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Guerra al Talibán

Fuentes: Rebelión

A una semana de la toma de Kabul posiblemente todavía los talibanes estén tan sorprendidos de su propia victoria como lo está el resto del mundo, que parece aferrase con desesperación a aceptar las declaraciones de los nuevos amos del Afganistán, que han tomado 32 de las 34 provincias en sólo 11 días.

Los integristas miden cada acto y cada palabra sabiendo las consecuencias que les podría acarrear en este momento cualquier exceso. Por eso rápidamente Zabihullah Mujahid, el portavoz de los integristas informó: “Las animosidades han llegado a su fin. No queremos enemigos externos o internos. Queremos vivir en paz”. Por eso muchos se esperanzan en la tolerancia y la moderación que aplicaran a su estricta interpretación del Corán y la Sharia, respetando a las mujeres, evitando actos de venganza y todas esas bellas frases que han salido de sus barbadas bocas. En esta dirección se conoció que el Talibán pidió a los imanes afganos que instaran a la unidad durante las plegarias del viernes, el día más importante del islam para plegarias y oraciones.

Si bien es muy temprano para analizar que esos dichos se convierta en realidad o no, algunas informaciones llegadas desde la capital afgana respecto al trato dado a los civiles por los muyahidines son contradictorias, según el embajador ruso en Kabul Dmitrij Zirnov “En los últimos días no se oye ni un solo disparo”. Mientras se ha visto que a regañadientes han tolerado manifestaciones en la capital y en las provincias de Nangarhar y Khot, tanto de hombres como de mujeres exigiendo que sus derechos sean respetados, marchando por las calles y arrancando las banderas talibanas sin que fueran molestados. Aunque no serían tan así para los que reportan que en la capital los talibanes buscan puerta por puerta a personas que han colaborado con las fuerzas de la OTAN o al Gobierno de Ghani.

Han asesinado en estos últimos días a siete personas y por lo menos a otras tres en cercanías al aeropuerto internacional Hamid Karzai, donde se ha consensuado que los muyahidines tengan el control periférico del predio y regulen el acceso hacia las pistas, donde todavía intervienen tropas norteamericanas y británicas dirigiendo las operaciones de evacuación, que se mantienen a ritmo acelerando y que en los próximos días se incrementarán, ya que el secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, ha ordenado que se utilicen dieciocho aviones de pasajeros para el traslado a puertos seguros, tanto de ciudadanos estadounidenses como afganos.

El mando Talibán sin duda se encuentra en una etapa de control de daños y estudiando que hacer ahora con lo que le costó veinte años de guerra. Algunos gestos han sido positivos, la toma del palacio presidencial en comparación con los supremacistas que invadieron el Parlamento norteamericano pareció un té de señoras. Pero sin duda tanta urbanidad y modales dependerán de la tolerancia de quienes han llevado la guerra sobre sus espaldas durante veinte años y tienen muchas razones para exigir explicaciones a políticos y militares corruptos y civiles comunes que bien colaboraron con los “infieles” o los que en estas últimas dos décadas se apartaron de la senda de Allah. Esa animosidad labrada en el alma de los muyahidines se basa en los duros combates, las torturas aberrantes a las que sus hermanos fueron sometidos hasta la muerte o incluso para los que sobrevivieron y volvieron al combate. Hasta ahora las señales de tranquilidad solo llegan de Kabul, nadie sabe con certeza que está pasando en el interior del país.

También los talibanes saben que no pueden apretar demasiado el lazo a la población, al menos por ahora, ya que los abusos podrían provocar rebeliones que, de sofocarse, tendrían un consto muy alto en vidas y la consideración mundial, que si bien a los seguidores de los mullah les interesa muy poco, saben que más temprano que tarde tendrán que negociar con potencias extranjeras. Hasta ahora anotadas: Rusia, China e Irán, que de hacerlo en un marco represivo eso tres países tendrán que soportar un bombardeo mediático al que si bien están muy acostumbrados, nunca es gratuito.

En el nombre del padre.

Hoy todos los afganos saben que nadie está para soportar demasiado nada y menos los ciudadanos comunes, que han debido sobrellevar toda la guerra entre dos fuegos, castigados por uno y otro bando, pagándolo con miles de muertos, hambre y privaciones de todo tipo.

Por lo que aplicar la Sharia de manera extrema podría provocar que muchos de eso civiles se incorporen a la resistencia, que ya se encuentra operando según lo confirmó el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov el pasado jueves. La resistencia opera en la remota y montañosa provincia de Panjshir (Cinco Leones) en el corazón del Hindú Kush a sesenta kilómetros al norte de Kabul, la última región “libre” de Afganistán, que desde siempre se ha resistido a los talibanes, que nunca han podido conquistarla, ni siquiera durante su gobierno 1996-2001.

Si bien es extremadamente apresurado considerar la importancia del foco de resistencia que intenta vigorizar a la vieja Alianza del Norte, también conocida como Frente Islámico Unido por la Salvación de Afganistán, creada tras el retiro de los soviéticos para resistir al Emirato Islámico de Afganistán, por el veterano de la guerra antisoviética Ahmad Shah Massoud, el León del Panjshir, asesinado por un comando suicida de al-Qaeda dos días antes de los ataques a Nueva York.

La Alianza del Norte fue reconfigurada hace poco más de un año por el hijo del fundador, Ahmad Massoud, aliado de los Estados Unidos y del Gobierno de Kabul, el cual hasta hace unos días sostenía que estaba dispuesto: “a perdonar la sangre de mi padre por el bien de la paz, la seguridad y estabilidad de Afganistán”. Aunque se habría preparado para esta crisis desde hace varios meses, habiendo conseguido reunir un importante contingente de seguidores y contaría con vehículos, helicópteros y municiones, lo que le permitiría encerrado en los altos valles algunos meses.

A Massoud se le ha sumado el ex vicepresidente y jefe de la Dirección Nacional de Seguridad (DNS) Amrullah Saleh, que ha llegado hasta el Panjshir con armamento y un número no precisado de miembros del Ejército Nacional Afgano (ENA) y otras fuerzas de seguridad que no han aceptado rendirse al Talibán. A la vez Saleh, como exjefe de NDS, cuenta con contactos en todo el país, con los que intentará reclutar a miles de exmilitares y agentes del NDS y otras fuerzas que, sin posibilidades de escapar al exterior, se encuentran en peligro de ser detectados y ejecutados por los talibanes.

Si bien la correlación de fuerzas es infinitamente favorable al Talibán, la condición geográfica del Panjshir lo hace prácticamente invulnerable, a pesar de que se encuentre rodeada por los hombres del Emirato. De todos modos, la situación de Massoud es muy diferente a la de su padre en los años de su guerra, ya que contaba con acceso y refugio en el vecino Tayikistán y el apoyo de China, India y Occidente. Hoy el hijo se encuentra totalmente rodeado por fuerzas talibanes y aparentemente sin apoyo internacional.

Se desconoce hasta ahora si Saleh, quien ha asumido como presidente del país, dado la ley de acefalia el pasado día 17, cuenta con algún apoyo desde el exterior. Washington no hará ninguna jugada hasta que finalice la evacuación desde el aeropuerto kabulí, ya que se conoció un informe filtrado a la prensa que dice que el principal negociador de los talibanes, Anas Haqqani, que el Emirato tiene un acuerdo con Washington para no hacer nada hasta después del final de la retirada norteamericana el 31 de agosto, por lo que la Alianza del Norte tendrá que solucionar el abastecimiento de combustibles, armas, municiones y alimentos de manera urgente por sí sola para poder subsistir.

También es confusa la situación en la provincia de Parwan, vecina del Panjshir, cuya capital Chahikar habría sido tomada por la resistencia, desde donde estarían progresando hacia el estratégico paso de Salang. Esa fuerza está compuesta por exmiembros del ejército afgano que se negaron a rendirse tras la caída de sus guarniciones en las provincias de Khunduz, Badakhshan, Takhar y Baghlan. En este último punto se informa de que se ha producido una importante cantidad de bajas de los talibanes. Muchos de ellos se estarían reagrupando en el estratégico distrito de Andarab en Baghlan, un importante centro de actividad antitalibán de mayoría tayika, de habla farsi y fervientemente anti pastún etnia mayoritaria dentro del Talibán. Lo que le daría a la Alianza del Norte la posibilidad de expandirse intentando alcanzar las fronteras con Tayikistán o Uzbekistán.

De todos modos hay que tener en cuenta que las fuerzas del mullah Abdul Ghani Baradar, el líder militar de los muyahidines, están atravesando un momento de exaltación casi único en su historia, sumado al refuerzo de los miles de insumos militares capturados a las fuerzas derrotadas, entre ellos armamento y vehículos de última generación entregados por los norteamericanos, lo que sería un gran aliciente para borrar cualquier foco de resistencia que intente hacerle la guerra al Talibán.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.