Un «marxista trasnochado» Desde Enero del 2001 Heinz Dieterich publicó un libro La Cuarta Vía al Poder: Venezuela-Colombia-Ecuador (Ed. Quimera, México, 2001). En aquella obra, por diferentes motivos, el intelectual mexicano-alemán («mariachi» como se define a sí mismo) descalificaba tres senderos para el cambio social continental, con futuro, estabilidad y dignidad: el neoliberalismo, el «mercado […]
Un «marxista trasnochado»
Desde Enero del 2001 Heinz Dieterich publicó un libro La Cuarta Vía al Poder: Venezuela-Colombia-Ecuador (Ed. Quimera, México, 2001). En aquella obra, por diferentes motivos, el intelectual mexicano-alemán («mariachi» como se define a sí mismo) descalificaba tres senderos para el cambio social continental, con futuro, estabilidad y dignidad: el neoliberalismo, el «mercado con corazón» (Lula) y la guerra de guerrillas clásica. Su apuesta era a la cuarta vía al poder, «la lucha bolivariana en Venezuela, Ecuador y Colombia que ha abierto las puertas del futuro para las fuerzas patrióticas de Nuestra América».
El tiempo le ha dado la razón una vez más al oráculo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Es precisamente en ese triángulo estratégico en donde se decide el futuro del sub-continente en nuestros días, a siete años de distancia. «Es un marxista trasnochado» decían sus colegas mexicanos para descalificarlo. «Es un arrogante» decían otros. Dieterich nunca se molestó en contestar. Trabajó con prisa y sin pausa y las ideas del arrogante marxista trasnochado terminaron haciéndose gobierno en Venezuela y exportándose como referentes de vanguardia a otros puntos de la geografía latinoamericana.
¿Venezuela? En aquella obra visionaria Dieterich definía que lo que posteriormente sería conocido como el «chavismo» trazaría el ritmo y la dirección del progreso político latinoamericano. No se equivocó. Dieterich apostó desde el principio y se mantuvo fiel a pesar -más aún, gracias a- las crisis y las tempestades. Tuvieron que pasar una multitud de intentos de golpes de Estado en Venezuela para que la inteligentsia de izquierda se convenciera de las credenciales revolucionarias del caudillo venezolano. Llegaron los oportunistas y ahora sí «Hugo, todos estuvimos contigo desde el principio». Dieterich siguió trabajando, como siempre, con prisa pero sin pausa.
¿Colombia? El eslabón más débil de América Latina. País «inundado de armas» según dijo Chomsky a Dieterich en la entrevista contenida en el libro. La confrontación con Venezuela era natural. Las dinámicas negociadoras en las que se encontraba involucrada la guerrilla daban la razón a profesor-investigador de la UAM: la guerrilla en su formato tradicional, no era ya el vehículo más apropiado para avanzar su agenda revolucionaria. Bolivarianos los colombianos, aceptaron dialogar con los bolivarianos venezolanos para la liberación de rehenes. La dinámica comenzó a rendir frutos hasta que el tonto del pueblo, Uribe, dio un manotazo sobre la mesa que terminó la partida.
¿Ecuador? Llegó y se fue el movimiento indígena-popular-militar. Si Heinz Dieterich fue el primero en entrevistar a la dirigencia del movimiento -entrevistas contenidas en la obra citada- (Lucio Gutiérrez incluido) y teorizar al respecto, también fue el primero en denunciar la traición del militar ya sentado en la presidencia. Las lealtades del intelectual están con las causas, no con las personas. Y el bolivarianismo ecuatoriano que ya anunciaba el mexicano-alemán desde hacía siete años se hizo realidad con el paso del tiempo y el arribo de Correa al poder… por medio de la Cuarta Vía.
¿Guerra entre Venezuela y Colombia? Dieterich ya lo había dicho hace años «Colombia está comprando armamento a la España de Aznar» denunció en su momento (Rebelión, Marzo, 5, 2004). «Paranoico» dijeron algunos y se rieron del intelectual pese a que el denunciante contaba con declaraciones del Ministro de Defensa venezolano en este sentido. «La única defensa es la articulación de un Bloque Regional de Poder» recomendó el mexicano-alemán y James Petras, santón de izquierda que perdió el juicio hace algunos años, respondió que Dieterich «es un idiota total cuando habla de un Bloque Regional de Poder» (IAR Noticias, Diciembre 17, 2004). ¿Qué diría Petras ahora a Dieterich sobre la solidaridad con Correa frente a la agresión de Uribe que han expresado Chávez y Ortega -más los que sigan?
La crisis actual
Con la excusa del terrorismo, Colombia bombardea Ecuador como Estados Unidos bombardea Irak-Afganistán con la misma justificación. La factura de la estrategia se escribió en inglés y se pagó en dólares sin duda alguna. No está de más decir que de encubierta, la operación de desestabilización, no tiene nada.
El ataque ocurre justo cuando la diplomacia del presidente venezolano rendía frutos en la liberación de rehenes. Estas dinámicas de diálogo sin duda eran una amenaza: Chávez en Colombia consigue aquello en lo que Uribe es incapaz: acuerdos con la guerrilla, intercambios de rehenes, mesas de negociación… ¿paz? La ineptitud del colombiano se agudizaba con cada entrevista que concedían los liberados «Damos gracias al Presidente Chávez». Esto no le gustó al presidente colombiano.
Sobre la pauta trazada por el militar venezolano, el gobierno francés negociaba la liberación de Ingrid Betancourt. Según el ecuatoriano Correa los avances eran tan concretos que un resultado favorable a las gestiones era inminente. Todo esto, a pesar de Uribe. Esto tampoco le gustó al presidente colombiano.
Las elecciones en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. De un lado se tiene ya candidato: blanco, rico, racista, clasista y militarista… un republicano como cualquier otro. Del otro lado: podría ser una mujer o un afroamericano, cada uno, el primero en su liga en la presidencia de los Estados Unidos. Podrían ganar los demócratas, y si esto ocurre, se recortarían -pero no se cancelarían- los fondos a Colombia; se matizaría -que no se detendría- la lucha «contra el terrorismo» y tal vez, sólo tal vez, se abrirían cauces para la desarticulación del paramilitarismo gubernamental colombiano. Esto por supuesto, le causa pánico al presidente Colombiano.
Siguiendo a Dieterich el bolivarianismo en Venezuela llegó para quedarse y luego fue producto de exportación. Remontó en Ecuador y en Colombia comenzó a crecer con las negociaciones internacionales con las FARC-EP. Siete años tardó en madurar el producto, pero maduró al fin.
¿Qué hacer?
Fácil: bombardear al Ecuador. Con ello se consigue estrellar contra la pared los acercamientos franco-venezolanos con la guerrilla y se conjura el fortalecimiento de La Cuarta Vía en Colombia; se impone a la presidencia colombiana una vez más en el centro del debate político cuando ya se encontraba al margen (y por ello las negociaciones de paz avanzaban) y se fortalece la línea dura de la clase política estadounidense sumando puntos a los republicanos en la recta final de la carrera presidencial. No es muy complicado de entender; es perverso, sí; es malintencionado, también; pero no es muy difícil de entender.
Una vez más… ¿qué hacer?
Difícil para aquellos cuya arrogancia o fanatismo impiden ver con claridad: Leer a Dieterich.