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La batalla de las ideas

Fuentes: Naiz

Batalla de Ideas no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumentos, réplica y contrarréplica, destruir mentiras y sembrar verdades; significa hechos y realizaciones concretas. Fidel Castro   Los años 90 fueron años decisivos para la izquierda en general, y la europea en particular. La caída del muro en 1989 y la publicación de «El fin […]

Batalla de Ideas no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumentos, réplica y contrarréplica, destruir mentiras y sembrar verdades; significa hechos y realizaciones concretas.

Fidel Castro

 

Los años 90 fueron años decisivos para la izquierda en general, y la europea en particular. La caída del muro en 1989 y la publicación de «El fin de la historia y el ultimo hombre» de Francis Fukuyama anunciando el fin de las ideologías y la entrada en un mundo postpolítico sin ideologías, sumieron a la izquierda en general en una crisis sin precedentes, crisis de la que la izquierda europea todavía no ha salido.

El capitalismo tenia así despejado el camino para construir una hegemonía política, económica, militar y cultural, y para ello se dotaba de nuevos instrumentos, jugando los medios de comunicación un papel fundamental en este frente de batalla. En esos años 90, un mural realizada por el comité de Herri Batasuna en el barrio de San Vicente, Barakaldo, sintetizaba de manera sencilla pero a la vez clara y concisa, cual es el fin ultimo de la ideología tomando la frase de Malcom X «Si no andáis prevenidos, los medios de comunicación os llevaran a odiar a los oprimidos y amar a los opresores».

Hoy, 2012, nos encontramos en un momento histórico donde la ideología dominante gobierna la mayor parte del planeta. Ya no sirven pequeños cambios enfocados a reformar el sistema, solo con audacia se puede pensar en transformar las cosas, porque el opresor es cada vez más eficaz, y nos proporciona el color invisible de nuestra vida cotidiana. Necesitamos, como dice Perry Anderson, un análisis cáustico, resuelto, si es necesario brutal, del mundo tal cual es, sin concesión a las arrogantes demandas de la derecha, a los mitos conformistas del centro ni tampoco a la devoción bienpensante de muchos en la izquierda. Las ideas incapaces de conmocionar al mundo también son incapaces de sacudirlo.

Pero todo ello en un momento en el que muchos sectores de la izquierda han dejado de lado la propia noción de ideología. Mientras las elites económicas continúan su imparable ofensiva, cuestiones como la lucha de clases quedan relegadas a un segundo plano. Mientras los «mercados» definen nuestros modos de vida y de producción, nosotros tratamos de defender el Estado del Bienestar, un gran fraude construido a costa de la explotación de las personas y recursos del Sur. En definitiva, Mientras el capitalismo maneja los hilos de nuestro destino como personas y como pueblos, tenemos dificultades hablar de socialismo como alternativa.

Entonces, ¿qué es la ideología? El proceso de producción de prácticas y construcción de un sentido común cuyo fin último es la creación, y sobre todo legitimación, de las relaciones de poder. La ideología está conformada tanto por una red de ideas, teorías y creencias, como por el aparataje que sostiene ese entramado, su apariencia externa, materializada en los Aparatos Ideológicos del Estado definidos por Louis Althusser. El Estado y el sistema capitalista dominante se reproducen en la sociedad mediante la religión, la educación, el aparato jurídico-político, los medios de comunicación o la cultura, entre otras.

El capitalismo, por medio de sus operadores políticos, las elites económicas escondidas detrás de los «mercados», ha construido hace tiempo un sistema que les funciona a la perfección, pero para dotarnos de ese color invisible en nuestra vida cotidiana, de esa practica social inconsciente, necesita de la ideología mediante la que el opresor convence al oprimido que su sistema político y su sistema económico es el mejor modelo al que pueda aspirar.

Lucha ideológica

La respuesta entonces hay que darla en las calles, en los centros de estudio y de trabajo, en las instituciones o en los medios de comunicación, y para ello necesitamos utilizar el instrumento hegemónico de la ideología de manera contrahegemónica.

Esta lucha ideológica que hay que dar a las elites que nos gobiernan y al sistema capitalista en si, hemos de darla en dos niveles.

En un primer lugar, la mas grande de las batallas se da en los pequeños gestos de cada día, en las supuestas construcciones no-políticas, en la lucha por la apropiación de aquellos conceptos que son vividos como apolíticos, en los que la clase dominante nos impone su visión del mundo haciéndonos creer que es la única posible. El hecho de poder escoger el color de nuestros barrotes no implica ningún tipo de libertad para definir nuestro propio modelo socio-económico, político o cultural.

En segundo lugar, hay que pasar de la resistencia a la propuesta con voluntad de poder. Por si no había quedado suficientemente claro, el mundo ya no se cambia sin tomar el poder. El sistema puede asimilar perfectamente cualquier expresión de descontento y rabia siempre que no suponga un peligro en su gestión del poder. Por lo tanto hay que construir la resistencia al neoliberalismo desde la ofensiva que supone construir un proyecto político con voluntad de poder. Un proyecto político que conjugue lo social, lo nacional y lo cultural. Un proyecto político que identifique los intereses de clase con los intereses de una nación. En América Latina se ha podido tomar el poder desde abajo y construir proyectos políticos nacional-populares que han abierto la posibilidad de procesos de cambio, precisamente cuando se han identificado frente a la imposición neoliberal, los intereses de las clases populares, de los sectores subalternos, con los intereses de todo un pueblo, rompiendo la visión de Estado, sociedad y modelo económico que habían impuesto las clases dominantes.

La crisis estructural que vivimos, crisis de modelo civilizatorio al fin y al cabo, nos ha abierto un resquicio para disputarle a la ideología dominante su hegemonía. Las oportunidades siempre surgen en tiempos de crisis y la izquierda debe prepararse para ello, rearmándose ideológicamente y planteándose la lucha ideológica como herramienta para definir y construir un sentido común en torno a la sociedad en la que queremos vivir y el modelo socio-económico y político del que queremos dotarnos.

http://www.naiz.info/es/blogs/trincheradeideas

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