El tsunami neoliberal que sumergió las experiencias socialistas en Alemania del Este no pudo acabar con todo. Y probablemente una de las espinas que tenga clavada el capitalismo que ha anegado la ex República Democrática Alemana sea el ejemplo heroico del periódico berlinés Junge Welt. Creado hace sesenta años por las Juventudes Libres Alemanas, las […]
El tsunami neoliberal que sumergió las experiencias socialistas en Alemania del Este no pudo acabar con todo. Y probablemente una de las espinas que tenga clavada el capitalismo que ha anegado la ex República Democrática Alemana sea el ejemplo heroico del periódico berlinés Junge Welt.
Creado hace sesenta años por las Juventudes Libres Alemanas, las juventudes comunitas de la RDA, fue el periódico de mayor tirada durante la época comunista. Tras la reunificación, las autoridades encargadas de desmantelar todo lo que oliese a socialismo se deshicieron de un medio que se percibía molesto para la nueva era. Para ello lo vendieron a una editorial privada por tan solo un marco alemán. Junge Welt, junto con otro periódico económico y la imprenta sindical, estaban valorados en dos millones de marcos que el comprador se comprometió a pagar al Estado, pero que nunca hizo. Lo que sí cumplió fue el otro compromiso no escrito que se esperaba de él, cambió su línea editorial, exprimió todo lo que pudo los recursos de la editorial y no invirtió ningún dinero en su mejora, enriqueciéndose a su costa. Como resultado del cambio de línea informativa, los lectores de izquierda se dieron de baja y el periódico se hundió en una nueva crisis que llevó al cierre de Junge Welt en el año 1995.
Fue entonces cuando reaccionaron los trabajadores del periódico. Convocaron una rueda de prensa y anunciaron que lo mantendrían en la calle aunque no dispusiesen en ese momento de inversores. Compraron la cabecera por diez mil marcos, un precio no tan barato si se tiene en cuenta que asumían el compromiso con los suscriptores, cuya cuota ya había sido cobrada y evadida por el anterior dueño, lo que suponía una deuda de aproximadamente 1’7 millones de marcos.
Pronto comprobaron los trabajadores que el proyecto de mantener un periódico desde su independencia no era bien recibido en la Alemania «libre» y reunificada. Ningún banco les prestó financiación, ni tampoco el partido heredero del comunismo del este, el PDS. Ante ello, crearon una cooperativa y una editora, el objetivo es que los miembros de la cooperativa fuesen quienes apoyaban el proyecto con sus aportaciones de capital y la editora funcionase con su propia autonomía. Así comenzaron a andar en 1998. Hoy son 628 cooperativistas que se distribuyen 875 participaciones de mil euros.
Pudieron pagar sus deudas y ahora han dejado de tener pérdidas. En el periódico trabajan veinticinco periodistas, poseen quince corresponsalías y tienen una tirada diaria de veinte mil ejemplares, la mayoría de ellos se venden por suscripción, seguido de la venta en quioscos. Tienen cinco millones de páginas leídas al mes en su web y los ingresos procedentes de las suscripciones voluntarias desde la página.
Junge Welt llega puntualmente cada día a todos los rincones de la Alemania Federal, bien a los centros de venta o a los domicilios en caso de tratarse de suscriptores.
El modelo de una cooperativa como propietario capitalista les permite no tener que depender de presiones de instituciones financieras o bancarias. Si necesitan recursos económicos, recurren a la cooperativa. Los cooperativistas tampoco pueden acumular más de cincuenta participaciones con el objeto de evitar la concentración de la propiedad en pocas manos. Además, los socios sólo tienen un voto aunque posean varias participaciones.
En Junge Welt los trabajadores eligen a su dirección mientras la directiva de la cooperativa elige al gerente. Entre los principios del periódico están el ser críticos, contestatarios y de izquierdas. Desde esos valores compatibilizan la pluralidad dentro de sus páginas.
Pero no todo es fácil para este proyecto de periodismo verdaderamente independiente. La Unión Europea estudia una nueva normativa para las empresas distribuidoras de prensa que atentará con las pequeñas argumentando que no están en condiciones de operar en todos el país. Eso afectaría negativamente a la distribución de Junge Well. Por otro lado, según afirman, las nuevas legislaciones comunitarias también están atentando contra los modelos de propiedad cooperativistas como el suyo.
Otro de los frentes que tienen que atender es el acoso judicial. Sus informaciones y sus denuncias contra políticos y empresarios corruptos ya les han supuesto veinticuatro demandas judiciales que conllevan gastos legales importantes para sus precarios recursos. Una de esas demandas fue interpuesta por los doce canales de televisión alemanes indignados por una denuncia de Junge Well. El periódico había destapado que las televisoras comercializaban con los listados de ciudadanos que compraban un aparato de televisión. En Alemania la compra de televisor conlleva un impuesto especial que provoca que el comprador forme parte de un determinado listado de contribuyentes.
La publicidad, como era previsible, también les ha dado la espalda, lo que confirma la desigualdad de oportunidades entre un medio de derechas y uno de izquierdas. En Alemania, como en casi todos los países europeos, la publicidad financia el 60 % de los costes de la prensa, mientras que en el caso de Junge Welt apenas llega al diez por ciento.
También la publicidad institucional les ha ignorado, las administraciones alemanas contratan sus campañas publicitarias sólo a medios afines.
Sin embargo, la audiencia de Junge Welt es mucho mayor que la tirada, su índice de lectores por ejemplar es mayor que en otros periodos. Los editores de libros, por ejemplo, sí lo tienen en cuenta en su publicidad, tienen más anuncios procedentes de editoriales que otros medios.
Reconocen en el diario que sus periodistas cobran algo menos que los contratados fijos en otros medios, sin embargo, nos recuerdan que en Junge Welt los profesionales son más libres. Allí, a diferencia de lo que sucede en los grandes periódicos, no deben poner en venta su corazón y sus mentes para escribir lo que les exijan sus jefes. Los periodistas de Junge Welt están ahí por tratarse de un periódico anticapitalista cuyos principios comparten. También son más igualitarios en sus sueldos entre los periodistas de base y los directivos.
Las actividades del diario se amplían también más allá de la edición de un periódico, poseen en la planta baja del edificio un local donde difunden documentos, libros y otros materiales y organizan con los movimientos sociales del país eventos y conferencias. La última de ellas, el congreso internacional titulado «Silencio, engaño y falsificación», el pasado 23 de septiembre, donde se discutió sobre la manipulación de los grandes medios de comunicación.
Mi agradecimiento al presidente de Junge Welt, Dietmar Korschmieder, por su paciencia ante mis preguntas y a Stefan Natke por su imprescindible traducción.
Enlace relacioando:
http://www.jungewelt.de/