Entre Nairobi y el centro turístico suizo de Davos no solo hay una separación geográfica. En lo ideológico, la creencia del Foro Económico Mundial en la teoría del »goteo» de los beneficios económicos lo sitúa a mares de distancia del »otro mundo posible» propuesto por el Foro Social Mundial. Hasta 50.000 personas, algunas de los […]
Entre Nairobi y el centro turístico suizo de Davos no solo hay una separación geográfica. En lo ideológico, la creencia del Foro Económico Mundial en la teoría del »goteo» de los beneficios económicos lo sitúa a mares de distancia del »otro mundo posible» propuesto por el Foro Social Mundial.
Hasta 50.000 personas, algunas de los cuales viven en los barrios más pobres del planeta, discuten en el Foro Social Mundial (FSM) de la »ciudad verde bajo el sol» cómo crear un mundo diferente. Muchas también marchan por caminos polvorientos para confraternizar, demostrar el poder del pueblo y manifestarse contra »el otro foro».
El otro foro es el Foro Económico Mundial (FEM), realizado en el helado y exclusivo centro turístico de Davos, en Suiza, casi en forma paralela al FSM. Una elite de 2.400 asistentes se reúne en un ambiente rígido y controlado, entre ellos 24 jefes de Estado y de gobierno y 800 directores generales o presidentes de las 1.000 mayores empresas del mundo.
Los participantes llegan a Davos en aviones privados y están rodeados por un infranqueable anillo de seguridad. Este año, el lema es »Conformando la agenda mundial: El cambio en la ecuación del poder».
Pese a la separación geográfica e ideológica, ambos foros tienen algo en común: discuten cómo usar el poder.
Negocios antes que nada
Según la elite de Davos, las empresas y el poder político pueden resolver los males del mundo decidiendo qué es lo mejor para las masas. Para el FEM, los negocios de los más ricos están antes que nada, y sus efectos gotean después hacia las capas inferiores.
Para el FSM, situado a pocos kilómetros de los barrios marginados de Nairobi, el poder pertenece el pueblo y este tiene derecho a participar en las decisiones que afectan a su vida.
Mediante la dominación económica y política, la elite de Davos toma decisiones y fija objetivos. Por otro lado el FSM, originado en una protesta contra el FEM en 2001, exhibe un poder natural que se debe organizar para transformar a la sociedad civil en »la próxima superpotencia», como predijo el ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan.
Si el FEM es lo que es y el FSM es su alternativa, entonces nunca se encontrarán. Pero Davos ya ha recibido apoyo de la sociedad civil. Este año, cuenta con la presencia de los directores de Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Oxfam, Islamic Relief, Greenpeace International, la Federación Sindical Internacional y las sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Pero el FSM aún no ha abierto sus puertas al mundo empresarial.
¿Hora del compromiso?
»Nunca pensamos en ello», dijo a TerraViva el profesor Edward Oyugi, de la Red de Desarrollo Social, un punto focal del Foro Social de Kenia. »En realidad, podríamos tener un compromiso polémico», agregó.
La brasileña Moema Miranda, organizadora del FSM, cree que »sería útil interactuar con el FEM, pero no formalmente, sino mediante grupos individuales».
»Ellos son los capitanes de la industria», dijo a TerraViva uno de los organizadores keniatas del FSM, Oduor Ongwen. »Su noción de la transferencia de riqueza no es para el pueblo, sino para el mundo empresarial. No creen que la vida del director de una empresa valga lo mismo que la de un residente de un barrio marginal», dijo.
Entonces, ¿cuál es el mensaje de Nairobi a Davos?
»Es que ‘Otro mundo es posible»’, respondió Miranda.