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Impulsar la justicia social y el trabajo decente, ¿evidencia empírica o ideología optimista?

Fuentes: Rebelión / CLAE

La Organzacipon Internacional del Trabajo (OIT) puso en marcha la campaña “50 for Freedom” contra el trrabajo forzoso, en colaboración con la Organización Internacional de Empleadores (OIE) y la Confederación Sindical Internacional (CSI), para alentar a los gobiernos a ratificar dicho protocolo y aumentar la concienciación sobre la existencia de formas modernas de esclavitud.

Casi 60.000 personas de todo el mundo se han sumado a la campaña hasta ahora con el fin de refrendar el llamamiento a la ratificación y aplicación del protocolo

Hace algunos días, la OIT dio a conocer que cincuenta países han puesto de manifiesto su compromiso con la erradicación de las formas modernas de esclavitud al ratificar el Protocolo de la OIT sobre el trabajo forzoso. La cantidad de ratificaciones ha alcanzado el objetivo inicial fijado en la campaña “50 for freedom”. Sudán se convirtió en el quincuagésimo país en ratificarlo.

En virtud de este tratado internacional, los gobiernos se comprometen a tomar medidas eficaces para evitar el trabajo forzoso, proteger a las víctimas de éste y velar por que éstas tengan acceso a acciones jurídicas y de reparación, incluidas las indemnizaciones pertinentes.

«Hemos logrado hito que reviste suma importancia», señaló Guy Ryder, Director General de la OIT. Y añadió: «Debemos forjar de consuno un futuro del trabajo en el que no haya trabajo forzoso, trata de seres humanos, trabajo infantil ni formas modernas de esclavitud. Porque el trabajo forzoso no tiene cabida en la mejor normalidad que deseamos fomentar desde ahora».

Por su parte Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, señalo que «Si bien 50 ratificaciones merecen ser objeto de celebración, es necesario contar con muchas más», mientras Roberto Suárez-Santos, Secretario General de la OIE agrego que «todas las empresas deben comprometerse de forma clara y eficaz para erradicar el trabajo forzoso».

A falta de menos de diez años para alcanzar la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, relativa a la erradicación del trabajo forzoso, los países deben redoblar sus esfuerzos para aplicar el citado protocolo. Por eso,» es necesario llevar a cabo un seguimiento pormenorizado de su implantación en cada región, en cada país, y en cada ciudad, para velar por que nadie se quede atrás», señaló el Director General de la OIT.

Impacto del Covid-19 en el trabajo infantil y el trabajo forzoso

El trabajo forzoso afecta a todos los grupos de población, a todas las regiones del mundo y a todos los sectores económicos. A escala mundial, aún siguen realizando trabajo forzoso 25 millones de hombres, mujeres y niños, que son víctimas de la trata de seres humanos, la servidumbre por deudas o situaciones de trabajo en condiciones análogas a la esclavitud.

Esa cifra ha aumentado debido a la pandemia de COVID-19, que repercute en los trabajadores más vulnerables, la mayoría de los cuales no tiene acceso a prestaciones de protección social. No obstante, la ratificación por sí misma no es suficiente. Su aplicación es fundamental para que la vida de las personas mejore en el futuro.

Se teme que se agraven las causas fundamentales del trabajo infantil y el trabajo forzoso, entre ellas la pobreza, el acceso limitado a oportunidades de trabajo decente para las personas en edad legal de trabajar, la marginación social, la discriminación, la falta de una educación universal de calidad, la prevalencia de la economía informal y la debilidad del diálogo social.

La crisis económica y social afectará especialmente a los niños. Se estima que este año entre 42 y 66 millones de niños podrían caer en la pobreza extrema como resultado de la crisis, lo que se suma a los 386 millones de niños que en 2019 ya se encontraban en situación de pobreza extrema.
La masiva interrupción mundial de la educación causada por las medidas de confinamiento y la falta de soluciones de aprendizaje a distancia en muchos países provoca el aumento del número de niños en situación de trabajo infantil. Los hogares pueden recurrir al trabajo infantil para hacer frente a la pérdida de empleo y a la crisis sanitaria asociadas al Covid-19, en particular, si los niños no están en el sistema educativo.

Los niños que provienen de grupos minoritarios marginados, los discapacitados, las personas que viven en la calle y sin hogar, en hogares monoparentales o encabezados por niños, migrantes refugiados, desplazados internos o de zonas afectadas por conflictos o desastres, son más vulnerables al trabajo infantil y corren un riesgo especial en la crisis actual.
Los niños, y en particular las niñas, además del riesgo de trabajo infantil, pueden verse abrumados por el aumento de las tareas domésticas y las responsabilidades de cuidado.

Las personas y familias vulnerables que han perdido sus empleos en la economía informal, y que necesitan urgentemente financiamiento para la supervivencia del hogar pero que tienen pocos ahorros y un acceso limitado a la protección social u otras formas de apoyo del Estado, es probable que corran un mayor riesgo de ser víctimas de los prestamistas que conceden créditos en condiciones que constituyen servidumbre por deudas.

Los trabajadores vulnerables tienen más probabilidades de ser engañados y atrapados en trabajos forzosos. La probabilidad de que más trabajadores contraigan deudas para sobrevivir, hace que el riesgo de aumentar la servidumbre por deudas sea particularmente importante.

Las redes criminales pueden utilizar, -de hecho, ya lo hacen-, esta crisis mundial para explotar las vulnerabilidades a fin de restringir aún más la libertad de las víctimas y aumentar el beneficio financiero que generan el trabajo forzoso y la trata de personas.

Las restricciones a la circulación pueden modificar las formas de explotación. Por ejemplo, las mujeres y los niños pueden ser explotados sexualmente con fines comerciales por sus abusadores en línea o en domicilios privados.

Los controles más estrictos en las fronteras pueden aumentar el riesgo de trata de personas. De hecho, las víctimas con documentación confiscada pueden correr el riesgo de sufrir abusos, detención y revictimización por parte de agentes de seguridad/policía que aplican cuarentenas y gestionan puntos de control. Las víctimas sin documentación personal pueden experimentar barreras adicionales para acceder a los servicios de salud y otros servicios relacionados con el Covid-19.

El problema de fondo relativo a los derechos humanos no es tanto el de justificarlos, como el de protegerlos y aplicarlos, pues la cuestión de su fundamentación ya ha sido resuelta por la Declaración Universal de 1948. Conviene recordar entonces, de manera sinóptica, que el despliegue de la idea de dignidad humana en tanto núcleo central de los derechos humanos abarca el concepto de trabajo forzoso.

Creemos que dialécticamente proclamar los derechos humanos en su lucha contra el trabajo forzoso, significa fundamentalmente crear aquel horizonte de sentido mediante el cual los individuos aislados pueden expresarse, afirmarse a si mismo como una comunidad de hombres libres e iguales. Claro: se trata del capitalismo de libertades y privilegios para unos pocos, es decir de una cierta idea de dignidad humana, reñida con la realidad.

Eduardo Camin. Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra, Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: https://estrategia.la/2021/03/25/impulsar-la-justicia-social-y-el-trabajo-decente-evidencia-empirica-o-ideologia-optimista/