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Iran y las bombas nucleares

Fuentes: Centre d'Estudis per a la Pau JM Delàs

Desde hace unos años, la comunidad internacional está presionando a Irán para que abandone su programa nuclear. Creen que el programa oculta la intención de fabricar una bomba nuclear. Irán ha firmado el Tratado de No Proliferación nuclear (TNP). Como signatario del Tratado, se compromete a no fabricar ni adquirir armas nucleares. Además, admitirá las […]

Desde hace unos años, la comunidad internacional está presionando a Irán para que abandone su programa nuclear. Creen que el programa oculta la intención de fabricar una bomba nuclear.

Irán ha firmado el Tratado de No Proliferación nuclear (TNP). Como signatario del Tratado, se compromete a no fabricar ni adquirir armas nucleares. Además, admitirá las salvaguardas que se estipulen con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Por otra parte, se le reconoce el derecho de investigar, producir y utilizar la energía nuclear con fines pacíficos.

La desconfianza del programa nuclear iraní, fomentada por EEUU e Israel, ha provocado que el Consejo de Seguridad de la ONU haya aprobado, desde 2006, varias resoluciones, donde prioritariamente se pide que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio. En alguna resolución se dictan sanciones financieras contra personas e instituciones iranís. Irán ha insistido en que su programa nuclear tiene como objetivo las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, reconocidas por el TNP. En cuanto a las acusaciones, alega que no están probadas, que se fundamentan en suposiciones y pide documentos que las sostengan.

Parece claro que Irán es capaz de enriquecer uranio al 20% (para hacer funcionar reactores de investigación y de aplicaciones médicas). Pero no está demostrado que, actualmente, pueda enriquecer uranio al 95% (el necesario para fabricar bombas).

Hay que diferenciar entre enriquecer uranio y construir una bomba. Hacer una bomba no representa demasiada dificultad técnica para un país desarrollado, según reconoce la misma OIEA. Alemania, Italia, España y muchos otros podrían construir una en menos de seis meses, si quisieran. Recordemos que incluso Corea del Norte y Pakistán han construido bombas nucleares, aunque son países con un bajo desarrollo tecnológico. La dificultad para disponer de una bomba es la obtención de la carga explosiva (el uranio o el plutonio), no su montaje.

Otros estados – Brasil, India, Argentina, Taiwán, Corea del Sur – han destinado muchos más esfuerzos que Irán al desarrollo de la energía nuclear y, en ninguno de estos casos, la comunidad internacional ha mostrado ningún signo de preocupación. Y tampoco ha denunciado los cuatro estados que ya tienen armas nucleares y que no han firmado el TNP (India, Pakistán, Israel y Corea del norte). Esto hace sospechar que el verdadero problema no es el programa nuclear iraní. ¿Si Irán abandonara su programa nuclear, desaparecería la presión sobre Irán? Parece claro que no. Irán, además de tener una gran abundancia de recursos energéticos, es una potencia regional emergente que puede entrar en competencia con alguna otra de la zona, como Arabia o Qatar que, recordémoslo, son aliados de EEUU. Por lo tanto, es muy posible que el programa nuclear iraní sirva de excusa para debilitar a Irán y así frenar su influencia creciente en la zona. No es casualidad que Arabia haya hecho enormes inversiones militares en los últimos años.

El «problema nuclear de Irán» hace reaparecer el grave problema de las armas nucleares. Hay nueve estados que poseen arsenales nucleares, cinco han firmado el TNP (EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia) y cuatro no lo han hecho (los mencionados más arriba). Actualmente, se evalúa el arsenal nuclear mundial en más de 22.000 armas, de las que EEUU y Rusia poseen más del 95%.

Las armas nucleares suponen una amenaza directa para la población mundial. El arsenal nuclear mundial es suficiente para provocar 100.000 Hiroshimas. La explosión de mil bombas nucleares haría inhabitable el planeta. La explosión de una sola bomba nuclear produciría un desastre ecológico de mayores consecuencias que el provocado por el accidente de Fukushima. Las bombas existentes son un auténtico peligro real.

La única manera de evitar el peligro nuclear es la eliminación de todas las armas nucleares actualmente existentes. La prohibición de las armas nucleares no es un objetivo utópico, es una necesidad. En las periódicas revisiones del TNP, se recuerda que los estados nucleares deben iniciar un proceso para la reducción de sus arsenales, pero nunca se ha llegado a elaborar un calendario.

Es preocupante que cualquier estado quiera fabricar una bomba nuclear, pero el auténtico peligro real, desde nuestro punto de vista, es que los estados ya nuclearmente armados no decidan reducir sus arsenales.