Con una matrícula de alrededor de 10 000 estudiantes en los diferentes años de la carrera, distribuidos en las facultades de Medicina del país, el centro parece convertirse, a la luz del mundo, en un escudo del desarrollo humano. A unos 20 kilómetros al Oeste de La Habana se formula el mundo saludable. Jóvenes que […]
Con una matrícula de alrededor de 10 000 estudiantes en los diferentes años de la carrera, distribuidos en las facultades de Medicina del país, el centro parece convertirse, a la luz del mundo, en un escudo del desarrollo humano.
A unos 20 kilómetros al Oeste de La Habana se formula el mundo saludable. Jóvenes que siembran la esperanza por ver niños fuertes, ancianos briosos, y una salud al alcance de todos parecen conspirar contra la deshumanización reinante y se alzan sin más causa que un futuro mejor, ni más bandera que sus batas blancas. La Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) es la institución que, en menos de diez años de fundada, encarna tal propósito y muestra cuánto se puede hacer cuando existe voluntad verdadera.
Inaugurada en 1999 por iniciativa del presidente Fidel Castro, este centro de educación superior tiene como objetivo fundamental graduar a jóvenes de países básicamente latinoamericanos en la carrera de Medicina. En el proyecto participan 28 naciones y tiene ya 3 204 graduados; 530 de ellos se encuentran realizando la especialidad de Medicina General Integral a lo largo de todo el país. La ELAM tiene, además, 63 aulas, 16 anfiteatros, 36 laboratorios docentes y un claustro de 508 profesores.
Los egresados que aún se encuentran en Cuba cuentan con un consultorio médico para el ejercicio de su profesión, y algunos se sienten motivados por hacer una segunda especialidad, tanto en la Isla como en Latinoamérica. A esos recién graduados se les da la posibilidad en la Isla de realizar maestrías, incorporarse si lo desean a la docencia médica; y se les garantiza una cuenta en pesos convertibles (CUC), más un salario en moneda nacional para sus gastos personales.
En declaraciones a Granma Internacional, el rector de la ELAM, doctor Juan D. Carrizo Estévez, expresó que la escuela «es un gran logro que habla de una realidad donde se pudieron fraguar los sueños del Comandante de crear una institución que pudiera formar médicos de distintos países latinoamericanos y de otros lados».
El Rector concede mucha importancia a la labor abarcadora con los estudiantes que va más allá de la preparación académica en el sentido de formarlos con principios para poder enfrentarse a su labor profesional. Para Carrizo «un logro ha sido haber podido tener un trabajo integral, con concepciones de formación donde predominan los valores humanos éticos, morales, solidarios e internacionalistas, tan necesarios en un médico; y que puedan tener una formación y una sensibilidad para poder trabajar no solo si fuera necesario con sus comunidades, sino con cualquiera que lo necesitare».
Carrizo añadió que «eso lo hemos visto cuando vamos a esos países, cómo trabajan con nuestro pueblo en Cuba, qué criterio tiene la población de ellos, que es muy buena, y además, los hemos visto levantar sus manos voluntariamente para querer conformar el contingente Henry Reeve, que va a cualquier parte del mundo» a curar en catástrofes naturales. «Este es un médico de nuevo tipo, formado en estos nuevos conceptos», indicó.
La escuela tiene muy presente la diversidad de creencias, ideologías y religiones de los estudiantes, porque aunque está integrada fundamentalmente por estudiantes sin recursos, la institución no es excluyente y acoge personas de sectores variados.
Teniendo en cuenta estas características, la ELAM se basa en su formación ética sin tener diseñado un programa político en su currículo. Según Carrizo «estos estudiantes tienen sus creencias religiosas, sus ideologías, entran con una gran heterogeneidad cultural, tienen experiencias extraordinarias en dependencia del país que vengan y de las filiaciones o partidos de donde provengan. Tenemos credos diferentes que respetamos totalmente. La escuela es laica».
La consideración no estriba solamente en el respeto a sus creencias, sino también en diferenciar las comidas, previendo los preceptos de algunos en materia alimentaria. Se respetan los hábitos con que vienen los practicantes de distintos credos, entre ellos, los musulmanes.
Carrizo asegura que «nosotros trabajamos de manera que logremos una gran armonía, una gran familia. Ellos, por supuesto, van adquiriendo una cultura social, política; van adquiriendo valores de la sociedad cubana, de solidaridad, de internacionalismo. Es importante destacar que siempre les alertamos que nuestra sociedad es ésta y que no es una taza de oro. A veces nos apenamos por algunas carencias que tenemos, y ellos nos dicen que eso no tiene valor cuando lo comparamos con todo lo que hacemos por ellos. Y eso nos alegra».
No obstante, la escuela diseñó una disciplina que se llama Historia y Medicina, que es la única que aborda asuntos relacionados con los problemas sociales en la actualidad.
Todo gratuito, más un estipendio durante la carrera
Los jóvenes que se encuentran estudiando en Cuba tienen garantizado de forma gratuita el alojamiento, la comida y las clases en el centro durante los dos primeros años de la carrera, cuando reciben las Ciencias Básicas para después ser distribuidos por las 21 facultades de Ciencias Médicas del país para culminar los otros cuatro años restantes. Según el rector, los estudiantes en las provincias «hacen su vida en las áreas clínicas, con toda la atención, los mismos conceptos con los que ellos entran a esta institución, con el alojamiento en las residencias estudiantiles, con todo el apoyo de las facultades, y participan en todas las actividades programadas». Estos jóvenes reciben también durante toda la carrera un estipendio en pesos cubanos a modo de apoyo.
Para los jóvenes incorporados al proyecto el cambio significa un reto. La cultura, los hábitos culinarios, el idioma, constituyen desafíos. No obstante, el interés por estudiar y la lozanía propia de la edad, liman cualquier dificultad que se les presente por el camino para seguir adelante.
El estudiante hondureño Moisés Martínez, secretario general de la Junta Estudiantil de la escuela, atestigua estas impresiones y muestra la convivencia que se logra a pesar de las diferencias. «Cuando venimos acá llegamos muy ansiosos pero también emocionados. Lo primero que nos choca es la alimentación porque es diferente a la nuestra. Sin embargo, eso sucede las dos primeras semanas; luego viene el choque entre las culturas: cada país con sus diferencias, los bailes, las comidas típicas, las maneras de hablar. No estamos acostumbrados, pero el contacto con otras nacionalidades es lo que te enriquece tu léxico, tu cultura; además, fortalece el sentimiento patriótico que tú tienes, te sientes orgulloso de tu cultura, de tu nación, de los conocimientos que has aprendido en tu casa. Así uno puede compartir pensamientos con los demás compañeros, y en base a eso crear grupos de amistad muy fuertes.»
Como muchos de los jóvenes de la escuela, Moisés se siente muy agradecido por la oportunidad de estudiar que le ha brindado el Gobierno cubano y habla muy emocionado de su suerte. «La mayor parte de los estudiantes aquí lo que más desea es ser médicos, ese es su sueño. Nosotros escogimos ser médicos para ayudar a las personas, para ayudar a curar las enfermedades que hay en nuestros países. Ese es el punto esencial de los estudiantes acá, además de que no tenemos la posibilidad económica en nuestros países porque impera un sistema que te bloquea las posibilidades de estudiar una carrera tan importante como la Medicina, una de las más fuertes y de las más caras. Esta es la situación de todos los estudiantes que estamos aquí. Para una persona de escasos recursos es imposible. De ahí que decidimos acogernos al proyecto que tiene Fidel: una escuela que nos va a preparar con un alto nivel solidario y científico. Nos emocionamos mucho porque es una oportunidad única, es un proyecto único en todo el mundo. »
Moisés destaca que el curso pre-médico es el ideal para ir logrando la complementariedad. Esta preparación previa tiene lugar debido a que la representación de jóvenes en la escuela es muy heterogénea y la preparación muy variada. El curso, como parte del sistema educativo de la escuela se diseñó para lograr una nivelación entre todos los estudiantes antes de comenzar la carrera. Éste comprende, además, clases de Español a los estudiantes que lo requieran.
Según el estudiante Lucas Demetrio, de Brasil, el esparcimiento también es un incentivo para los alumnos, y la diversidad es un marco propicio para realizar galas culturales donde se pueden mostrar las tradiciones de sus respectivos países. Según Lucas, en el centro se llevan a cabo galas en las que se exponen los bailes típicos de cada nación, obras de teatro, se han formado talleres de música, de pintura y grupos de discusiones políticas. Para el rector, «es la vida de una gran universidad, como si fuera un pueblo». Por otro lado, Lucas destaca los paseos por La Habana y otras ciudades del país que les han permitido conocer más de cerca al pueblo de la Isla.
Sobre sus impresiones particulares, la estudiante guatemalteca Clara Cabrera señala que «el pueblo cubano en general es muy solidario, te ayuda si ve que tienes un problema. En mi país no es así, las sociedad cubana a diferencia de la de mi país es mucho mas abierta».
Más de 90 estadounidenses pobres aprovechan esta oportunidad de hacer médicos
Aunque puede pensarse que la institución está integrada por jóvenes solamente de países subdesarrollados, la realidad es otra. En naciones tan desarrolladas como los propios Estados Unidos, el costo de la carrera de Medicina es tan elevado, que algunos de sus jóvenes, más de 90 en estos momentos, no vacilan en hacer de la ELAM una buena opción. Sasha Yurgionas es de Chicago, pero su suerte se vio trastocada cuando tuvo la oportunidad de integrar el contingente de jóvenes que se harían en unos años médicos en Cuba.
«Yo vine acá porque aunque en mi país la educación médica tenga una calidad muy alta y sea muy buena, el costo de ir a una escuela de medicina es muy alto: 200 mil dólares por cuatro años. Eso no incluye el costo de la vida como comprar comida o el hospedaje. Si no vienes de una familia muy rica con muchas posibilidades es muy difícil.»
La norteamericana añadió que «me gustaría trabajar con las personas que tienen necesidad en Estados Unidos, que no tienen seguro de vida. Mi país es muy capitalista y todo cuesta. Si quieres una cita con un médico tienes que pagar. Ahora hay alrededor de 45 millones de personas en Estados Unidos que no tienen seguro de salud y para mí es un deber humano. Yo quise participar en un sistema de educación que valora la medicina como un derecho humano.
«En mi país hay muchas personas que entran en la escuela de medicina para ganar un sueldo muy bueno, y esa es la única razón. No importa el valor emocional, el valor de ser médico por ayudar y servir a la humanidad, solo «la plata», concluyó la joven.
A pesar de los logros de la institución a 8 años de su fundación, no fueron pocos los obstáculos que tuvo que barrer por el camino. En primer lugar, convertir la antigua escuela naval donde se formaban oficiales de la Marina en un centro de educación de ciencias médicas. Sin embargo, la proeza se realizó en menos de tres meses.
Para el rector de la institución, «la ELAM con el decursar del tiempo se ha ido consolidando y pienso que no tenga dudas nadie de que esta es una gran universidad que egresa a estudiantes como médicos de primera calidad».
Carrizo destaca que la escuela ya es conocida en todo el mundo, goza de un gran prestigio y se encauza hacia métodos de enseñanza más a tono con las nuevas prácticas pedagógicas que se están desarrollando en Cuba. Para él, «han surgido nuevos proyectos porque la formación masiva de médicos hoy día debe tenerse presente como un elemento fundamental para poder influir en este mundo mejor que decimos todos, es posible; pero que hay que construirlo, con más personal de la salud».
Los nuevos proyectos están considerados conceptualmente más avanzados, La ELAM comenzó con su plan tradicional, pero se están evaluando introducir nuevas modificaciones en el plan de estudio que permitan elevar el nivel y formar médicos masivamente.
Los profesores tienen muy buena impresión de los estudiantes y se sienten muy sorprendidos por el interés que ponen en todos los aspectos de la vida escolar. Según el profesor de Historia, Daniel F. Fernández «la mayoría de los estudiantes se sienten motivados por la carrera, son estudiantes que hacen un esfuerzo grande. Hay algunos que traen deficiencias en su formación porque han dejado de estudiar hace cuatro o cinco años y se incorporan acá y, por supuesto, nos enfrentamos a las diferencias del diseño curricular del bachillerato. Pero el que viene motivado hace un gran esfuerzo y para ello cuentan además con la ayuda de todos los profesores. Por lo general obtienen buenos resultados.
«Tenemos estudiantes que son considerados de alto rendimiento, con una atención diferenciada de acuerdo con esas características, pero también una atención individualizada para aquellos que presentan dificultades. Los resultados son muy positivos. Los estudiantes son muy respetuosos, educados, cumplen con todas las normas de educación, son disciplinados y además tienen algo importante: el nivel de creatividad.»
Aunque muchos jóvenes hacen explícita su idea de regresar a sus países para colaborar con las comunidades más desfavorecidas, el compromiso de los estados en este sentido es muy heterogéneo, al igual que con el pleno reconocimiento del título. El Gobierno cubano trata de que los diplomas les sean homologados a los graduados; y se ha progresado en ese sentido, aunque todavía se debe seguir batallando. Muchos de estos jóvenes se encuentran con obstáculos para revalidar los títulos, como enfrentarse a nuevos exámenes.
De todas formas, no cabe duda de que la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas ha sido un logro en materia de salud. La iniciativa emprendida por el presidente Fidel Castro hace casi diez años da sus frutos y ha elevado el prestigio de la educación superior cubana.
La ELAM es un sueño hecho realidad que puede hacer historia por los incuestionables aportes al desarrollo humano y representa un espaldarazo a las nobles causas e ideales que laten en el corazón de muchos de buena voluntad en el mundo.