Cuando finalice el XVII congreso del Partido Comunista de China (PCCh), Hu Jintao (presidente) y Wen Jiabao (primer ministro) serán las dos máximas figuras que marquen las líneas maestras del futuro del país. Tras ellos, también emergerán las figuras de los que serán sus compañeros de viaje en la dirección del partido y del país […]
Cuando finalice el XVII congreso del Partido Comunista de China (PCCh), Hu Jintao (presidente) y Wen Jiabao (primer ministro) serán las dos máximas figuras que marquen las líneas maestras del futuro del país. Tras ellos, también emergerán las figuras de los que serán sus compañeros de viaje en la dirección del partido y del país en los próximos cinco años, desde donde en los próximos años deben aparecer las figuras y los nombres de los que formarán el futuro liderazgo, «la quinta generación».
Desde Occidente se suele caer normalmente en un grave error a la hora de analizar y explicar los acontecimientos que rodean a la política, y en general a la sociedad, del gigante asiático. Acostumbrados a aplicar parámetros basados en ejes eurocéntricos y con altas dosis de desconocimiento hacia aquella realidad, nos presenta un PCCh homogéneo, sin diferencias internas o cuando menos con luchas centradas únicamente en el poder. En este último congreso, el PCCh ha salido fortalecido y se han impuesto las aportaciones teóricas del nuevo líder, Hu Jintao, pero ello no es óbice para reconocer que tras el telón se mueven las diferentes familias o grupos para lograr una mejor posición en las riendas del país.
Términos como «elitistas y populistas» etiquetando a los seguidores de Jiang Zemin o de Hu Jintao, equiparados a neoliberales frente a izquierdistas, son algunos de los tópicos que estos días hemos podido leer en los medios de Occidente. No obstante es necesario reconocer la existencia de esos grupos y de otros para explicar la heterogeneidad ideológica que nutre al propio PCCh en algunos aspectos. Así, encontramos a los «pragmáticos» y a los «voluntaristas», a la «camarilla de Qinghua», el «grupo de Shanghai», la facción de las juventudes comunistas, conocida como «tuanpai», y más recientemente los llamados «princelings», que algunos en China definen como «taizidang» (el partido de los príncipes).
En torno a éstos últimos se han sucedido los análisis, basados en la importancia creciente que estarían adquiriendo a lo largo de este Congreso y de cara a los próximos años. Si bien es cierto que el número de «princelings» ha aumentado, el interés que despiertan es utilizado para intentar desacreditar al PCCh y no incidir en sus aportaciones ideológicas.
En primer lugar se les presenta como hijos de altos cargos del partido o del estado, cuando en realidad se refiere a «los hijos de los revolucionarios que tuvieron un papel importante en la toma del poder del PCCh en 1949». Su número rondaría los dos mil, pero sólo unos pocos de ellos muestran interés por participar en la vida política, la mayoría prefiere invertir sus esfuerzos en el ámbito económico. Además, lejos de ser una fuerza homogénea, bajo esa denominación podemos encontrar diferentes intereses y planteamientos. Finalmente no debemos olvidar que ese término también genera rechazos dentro de China y en ocasiones adquiere un carácter peyorativo que se vuelve contra los propios «princelings». Recientemente, un agudo analista chino, no exento de humor, señalaba que ese término bien podría aplicarse al actual presidente de EEUU, George Bush, si hiciésemos caso del tratamiento que esa palabra genera entre algunos observadores extranjeros.
Tres nombres destacan sobre los demás, Li Keqiang, Xi Jinping y Bo Xilai, tan sólo los dos últimos serían «princelings», mientras que el primero, proveniente de las juventudes comunistas es considerado por algunos como el favorito de Hu. Con una edad parecida, en torno a la cincuentena, muestran una carrera política muy similar, y los avatares de la vida les han permitido conocer de primera mano la realidad social y económica de la población de su país. Su disposición hace años a abandonar la comodidad de Beijing para curtirse en puestos «de provincias» pueden ser factores decisivos a la hora de apostar por su promoción, todo ello con el apoyo que podrían recibir del actual dirigente del país, Hu Jintao.
Pero más allá de esa carrera futurista por la sucesión, este congreso ha servido para que las ideas del actual presidente queden inmersas en las líneas maestras del partido y del país. Las bases de «la Construcción de una Sociedad Armoniosa» de cara a poner en marcha iniciativas sociales, junto a la «Teoría del Desarrollo Científico» aplicada al ámbito económico, y unido todo ello a «los ocho honores y las ocho vergüenzas» como principios en su lucha contra la corrupción, son aportaciones ideológicas que hay que seguir para entender el devenir de China en los próximos cinco años.
Cuando se cierre el Congreso, Hu podrá mostrar que la condición dirigente del PCCh, junto a su indiscutible liderazgo, sigue marcando el devenir chino. Un futuro que deberá afrontar algunos retados recogidos estos días, como «igualar la vida entre la ciudad y el campo, reduciendo los desequilibrios y desigualdades sociales y territoriales» a los que está llevando el desarrollo promovido por algunos «liberales».
La unidad del partido debe permitir afrontar un desarrollo más científico, con una mejor distribución de la riqueza generada y un uso más eficiente de la energía. Y además, otro pilar en esa línea de actuación será la lucha contra la corrupción, un reto que se ha propuesto hace algún tiempo Hu Jintao, y su apuesta por acabar con «el sobre rojo» ha mostrado que no detiene ante nadie, y como muestra encontramos las destituciones y condenas a importantes cargos políticos del país.
También es conveniente observar los movimientos que se han venido produciendo en torno al todopoderoso Ejército Popular de Liberación (EPL), donde observamos que la nueva dirección está marcada por el liderazgo y dominio del propio Hu Jintao (él mismo preside la Comisión Militar Central, eje del ejército chino), que ha sabido articular una red de colaboradores en los cargos más importantes del EPL. La importante fase de modernización que afronta el ejército chino es uno de los factores más importantes a la hora de afrontar la política exterior y doméstica del gigante chino, y esto es algo que hace tiempo que preocupa a los dirigentes políticos de Washington, donde los llamados neocons tiene en su lista de prioridades al régimen de Beijing.
El peso de China en la nueva configuración de la escena internacional seguirá aumentando en los próximos años (como irónicamente señala un analista local, «mientras que el mundo le compra a EEUU, China compra el mundo»). Su presencia en Latinoamérica, África o en el propio continente asiático en una realidad que Hu Jintao quiere asentar y aumentar. La presencia de naciones sin estado dentro de las fronteras del estado chino es un factor importante para los dirigentes del país, que no ceden ante las demandas de autodeterminación de esos pueblos, y que incluso la injerencia externa (acaba de ocurrir en torno al Dalai Lama) genera un gran rechazo en los dirigentes chinos. Unido a ello está el espinoso asunto de Taiwán, Beijing pretende que ésta siga los pasos de Macao o Hong Kong, y acabe incorporándose definitivamente al estado chino.
La unidad del país y la unidad del partido caminan de la mano tras este XVII Congreso del PCCh, de la misma manera que la posición dirigente de Hu Jintao en el partido y en el EPL ha salido fortalecida tras el mismo. Finalmente, entre las nuevas figuras emergentes dentro del PCCh se encuentre el sucesor de la actual generación de mandatarios chinos, aunque conociendo la complejidad política china, nunca se puede descartar la presencia de «algún tapado», que aún figurando en los órganos superiores del partido, permanezca a la espera de su momento.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)