Los malasios están determinados a protestar contra una refinería de tierras raras que generará desechos radiactivos hasta que la firma australiana que está a su frente abandone el proyecto. «Es tiempo de cerrar la planta de Lynas», dijo Wong Tack, presidente de Himpunan Hijau (HHC), que lidera un movimiento masivo contra la polémica planta. El […]
Los malasios están determinados a protestar contra una refinería de tierras raras que generará desechos radiactivos hasta que la firma australiana que está a su frente abandone el proyecto.
«Es tiempo de cerrar la planta de Lynas», dijo Wong Tack, presidente de Himpunan Hijau (HHC), que lidera un movimiento masivo contra la polémica planta.
El 26 de febrero, el HHC organizó su mayor protesta masiva en esta localidad costera, capital del estado de Pahang, atrayendo a 15.000 ciudadanos comunes y a figuras públicas, entre ellas Anwar Ibrahim, líder de la coalición opositora Pakatan Rayat.
Si el gobierno «continúa vacilando», el HHC organizará una protesta aún mayor en Gebeng, donde se ubica la Planta de Materiales Avanzados de Lynas (LAMP), dijo Wong Tack a IPS.
El HHC probó su fuerza en octubre de 2011, cuando organizó una manifestación de 2.000 personas en la playa Taman Gelora.
Según Wong Tack, Malasia vive una «revuelta verde», dado que la población verdaderamente teme que la planta produzca desechos radiactivos -como el torio- que perjudiquen seriamente el ambiente y pongan en peligro la salud de las personas.
Ibrahim dijo a los manifestantes de Gebeng que su alianza planeaba buscar que el parlamento aprobara una moción de emergencia para que se cancelara el proyecto. «No sacrificaremos nuestra cultura y la seguridad de los niños», afirmó.
Los minerales raros se llaman así porque están presentes en muy baja proporción en rocas y sedimentos y resulta difícil aislarlos para obtenerlos en su forma elemental.
Se los usa en la industria de la electrónica y se abren camino en la fabricación de objetos tan diversos como computadoras portátiles, teléfonos y misiles. Sus precios se dispararon después de que China, el mayor productor mundial, restringió las exportaciones el año pasado.
Pero procesar los minerales que se extraen de las tierras raras de Australia causaría la concentración de elementos radiactivos como torio y uranio, que si no se eliminan adecuadamente pueden resultar peligrosos para el ambiente y la salud.
El legislador Michael Jeyakumar, del Parti Sosialis Malaysia, un pequeño partido opositor, ya sufre los peligros del vertido indiscriminado de residuos industriales a consecuencia de la actividad incontrolada y rampante de las fábricas.
Los habitantes del lugar advirtieron que esta empresa australiana no los tomaría por un vertedero de desechos radiactivos, dijo a IPS.
«Este proyecto Lynas dejará residuos en nuestra tierra y nuestra salud, y en la salud de las futuras generaciones, por meros fines de lucro», aseguró Jeyakumar.
«El gobierno tiene que escuchar a los manifestantes… No hay manera de que el gobierno pueda justificar este acto de locura», agregó.
La planta de LAMP quedará finalizada en junio, cuando empezará a transportar el mineral desde Port Weld, en Australia.
LAMP espera romper el monopolio mundial de China en el suministro de metales de tierras raras.
Una vez que se inicie la producción, LAMP se propone facturar 3.000 millones de dólares anuales, dada la alta demanda de estos minerales. Ya firmó acuerdos para proveer a empresas de Japón.
Lynas, que cotiza en la bolsa de valores de Australia, vio caer el precio de sus acciones cuando los manifestantes presentaron una acción judicial contra el gobierno en el Alto Tribunal de Kuantan, por haberle dado a LAMP una licencia temporaria para funcionar.
En reacción a las protestas de Gebeng, el primer ministro Najib Razak dijo que la planta de LAMP es inofensiva y que el proyecto es evaluado por un panel gubernamental.
Razak señaló que el gobierno estaba buscando una «región aislada» en el país para almacenar los desechos radiactivos, admitiendo así que había un problema.
El torio ya se usa para alimentar reactores nucleares experimentales en India, donde existen abundantes reservas naturales de este elemento radiactivo.
El presidente de Amigos de la Tierra, S. M. Mohamed Idris, dijo que Lynas eligió a Malasia para ubicar su planta a causa de las laxas leyes de control radiactivo y de que la responsabilidad está repartida entre cuatro ministerios y una agencia regulatoria de la energía atómica.
«Nuestro Consejo de Licencias de Energía Atómica no está en posición de manejar la planta de Gebeng, su mecánica y la tecnología involucrada, así como los desechos producidos», dijo a IPS.
En junio del año pasado, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) llevó a cabo un estudio de seguridad de la planta de Gebeng y le recomendó a Lynas implementar numerosas medidas. Entre ellas, presentar planes para una instalación permanente dedicada a la eliminación de residuos radiactivos.
Aunque Lynas todavía tiene que seguir varias de las recomendaciones de la AIEA, se las arregló para que el Consejo de Licencias le extendiera un permiso temporario para operar. De este modo, le concedió un generoso plazo de 18 meses desde su puesta en marcha, prevista para junio, para presentar los planes de eliminación de desechos.
El plan actual es colocar los residuos en contenedores especiales que se ubicarán en fosas en la planta de Gebeng.
A muchos malasios, el plan les recuerda a la central asiática de tierras raras que en los años 80 fue propiedad de la japonesa Mitsubishi, y que cerró tras airadas protestas públicas.
La planta de Mitsubishi fue clausurada luego de registrarse un aumento en los casos de defectos congénitos y de leucemia en los hijos de extrabajadores. Los contenedores con desechos radiactivos tuvieron que ser desenterrados y vueltos a sepultar en lo alto de una colina.
La parlamentaria Fuziah Salleh dijo a IPS que el público se opone fuertemente a la planta de LAMP por temor a la contaminación radiactiva.
«Luego del desastre de Fukushima, el año pasado, tienen miedo de que los residuos radiactivos dañen su salud. Aunque transladen esos desechos a un sitio remoto y despoblado, seguirán siendo peligrosos por muchos años. ¿Por qué traerlos aquí en primer lugar?», planteó.