Ante la lentitud e incapacidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) para sofocar el grave estallido diplo-militar por la violación de las fuerzas armadas colombianas del espacio territorial y aéreo de Ecuador en días pasados, los presidentes de ese país y Nicaragua abogan ahora por la transformación del Grupo de Río en una Organización […]
La parsimonia de la OEA, bajo guión imperial, se dio porque varios mandatarios fueron presionados por Estados Unidos «para que no se metieran en el asunto y dijeran que era un problema bilateral, cuando era multilateral». (La Jornada, 9-III-08 p.26). Se sabe de una intensa participación de Estados Unidos en el operativo militar que coloca a la OEA en posición penosa: a pesar de intentos por restringir la información, en Bogotá circulan noticias y reportajes televisivos basados en datos del Ejército colombiano, que reconocen la participación de «aviones espías extranjeros» en la producción fotográfica para localizar los blancos de ataque. A decir de Angel Palacios, «no se trata sólo de la violación a la soberanía de Ecuador por el gobierno colombiano…Se trata de la incursión de aviones de inteligencia (de Estados Unidos) en territorio ecuatoriano». (Rebelión 5-III-08)
En el nuevo contexto latinoamericano y mundial, este tipo de operativos diplomilitares profundizan el desgaste y desprestigio acumulado por el sometimiento de la OEA a Estados Unidos desde que empezó a operar en 1948, máxime si se tienen en cuenta testimonios que indican que fueron organismos de inteligencia de esa potencia los que dieron a los colombianos las coordenadas exactas (posicionamiento geoespacial, grados, latitud) para realizar el ataque. Es difícil que el sometimiento crónico de la OEA confirme los operativos del Pentágono-CIA en la planificación, recolección, procesamiento, análisis-producción y distribución final de los informes de inteligencia. Es algo que Ecuador debe exigir se aclare.
El asunto es grave y debe ser tratado en la ONU y en el Grupo de Río, que sin dificultad emitió una resolución que puso fin a la crisis, aunque no a su fondo.
Sin mayor costo, Colombia pidió perdón y se comprometió a no incursionar más en otra nación. De esta desactivación del conflicto salió la propuesta para establecer un foro de negociación regional, algo urgente porque ahora Bush azuza el conflicto vinculando a Venezuela con el terrorismo y todavía faltan semanas de acciones, reacciones, investigaciones y negociaciones, para restablecer la confianza. Existen riesgos y también condiciones mundiales, regionales y locales para recuperar la soberanía y el impulso a los intereses públicos nacionales en la construcción de una nueva arquitectura diplomática, económico-financiera, monetaria y de seguridad propia.
Es la hora latinoamericana. Bolívar y Martí en vez de Jefferson y Monroe. Su mensaje: poner fin al uso de los latinoamericanos para derrotar a los latinoamericanos. Tal ha sido el fundamento monroista de dominación en la región durante los últimos dos siglos. La amalgama de intereses entre las clases dominantes de la metrópoli y la periferia es el meollo socio-económico que facilita este señorío. Los lazos oligárquico-imperiales de sujeción económica, empresarial y policial militar, se basan en la propensión histórica de las oligarquías criollas a estar satisfechas, y hasta propiciar arreglos de coparticipación en la apropiación del excedente y en el manejo fiscal, presupuestal y de seguridad de las naciones que depredan: ya hay condiciones y contradicciones para superar esta trabazón oligárquico-imperial.
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