Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín
El primer ministro de Pakistán, Shauqat Aziz, que se encuentra de visita oficial en los Estados Unidos, condenó el reciente bombardeo sobre su territorio y exigió definir conjuntamente con su gobierno las futuras acciones de ese tipo. Es decir, la reacción de un estado supuestamente independiente, y que inclusive posee armamento atómico, en respuesta al bombardeo de su territorio que provocó la muerte de decenas de sus ciudadanos, civiles inocentes, se limita a pedir que la próxima vez que los EE.UU. decidan mandar a sus bombarderos sobre Pakistán y piensen asesinar a civiles, informen antes a las autoridades de Islamabad sobre sus intenciones.
Todo viene a raíz del ataque perpetrado por las fuerzas aéreas estadounidenses sobre la aldea de Damadola, en la que presuntamente se escondía, según datos de la inteligencia de los EE.UU., uno de los dirigentes de Al Qaeda, Ayman al-Zabakhiri. El bombardeo no sirvió para alcanzar su objetivo, pero si para acabar con la vida de al menos 18 aldeanos inocentes, lo que desató una oleada de protestas en el mundo islámico. Ahora Pakistán se adhiere a la protesta, aunque en un tono muy amistoso.
Según declaraciones del primer ministro paquistaní, como informa RBC news (RosBussinesConsulting. Agencia de noticias rusa especializada en temas económicos. N de la T), hechos como este, son debidos a que los norteamericanos no desean actuar conjuntamente con los paquistaníes. «Debemos colaborar en la guerra contra el terrorismo»– declaró Sh. Aziz- «tenemos objetivos comunes. ¿Por qué no acordar conjuntamente nuestras acciones?»
En un pasado no tan lejano, cuando los estados eran estados, las fronteras, fronteras, y los gobiernos, gobiernos, el bombardeo premeditado del territorio de un país independiente, que producía victimas inocentes entre la población civil, traía consigo cuando menos la ruptura de relaciones diplomáticas, y en algunos casos la declaración de guerra.
Con el «nuevo orden mundial» todo resulta más humano.
Vale. La gente continúa muriendo, además sin venir a cuento, simplemente porque alguien informe a la CIA de que una persona va a llegar a cenar a una aldea. Y la gente no aspira a que su propio gobierno o la mítica «comunidad internacional» salga en su defensa y le plante cara la dictador mundial, al que le ha apetecido ponerse a combatir el terrorismo.
Mañana se le puede ocurrir luchar contra la sífilis o contra las ladillas, y decidir que el uso de bombarderos es el método más efectivo.
La situación adquiere mayor cinismo si cabe, teniendo en cuenta que las declaraciones del «primer ministro» paquistaní, uno de los dirigentes de la administración títere, no están hechas en Islamabad, ante una muchedumbre enfurecida, ni tampoco sobre las tumbas de los muertos en Damadola, sino en …Washington, a donde este funcionario de la administración colonial ha llegado a rendir cuentas.
En respuesta al primer ministro de Pakistán, el senador demócrata Charles Schumer, en uno de los programas políticos del pasado domingo declaró: «No podemos estar permanentemente a la defensiva. Tenemos que pasar al ataque. No veo en eso ningún problema».
Es posible que esta historia sirva de lección a los pueblos que tiene que decidir en referéndum sobre su inclusión en la OTAN. Los EE.UU. hace tiempo que no necesitan aliados, solo quieren territorios controlados y pueblos sumisos. Mejor dicho, no pueblos, sino gobiernos. La población en este caso es una carga adicional indeseable pero inevitable, que acompaña a los recursos conquistados.
Desgraciadamente, las historias ajenas por lo general no enseñan nada a nadie.