La versión del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos sobre cómo fue que sus agentes mataron al jefe clandestino puertorriqueño Filiberto Ojeda resultó desmentida por los resultados de la autopsia, que revelaron que lo dejaron desangrarse luego de infligirle una sola herida de bala que no era mortal. La autopsia indicó además que Ojeda […]
La versión del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos sobre cómo fue que sus agentes mataron al jefe clandestino puertorriqueño Filiberto Ojeda resultó desmentida por los resultados de la autopsia, que revelaron que lo dejaron desangrarse luego de infligirle una sola herida de bala que no era mortal.
La autopsia indicó además que Ojeda Ríos fue alcanzado por un disparo hecho por un rifle de alto poder de arriba hacia abajo -señal de un francotirador- lo que hace más inverosímil la versión de que los agentes que rodeaban su casa el viernes en el municipio de Hormigueros no supieron cuándo fue que lograron herirlo.
Mientras siguen aflorando las contradicciones sobre cómo y por qué se produjo la muerte del principal jefe clandestino independentista puertorriqueño, aumenta la ira en el país. De igual forma, su figura sigue creciendo y el sábado el gobernador Aníbal Acevedo Vilá asistió a una misa en la que el Arzobispo Metropolitano de San Juan, Roberto González Nieves, encomendó a Dios el alma del veterano luchador nacionalista.
En la misa también hablaron el secretario ejecutivo del Concilio Evangélico, Heriberto Martínez, y la ex presidenta del Consejo Mundial de Iglesias, Eunice Santana. Poco después, frente al edificio federal de Hato Rey, la multitud en vigilia improvisó un altar con velas, flores, una foto familiar de Ojeda Ríos, un crucifijo y machetes -símbolos del Ejército Popular Boricua- así como un cartel que sentenciaba «Ahora, machete a los asesinos».
Tarde en la noche, llegó el copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, Héctor Pesquera, quien como médico fue designado por el Gobierno de Puerto Rico para observar la autopsia al cuerpo de Ojeda Ríos y procedió a informar los resultados. Ante reacciones de llanto y coraje, el doctor Pesquera indicó que el cadáver presentaba «un impacto de alto calibre debajo de la clavícula derecha y salida por la espalda media» que le perforó un lóbulo superior del pulmón. «No tiene ningún otro trauma en el cuerpo», dijo el galeno y explicó que la herida no comprometió ningún otro órgano por lo que «en opinión mía y de los patólogos, murió desangrado».
De esa forma, Ojeda no recibió dos tiros, sino uno; ninguno por el hombro y la diferencia marcada entre el orificio de entrada y el de salida de un rifle de alto calibre hace virtualmente imposible que los agentes pudieran haberse confundido al respecto.
«El tiro no lo mató», reiteró Pesquera y señaló que el FBI cometió el doble crimen de haber realizado la operación para matarle y luego mantener rodeada el área sin permitir ayuda médica al combatiente herido «hasta que se desangró».