A la Unión Europea le estalló en sus fronteras. Crisis humanitaria de gran calado, comparada solo con la generada por la Segunda Guerra Mundial. El flujo de inmigrantes, peor que eso, de personas que buscan refugio comenzó allanando sus espacios. Son las víctimas de las guerras quienes padecen la tragedia de sus vidas (Ver antes: […]
A la Unión Europea le estalló en sus fronteras. Crisis humanitaria de gran calado, comparada solo con la generada por la Segunda Guerra Mundial. El flujo de inmigrantes, peor que eso, de personas que buscan refugio comenzó allanando sus espacios. Son las víctimas de las guerras quienes padecen la tragedia de sus vidas (Ver antes: http://www.alainet.org/es/articulo/172051).
¿Contra quién deberán reaccionar los gobiernos de los países europeos, y no solo los que tienen el problema sino todos? Contra sí mismos, como simples aliados, promotores también de la violencia, socios de los estadounidenses en la Organización del Tratado del Atlántico del Norte. Pero sobre todo contra el gobierno gringo y sus políticas de invasión. No contra los países víctimas.
Se trata del saldo de las guerras en Siria, antes Irak y también Afganistán. En África lo mismo. Todas, guerras promovidas por la derecha, el ala republicana y el poderoso grupo sionista-estadounidense, a quienes interesan los recursos, no las personas. Es más, las invasiones planeadas por los generales de la OTAN y decididas por los presidentes de EUA, con fines geoestratégicos han impactado no únicamente a los ejércitos de los países invadidos sino a la población civil. De ahí que los promotores se han convertido en genocidas.
No hay otro calificativo, puesto que los bombardeos militares indiscriminados no diferencian entre los objetivos «estratégicos» (¡sic!) de ataque y la población, la principal afectada. Y ahí están, tras varios años de guerra en sus propios territorios -países que padecen a dos frentes el asedio: militar y terrorista-, los primeros expulsados. El número de caídos es el fin de juicio.
De la mano de las políticas de agresión, invasión y arrasamiento de la sociedad civil, además de los militares y quienes toman las decisiones de invadir, están desde luego las empresas multinacionales beneficiadas, sean las «de guerra» (productoras de armas, ejércitos privados, capacitación, etc.) como las de «reconstrucción» todo terreno. ¿Y cuándo regresan lo usurpado?
A los actores-promotores, financistas-particulares, presidentes-generales, corporativos de la destrucción-reconstrucción de los países participantes de la OTAN -gringos a la cabeza-, son a quien se les debe responsabilizar y juzgar por el caos humanitario, por el genocidio provocado en los países afectados.
Y como invasores, los promotores de las guerras son quienes deben asumir el costo que implica dar asistencia y trabajo a los desplazados. Y los países de la (des)Unión Europea que ahora reniegan (como Hungría) del peso por la cantidad de ciudadanos en busca de asilo, paz, trabajo y tranquilidad para vivir (hasta los niños lo saben porque lo viven), deberán no pelear entre sí por el número -el problema no es estadístico- de asilados que deberá aceptar cada uno, cuanto de encontrar los acuerdos para presionar y obligar a los responsables como los EUA, a que sean ellos quienes asuman los costos.
Lo contrario será, para la casi desUE quien de por sí carece la problemática social relacionada con la política de austeridad requerida desde el sector financiero global, que EUA deje a Europa sola con el problema social que implica atender a los expulsados, siendo que los presidentes Bush-Obama, el Pentágono como cabeza de playa y sus corporativos multinacionales -principalmente petroleros, quienes se benefician por el energético a muy bajo costo- se llevan todas las ganancias posibles. ¡Que para eso son sus guerras!
Los asilados tienen derechos porque no han salido de sus países por voluntad propia. Existe la legislación internacional que atiende el «derecho de asilo» como derecho humano para hacerlo valer (según la ONU, ver: http://bit.ly/1V3KBsa ). Otros temas pendientes, como: el retiro del financiamiento, armamento y capacitación al llamado «estado islámico» -el mercenariato al servicio de intereses ajenos-; sentarse a negociar con Bashar al Assad, con la inclusión obligada de Rusia para terminar con la agresión en su contra, son acciones urgentes para atender el problema de raíz. Responsables de la actual crisis humanitaria los hay, falta aplicarles la ley, puesto que han generado una crisis de elevadas consecuencias, humanitaria y global.
En tanto se hacen las gestiones necesarias para obligar a los estadounidenses asumir su responsabilidad -¡quién le pone el cascabel al gato!, o como se dice «quién dijo yo»-, ciertamente los gobiernos europeos se encuentran en una encrucijada doble: por un lado, la presión de recibir a los inmigrantes/asilados, darles techo, cobijo, sustento, atención médica y trabajo, quienes ya llegaron y los que siguen arribando a sus fronteras; por el otro, la exigencia de las mayorías, de sus propios ciudadanos quienes piden a sus autoridades recibir y atender por humanidad a los solicitantes exiliados.
Ciertamente el problema no es menor, porque las condiciones económicas de los estados no es de Jauja, y socialmente sus propios pueblos padecen desempleo o desigualdad creciente, baja generación de empleos y caída de ingresos salariales -las políticas de austeridad pronto se extienden por la zona, pues se trata de una oleada de empobrecimiento generalizado en marcha-, de la mano de estados cada vez con menores márgenes de recursos como para invertir y de maniobrabilidad política y social (el desgaste de su credibilidad).
Por lo mismo, los gobiernos deberán actuar pronto en todos los sentidos, pues de lo contrario se presentarán -más pronto que tarde-, síntomas de discriminación racial y repudio que puede devenir en xenofobia de parte de aquellos sectores radicales europeos afines al nacionalsocialismo y otras vertientes violentas capaces de generar problemas mayores. De ese tamaño es la urgencia, para atender y resolver el problema o los problemas.
Ir al fondo del asunto implica, entrar a los terrenos de la geopolítica del imperio estadounidense y de sus propios intereses. Para hacerle ver las secuelas de sus guerras, y que -insisto- asuma su responsabilidad. No es un camino sencillo, porque implicará ir a contracorriente de las nuevas políticas de «seguridad nacional» de los gringos. Como ir en contra de su estrategia que está en el origen de sus guerras. Pero lo contrario será dejar el problema solamente en manos de los europeos. Salvo que ellos quieran cargar con todo el peso; o que encuentren los mecanismos para dar trabajo a todos los asilados, pues seguramente nadie estará pensando tenerlos como asistidos siempre.
De largo plazo, y a un problema mayor la exigencia de soluciones también mayores. Es un gran reto para los europeos. Una prueba para saber si, en condiciones como estas, los gobiernos están dispuestos a oponerse ahora sí a las exigencias de sojuzgamiento de EUA en materia geopolítica. O le ponen un hasta aquí y le traspasan la cuota de responsabilidad que le corresponde en este problema. Ya veremos. Mientras tanto los asilados requieren asistencia. No alambrados de púas, ni muros, ni chorros de agua, ni gas pimienta en su contra. Menos represión.
Ya se conocen las causas, habrá que atenderlas con urgencia. Así les disguste a los propagandistas de la guerra. Una auténtica «coalición humanitaria internacional» para solucionar el problema de los inmigrantes está faltando. Manos a la obra.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.