalicio o arrendamiento entre 5 y 25 años, los fondos serían para la posterior indemnización a los antiguos propietarios y para compra de maquinaria que se proporcionaría a los campesinos para trabajar. Las tierras expropiadas serían nada más las desaprovechadas y los dueños recibirían indemnización al precio declarado poco antes por los mismos propietarios. Se entregaría en propiedad un mínimo de 436 metros cuadrados por familia y se reservaría espacio para calles, avenidas, plaza pública, parque, campos deportivos, mercado y templo en cada caserío (más de 14 familias).
A los terratenientes les molestaba la urbanización del campo porque les iban a quitar tierras, pero sobre todo porque los trabajadores no estarían sujetos a ellos. Tres enemigos tuvo Arbenz: los terratenientes nacionales que defendían sus tierras, el monopolio UFCO con recursos de EEUU y los partidos políticos que en apariencia lo apoyaban pero enfrentaron a las poblaciones en una lucha catastrófica por la adjudicación de tierras que favoreció a los terratenientes y les sirvió de pretexto para pedir ayuda del extranjero.
Hasta el 30 de abril de 1954 se había repartido el 57.4% de las tierras ociosas, con esto se abarataron los productos y se tecnificó la agricultura. Se continuó con la construcción de carreteras que Arévalo había iniciado hacia Occidente, conectando a El Salvador, hacia las montañas y planeó un puerto nacional «Santo Tomás» que liberara a Guatemala del bloqueo que representaba el acaparamiento del puerto en manos de la UFCO. Hasta entonces, las vías de comunicación estaban pensadas con fines estratégicos y no respondían a las necesidades de crecimiento y comunicación en el país.
A finales de 1951 IRCA-UFCO había pedido concesiones para extender aún más sus cultivos y extraer nuevos productos como palma africana y cacao. El gobierno de Guatemala aceptó bajo ciertas condiciones:
– Que los arreglos se basaran en principios constitucionales
– Modificación del estatus de operación de muelles conforme intereses nacionales
– Pago de impuestos sobre ganancias de la UFCO
– Revisión de exenciones y exoneraciones otorgadas por anteriores contratantes
– Revisión de contratos por suministro de fruta de cultivadores guatemaltecos
– Vigilancia del gobierno
– Compensación por el agotamiento de tierras y abandono de tierras ya explotadas
– Revisión periódica de los contratos para ajustarlos a las cambiantes condiciones de la economía nacional
– Cooperación de la UFCO para revisar tarifas y fletes de la IRCA
La empresa consideró estas condiciones inaceptables. Ya había huelgas manifestándose contra esta empresa igual que en Honduras. Por esos años se fueron a huelga los trabajadores de la empresa eléctrica que pedían aumento salarial, aumento del seguro por muerte en el trabajo entre otras demandas. La compañía se declaró incapaz económicamente para satisfacer las demandas por lo cual el gobierno hizo una revisión que desenmascaró malversaciones, al proponerse la nacionalización de la energía, prefirieron satisfacer el 75% de las demandas. Arbenz también tenía planes para la construcción de una central hidroeléctrica.
La solidaridad y fortaleza del pueblo Hondureño se expresó en manifestaciones y huelgas, Honduras fue la más sufrida víctima de este consorcio, la UFCO tenía subsidiarias fruteras, azucareras, periodísticas, refresqueras, madereras, embotelladoras, textiles y muchas más. Miles eran los trabajadores de toda esta industria, laborando en condiciones casi esclavistas, por supuesto EEUU aprovechó para decir que la convulsión social y las protestas eran por el mal ejemplo que Guatemala representaba en Centro América.
El imperialismo usó la religión para distraer a los sindicalistas del pacífico mediante una peregrinación del santo de Esquipulas, los peregrinos fueron los mismos que el 15 de julio de 1954 fueron masacrados por haber recibido las primeras tierras expropiadas de la UFCO. El 4 de marzo de 1953 se expropiaron 1, 859 caballerías a la UFCO, se le entregaron bonos. La UFCO pidió la intervención del Departamento de Estado de EEUU por la expropiación de tierras.
EEUU alegó que el comunismo en cualquier país latinoamericano no era cuestión nacional sino internacional y que por lo tanto tenían derecho a intervenir. Emplearon, para empezar, un bloqueo económico dirigido a turistas para no visitar el país. Mientras tanto Arbenz desarrollaba la agricultura al grado que el país estaba dejando atrás la monoproducción de café y veían alternativa en el maíz, que ya alcanzaba para el consumo y exportación a EL Salvador, el trigo y el arroz.
El golpe de estado
Los periódicos asociados a EEUU junto con grandes asociaciones capitalistas como la Liga Norteamericana de la Libertad, la Asociación Nacional de Industriales y los Caballeros de Ku Kux Klan, unieron sus fuerzas en apoyo a la destrucción de la «amenaza comunista» en Centro América. Dejaron escapar a Castillo Armas quien estaba preso por sedición en la cárcel guatemalteca y lo llevaron a Honduras para entrenarlo libremente, equiparlo con presupuesto de empresas norteamericanas y el apoyo de Somoza en Nicaragua. Castillo Armas recibía dinero mensual para la compra de equipo y armamento y reclutamiento de mercenarios extraídos de las mismas guerrillas.
Como último recurso la UFCO pidió al gobierno guatemalteco la indemnización inmediata de más de 15 millones de dólares por sus tierras expropiadas, evidentemente Arbenz no aceptó, la empresa pidió ayuda al Programa Interamericano de Ayuda Mutua. La respuesta llegó en aviones cargados de armamento a Honduras y Nicaragua mientras que sus gobiernos rompían relaciones diplomáticas con Guatemala. La agresión armada se inició el 18 de junio de 1954, Arbenz apeló al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pero ya todo estaba arreglado y bastaron un par de días de retraso en la reunión y la traición comprada de altos jefes militares de su gobierno para acabar con él.
Una de las intenciones del ataque era ganar la simpatía guatemalteca a su paso, pero no tuvieron eco porque el pueblo no se levantó contra el gobierno, al contrario, EEUU comenzó a preocuparse por la «campaña antinorteamericana» en toda Latinoamérica. El 23 de junio la reunión del Consejo de Seguridad decidió atacar Guatemala. El gobierno hondureño acusó a Guatemala de agresión ante la indignación del pueblo hondureño.
El 25 de junio se envió un ultimátum a Arbenz para renunciar. El pueblo en lugar de desmoralizarse le pidió armas y el presidente ordenó entregarlas a las organizaciones populares pero el jefe de las Fuerzas Armadas ya lo había traicionado. Después de una conferencia de ministros de relaciones exteriores, ardían en llamas poblaciones al oriente del país y eran atacados barrios céntricos de la capital, en Puerto Barrios fueron fusilados 12 dirigentes sindicales de UFCO. La embajada de EEUU planteó un segundo ultimátum a Arbenz quien renunció del 27 de junio a las 9 de la noche.
El embajador estadounidense tuvo Guatemala en sus manos, instituyó una junta de gobierno a la que entregó una lista larga de «comunistas» para matar, como la junta se negó la depuso e instituyó otra. Pronto Carlos Castillo Armas fue declarado presidente de la república consumándose el golpe de estado.
El golpe de estado contra Arbenz y el pueblo trabajador guatemalteco además de permitir mantener intactos los intereses del imperialismo y de la oligarquía, inauguró un prologado periodo de décadas de terror sangriento contra trabajadores, campesinos pobres, estudiantes, etcétera, que dejó un saldo de cuando menos 200 mil asesinatos y desaparecidos políticos.
Por una alternativa socialista
Hoy, al igual que en 1944 en Guatemala, los trabajadores del campo y la ciudad centroamericanos y de toda América Latina están inmersos en un torbellino de lucha por sus reivindicaciones que en algunos casos, como el de Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, tal situación ha derivado en abiertos procesos revolucionarios. Y en cada una de las experiencias recientes de lucha en nuestra región las demandas de los trabajadores han chocado directamente con los intereses de la burguesía y terratenientes latinoamericanos y los del imperialismo yanqui. No podría ser de otra forma.
Por ello, también al igual que hace 50 años en Guatemala, hoy el imperialismo y sus aliados en la región, los terratenientes y la burguesía, están totalmente dispuestos a impedir que sus privilegios sean afectados. Si fuera necesario, también estarían dispuestos a usar los viejos métodos, como el golpe de estado, para aplastar las aspiraciones de justicia y una vida digna de parte de los latinoamericanos. Ello ya ha quedado de manifiesto en Venezuela, país en el que la oligarquía y el imperialismo yanqui en abril del 2002 orquestaron un golpe de estado contra el Presidente Chávez, pretendiendo con ello hacer polvo las reformas y aplastar la revolución.
Sin embargo hoy, como lo demostraron los acontecimientos en Venezuela donde los trabajadores y demás sectores oprimidos reaccionaron enérgicamente contra el golpe de estado logrando derrotar en cuestión de unos pocos días al imperialismo y a la burguesía para poner en el poder nuevamente a Chávez, los trabajadores de Centroamérica y de toda América Latina han dado serias muestras de que ya no están dispuestos a tolerar un sólo ataque más en contra de sus intereses. A diferencia del pasado el imperialismo y la burguesía se están viendo obligados a confrontar a un proletariado más robustecido y mejor organizado como nunca en la historia de los países de esta región del mundo. En esa misma medida, también como nunca las condiciones para avanzar en pos de nuestras reivindicaciones como trabajadores y campesinos pobres en cada uno de los pueblos latinoamericanos son la mejores.
Pero mientras los puntos clave de la economía estén en control del imperialismo, la burguesía y los terratenientes, cada logro que obtengamos a la postre lo perderemos. Pero no sólo ello, mientras el estado (la policía, el ejército, los tribunales…) también esté bajo el control de los títeres oligarcas del imperialismo, el uso de la represión y la fuerza bruta para aplacar a los trabajadores y sus demandas será una constante. Por todo ello es necesario infringirle una derrota contundente y definitiva a la oligarquía y al imperialismo.
Para ello se requiere que el campesinado y el proletariado centroamericano y guatemalteco sean armados con un programa socialista que los convoque a luchar por mejores condiciones de vida y donde se defina claramente la necesidad de expropiar a los terratenientes, los banqueros y los industriales, al mismo tiempo que también se exponga como otra tarea de primero orden el derrocamiento del estado burgués pro yanqui para sustituirlo por un estado bajo el control de los trabajadores en alianza con el campesinado pobre.
Bajo el capitalismo la historia de Centroamérica sólo ha sido, en palabras de Lenin, «horror sin fin». La eliminación de la propiedad privada y la instauración del socialismo transformará a esta región del planeta en un auténtico oasis al permitir la unificación de sus enormes recursos bajo un plan económico conscientemente orientado y controlado directamente y de forma democrática por los trabajadores y campesinos pobres, y hacer con ello realidad una de las consignas más importantes de Jacobo Arbenz: una Federación Centroamericana.