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Ilegal y fuera de toda lógica

Fuentes: Rebelión

Mike Pompeo ha declarado que “fueron restauradas todas las sanciones de la ONU contra Irán, principal Estado patrocinador del terrorismo y el antisemitismo” y que “en el caso de que algún miembro de la ONU no cumpliera sus compromisos con la implementación de las sanciones, Estados Unidos está dispuesto a castigarlo”.

También agradeció al Presidente Iván Duque “por el apoyo brindado al presidente interino Juan Guaidó para una transición democrática a una Venezuela soberana, sin la influencia maligna de Cuba, Rusia e Irán”. Por su parte, el Presidente Trump está a favor de que Alemania cancele el proyecto Nord Stream 2, debido al incidente con Navalny. “He apoyado esta posibilidad; fui el primero en mencionarla”, dijo.

Según Trump, China ocultó información sobre el coronavirus, por lo que la amenaza con consecuencias serias si se demuestra que fue conscientemente responsable de su propagación y no se trata de un error involuntario. En este caso, China le calza como anillo al dedo y la acusa de causar la tragedia que vive EEUU. Para Trump, y su séquito, China posee una estructura social atrasada e inferior, que diverge con la de Occidente, por eso no siguió los métodos chinos, para evitar la propagación en el territorio de EEUU del coronavirus, que a propósito llama “virus chino”, y ahora su país es el ejemplo de lo que se debe evitar. El meollo del asunto es que, por su orgullo enfermizo, no acepta sus errores y debe encontrar culpables.

La irracionalidad de Trump sólo es superada por la de Pompeo. El representante de la diplomacia de EEUU instiga al mundo a realizar una cruzada contra el Partido Comunista Chino y acusa a Xi Jimping de ser un fanático de una ideología totalitaria, que impulsa al comunismo chino hacia la hegemonía global. Sostiene que los comunistas casi siempre mienten, por lo que aconseja no actuar con China, como si se tratara de un país normal. Olvida que hace poco se jactó de que en la CIA le habían enseñado a mentir descaradamente, a engañar sin colorearse y a superar a Tartufo en el arte de pasar por santurrón.

Tanta prepotencia, y aparente ignorancia, tiene una explicación simple: la élite de EEUU se siente impotente y abrumada por China y Rusia; comprende que en los últimos 40 años, el gobierno chino ha elevado 20 veces el nivel de vida de su pueblo, lo que en EEUU ha pasado al revés; que China es la primera economía del mundo, el principal socio comercial de casi todos los países, y su gran desarrollo científico tecnológico es superior al estadounidense; que China produce cinco veces más científicos que EEUU e invierte en investigación muchas veces más que ellos y, además, cuenta con gran unidad interna, algo de lo que EEUU está lejos. También sabe que si agredieran militarmente a Rusia, serían borrados del planeta. Por eso intenta, por todos los medios, de detener el progreso de China y derrumbar el sistema político de Rusia.

Y este es mayor de sus errores: declarar sus principales enemigos a estos países e intentar derrotarlos. EEUU es poderoso, pero su poder es insuficiente para vencer a China y Rusia juntas; además, como era de esperar, sucedió lo que debía suceder, sin firmar tratado alguno, Moscú y Pekín se unieron en lo económico, en lo político y en lo militar, forjando una alianza que los vuelve invencibles, incluso si la UE decidiera continuar, como hasta ahora, vasalla de Washington. Lo de Venezuela, Bielorrús, Irán, Siria y otros países es parte de la guerra mundial que vivimos, en la que todo vale menos el empleo de armas atómicas.

Con respecto a Rusia, se debería recordar que la desintegración de la URSS fue acompañada de la destrucción de sus fuerzas armadas, de su sistema de seguridad social, de la extinción de su industria y de la disminución del nivel de vida del que habían gozado sus habitantes. La sociedad rusa se volvió paupérrima, en particular, la mortalidad de Rusia creció tanto que en menos de diez años su población disminuyó en más de 10 millones de habitantes. No sólo eso, sino que, de un día para otro, más de 30 millones de rusos se volvieron extranjeros en los países de la exURSS, donde habían nacido o vivido toda su vida, extranjeros que ni siquiera podían expresarse en su propia lengua y que, en adelante, fueron tratados como parias sin derechos, sin que ningún organismo internacional velara por sus vidas, ahora amenazadas.

El sector belicista de Washington aprovechó de esta coyuntura para rodear a Rusia de bases militares e instalar paraguas antimisiles, que les provocó la fantasía de poseer un dominio militar absoluto, de ser invulnerable y le condujo a dar pasos bélicos peligrosos para resolver problemas globales, alejados del sentido común.

El mérito de Putin y su equipo fue evitar que Rusia desapareciera en esa vorágine y lograr que emergiera como Estado soberano. Su éxito, lograr el desarrollo sostenido de Rusia tanto en lo político como en lo económico y social; en ser el portaestandarte de una ideología, que restaura los más altos valores nacionales, morales, religiosos, culturales, artísticos y filosóficos, que desde siempre han constituido la civilización rusa, y en haber fortificado a sus fuerzas armadas para defender la soberanía y la libertad de Rusia y sus inmensas riquezas.

Según Putin, la retirada de EEUU del Tratado sobre Misiles Antibalísticos en el 2002 obligó a Rusia a dar una respuesta asimétrica, desarrollar nuevas armas hipersónicas. “Tuvimos que crear estas armas en respuesta al despliegue del sistema estratégico de defensa antimisiles de Estados Unidos, que en el futuro sería capaz de neutralizar y anular todo nuestro potencial nuclear… en los años siguientes, hemos hecho todos los esfuerzos posibles para llegar a acuerdos con la parte norteamericana sobre el cese de labores de los sistemas de defensa antimisiles… incluso con la participación de estados europeos. Pero todos nuestros intentos resultaron vanos”.

Con motivo al Día del Armero, el Presidente Putin reveló que el científico Guerbert Efrémov, quien participó en el desarrollo de misiles de crucero para submarinos, sistemas de misiles antibuques, observatorios orbitales Almaz y misiles balísticos intercontinentales, es el creador del misil hipersónico Avangard, una ojiva capaz de volar en capas densas de la atmósfera a velocidades superiores a los 30.000 Km. por hora; cuando se mueve hacia un objetivo, la ala de planeo realiza la llamada maniobra profunda, tanto lateralmente como en altura, lo que le permite atravesar todo escudo antimisiles y lo hace absolutamente invulnerable ante cualquier medio de defensa antiaérea. Putin equiparó la hazaña de Efrémov con la de los científicos soviéticos Ígor Kurchátov, creador de proyectos termonucleares, y Serguéi Koroliov, padre de la cosmonáutica moderna, y lo condecoró con la Orden del Santo Apóstol Andrés.

Además informó que “en el 2004 iniciamos el trabajo a gran escala para poner en práctica las ideas de Guerbert Efrémov, sobre lo cual, por cierto, hemos advertido públicamente al mundo entero. Aparentemente, nadie nos creyó entonces. Pensaban que no podíamos hacerlo. Ahora, por primera vez en la historia moderna, Rusia cuenta con las armas más avanzadas”. Según Putin, Rusia tuvo que asumir durante décadas el papel de rezagada en lo referente a las armas nucleares, de la aviación estratégica de largo alcance y de la tecnología de misiles intercontinentales, lo que la puso en una situación muy difícil y peligrosa, porque hubo momentos en que la amenazaron y no tenía con que responder, situación que violaba el equilibrio estratégico. Ahora, por primera vez en la historia moderna, Rusia posee las armas más avanzadas, que son muchas veces superiores en fuerza, potencia y velocidad, lo que es muy importante en términos de precisión, en comparación a todo lo que existía y existe hoy, y subrayó que “por ahora, nadie en el mundo tiene estas armas”.

Por último, con respecto a EEUU, su grave problema es que sus problemas recién comienzan, que su situación política se va a complicar en la medida en que se acerquen las elecciones de noviembre, y después de ellas, independientemente de quien las gane, porque la sociedad de ese país se ha divido en dos bandos irreconciliables y antagónicos. Ambos no se soportan mutuamente y, por desgracia, están armados hasta los dientes. También es variada y compleja la urdimbre social que conforma esa colectividad, situación que precisa de un estadista con capacidad de diálogo y no de bravucones, acostumbrados a dar órdenes que deben ser obedecidas por sus servidores. Por eso, por la falta de liderazgo, pasa lo que está pasando, porque, más persuadidos que piojo sobre caspa, Trump y Biden juegan a la ruleta rusa, apuntando al pueblo estadounidense. Ojalá que el desenlace sea benigno y todo termine sin una guerra civil ni con la desintegración de EEUU, algo que, por sus consecuencias nefastas, el mundo no necesita.