Un hombre arrebató el lunes una bandera japonesa del auto que transportaba al embajador de Japón en Pekín y generó un reclamo de Tokio por la vía diplomática, en el último episodio de una disputa territorial que provocó las peores manifestaciones de los chinos contra los nipones en años. La embajada japonesa emitió un comunicado […]
Un hombre arrebató el lunes una bandera japonesa del auto que transportaba al embajador de Japón en Pekín y generó un reclamo de Tokio por la vía diplomática, en el último episodio de una disputa territorial que provocó las peores manifestaciones de los chinos contra los nipones en años.
La embajada japonesa emitió un comunicado en el que dice que el embajador, Uichiro Niwa, resultó ileso en el incidente. Explicó que otros dos vehículos obligaron a su auto a detenerse, un hombre se bajó, rompió la bandera de Japón y escapó con ella.
Pero el Ministerio de Relaciones Exteriores japonés indicó luego que la bandera había sido arrebatada cuando el auto del embajador quedó atascado en un embotellamiento de tránsito. Un portavoz del ministerio dijo que sería muy fuerte describir el incidente como un ataque.
Ambos informes japoneses dijeron que nadie había resultado herido y que el auto no tenía otros daños.
La embajada manifestó que había «presentado un fuerte reclamo ante el Ministerio de Relaciones Exteriores chino» e indicó que como respuesta un alto funcionario ministerial calificó el incidente como «extremadamente lamentable» y comprometió esfuerzos para asegurar la seguridad de los ciudadanos y negocios japoneses en China.
El incidente se produjo en medio de la gran tensión entre ambos países por una disputa territorial que se agudizó en agosto, cuando un guardia costero japonés detuvo a activistas chinos que navegaban desde Hong Kong y descendieron en una isla en conflicto.
Manifestaciones anti-japonesas han tenido lugar en varias ciudades de China en los últimos dos fines de semana.
Las islas deshabitadas conocidas como Senkaku en Japón y Diaoyu en China son desde hace mucho motivo de fricción entre las dos naciones, que reclaman soberanía sobre ellas y las zonas pesqueras aledañas, potenciales depósitos ricos en gas.
Tokio además tiene una disputa con Corea del Sur por otra serie de islas.
En un gesto simbólico pero extraño, el Parlamento japonés aprobó el viernes dos resoluciones que afirman la soberanía de Japón sobre ambas cadenas insulares, calificando el control de Seúl sobre una de ellas como una «ocupación ilegal» que debería terminar pronto.
Las resoluciones generaron reprimendas desde Seúl y Pekín.
Pero en un esfuerzo por evitar un estallido en la confrontación, el Gobierno japonés rechazó el lunes permitir a las autoridades metropolitanas de Tokio descender en las islas reclamadas por Japón y China.
El gobernador de la capital de Japón, Shintaro Ishihara, ha propuesto comprar las islas a sus propietarios japoneses privados y ha solicitado permiso para enviar un equipo de funcionarios para evaluar el terreno.
Pese a los estrechos lazos económicos, los recuerdos amargos del militarismo japonés calan hondo en China y Corea del Sur. Las disputas territoriales muestran cómo la región ha fracasado en resolver sus diferencias casi siete décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial.