La cumbre de la APEC1 en Chile como Foro no está trayendo grandes novedades inmediatas para los capitalistas y sus gobiernos. Sí para promover y consolidar los intereses particulares de algunos, principalmente China con su arremetida para penetrar América Latina, asegurándose la provisión de recursos naturales y la inversión de sus capitales. O Estados Unidos, […]
La cumbre de la APEC1 en Chile como Foro no está trayendo grandes novedades inmediatas para los capitalistas y sus gobiernos. Sí para promover y consolidar los intereses particulares de algunos, principalmente China con su arremetida para penetrar América Latina, asegurándose la provisión de recursos naturales y la inversión de sus capitales. O Estados Unidos, buscando (en forma vana) asegurar y consolidar en forma de acuerdos una dominación más consensuada de su dominio de esta importante zona del mundo. Y al mismo tiempo, buscando asegurarse un alineamiento político detrás de sus intereses estratégicos. Por esto en parte, el grueso de los planteamientos de Bush fue alrededor de la llamada lucha contra el terrorismo y los problemas de seguridad, más que de las cuestiones del libre comercio, objetivo declarado de este foro.
Las declaraciones sobre acuerdos de libre comercio de todo el bloque, quedaron en las intenciones de algunos empresarios, bloqueadas por países como Estados Unidos, que optaron por acuerdos bilaterales. Para países semicoloniales como Chile, se trata más bien de un gesto político que, por un lado, sirva como punta de lanza política del imperialismo estadounidense en Latinoamérica. Por otro lado, que se asiente como puente de negocios entre América Latina y el Asia, reconvirtiéndose como paso comercial y tal vez financiero. Finalmente que afirme su estructura como país dependiente, proveedor de recursos naturales: del 64% de las exportaciones en lo que van del año, sólo 5 bienes las concentran, y se trata de cobre, celulosa, salmón, vino y madera. En total, buscan asegurar la subordinación a los intereses del imperialismo.
Engendrando el descontento: 50.000 personas tomaron las calles
Pero sí hay algo nuevo. Y no precisamente para el gusto de los organizadores de esta fiesta de los ricos. Venciendo la campaña de intimidación de los días previos. Venciendo las medidas represivas, en las que, por ejemplo, en las calles del centro de Santiago, se impedía que la gente estuviera quieta: la orden era que había que estar circulando, si no, Fuerzas Especiales de Carabineros te detenían. O los francotiradores que se veían en los edificios de Santiago, los carabineros con perros, los motociclistas, las patrullas aéreas, los seguimientos, las detenciones por sospecha, la represión a las marchas y actos de repudio de los días previos, con detenidos a los que se arrojaba, una vez encarcelados, gases en los patios donde se los mantenía confinados.
Venciendo todo esto, el viernes 19 se realizó la movilización más grande en Chile desde el fin de la dictadura. Convocada por el Foro Social Chileno reclamando por humanizar la globalización. Por 20 cuadras se extendía la marcha, predominantemente de familias de una clase media cada vez más castigada y de la juventud. Fueron 50.000 personas las que tomaron las calles de Santiago, protestando también contra los efectos más irritantes de la dominación imperialista estadounidense, «aguante Fallujha» rezaba alguno de los carteles, «no queremos, no nos da la gana, ser una colonia norteamericana» se escuchaba entre los cánticos. La marcha permitió que se expresara el descontento contra el gobierno entreguista, anti-obrero y anti-popular de la Concertación que gobierna junto con la derecha, en uno de los países con la peor distribución de la riqueza del mundo, donde el 20% más rico se apropia el 60% de la riqueza nacional, mientras que el 20% más pobre apenas alcanza al 3%. Más irritante aún cuando la economía chilena crecerá hasta un 5% este año.
En un momento, la marcha se transformó en una verdadera batalla campal: la amenazante y provocativa presencia de Carabineros comenzó a ser rechazada, se iniciaron enfrentamientos que se extenderían por dos horas, una barricada cortó en dos la marcha impidiendo la movilidad de los carros lanza agua que incluían químicos. Los Carabineros debieron retroceder para concluir avanzando y deteniendo a todo lo que se moviera, incluyendo periodistas que terminaron internados de gravedad.
La imponente movilización viene siendo antecedida por las luchas del movimiento estudiantil secundario y universitario, por las luchas del pueblo nación- mapuche, por las luchas de sectores de trabajadores en las minas, los puertos, los hospitales, las reparticiones públicas y algunas empresas industriales; por el surgimiento de nuevas franjas de la clase trabajadora en nuevos sectores de la economía, como la explotación del salmón; por la formación de nuevas organizaciones sindicales, como la Federación de Trabajadores del Salmón, o la Federación de Trabajadores Mineros, con más de 30 mil afiliados.
Pero el gran ausente en esta movilización fueron los trabajadores. ¿Por qué los trabajadores como clase, con sus organizaciones, estuvieron ausentes cuando, como queda dicho, están comenzando a retomar el camino de las luchas en defensa de sus derechos, cuando están empezando a recomponer sus organizaciones y construir nuevas? ¿Por qué no estuvo cuando, por ejemplo, a las trabajadoras de uno de los principales productos emergentes de exportación, el salmón, se las cronometra para ir al baño y después se les descuenta ese tiempo de su sueldo? Varias son las causas que nos pueden aproximar a explicar esta ausencia. Entre ellas, la amenaza de la desocupación, la imposibilidad de hecho de sindicalizarse o recurrir a los métodos de lucha de la clase trabajadora, como la huelga, que actúan como un límite siempre presente. También, estar atravesando un ciclo electoral que se inició con las recientes elecciones municipales y concluirá el año próximo con las presidenciales, con la amenaza de un triunfo de la derecha pinochetista, que juega su parte.
Es importante mencionar ciertas medidas y anuncios de una especie de auto-reforma del régimen burgués, por arriba, que actúan como freno. Por último, por sobre todo esto y afirmándolo, la política de las direcciones actuales de la clase trabajadora, en la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), pusieron todo su peso: junto con sindicalistas de la región del Asia Pacífico, se reunieron con Lagos para exigir, suplicar, por la incorporación de un «capítulo sindical» a la APEC. Y ni siquiera fue convocante a la movilización.
Aunque una movilización que, insistimos, fue la más grande desde la salida de la dictadura, como sentimiento de descontento con la Concertación y la derecha, afectando a los partidos burgueses enemigos de los trabajadores tiene consecuencias favorables a las luchas y las tendencias a la recomposición de la clase trabajadora.
(…)
1 Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico, por sus siglas en inglés