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La cuestión es persistir seriamente

Fuentes: Contracorriente

¿Quién se acuerda todavía del tópico de los años 80, la sociedad de los dos tercios? En aquel tiempo, se consideraba una pésima perspectiva que un tercio de la población de la RFA pudiese formar parte de los perdedores. En el reverso de esta afirmación subyacía sin embargo la plena satisfacción de que, de esa […]

¿Quién se acuerda todavía del tópico de los años 80, la sociedad de los dos tercios? En aquel tiempo, se consideraba una pésima perspectiva que un tercio de la población de la RFA pudiese formar parte de los perdedores. En el reverso de esta afirmación subyacía sin embargo la plena satisfacción de que, de esa manera, dos tercios continuaran bien abastecidos. Esto prometía estabilidad social. Y aquellos que quedaban en la oscuridad no se ven. Pero, entretanto, la oscuridad se está expandiendo con tremenda velocidad. Las contra-reformas de Hartz ya apuntan al centro de la pirámide social. Sociedad de dos tercios significa, en la perspectiva de hoy, que solo un tercio todavía continua en una posición socialmente buena y que la gran mayoría pasan a ser perdedores. En el limite inferior, donde están los viejos, los enfermos crónicos, los desempleados de larga duración, los padres solteros etc.… ya hay ahora procesos de empobrecimiento hasta la miseria. Y el actual ataque social del » asesino de costos Schrempp » al personal de Daimler en Sindelfingen evidencia que ahora se anda a la caza hasta en el tercio superior.

Hay finalmente un comienzo de una defensa real, como las huelgas, al contrario de los muchos manifiestos meramente simbólicos y hasta llorones, que acompañaban a las restricciones sociales en los últimos años. ¿Será que ahora va a volver la lucha de clases como clásica lucha de distribución? Esto es improbable por varias razones. No solo porque el sector clave de la industria del automóvil está sufriendo una reducción mundial de sobrecapacidades. La Daimler compró la Chrysler y la Mitsubishi, candidatas a muerte, por astronómicas cifras (emprestadas). Pero sobretodo, hasta los beneficios de las compañías mayores son dudosos porque muchas veces están » pintados » de forma capitalista-financiera. Todos en el fondo saben esto, y por eso los empleados no pueden entrar simplemente en el convoy de la acumulación real mundial y exigir su parte de cuota. Los interese vitales ya no son defendibles de conformidad con el sistema.

Por otro lado ya no se puede continuar hablando del » brazo fuerte » que hace parar todas las ruedas. Los empleados están enflaquecidos y estilizados por el outsourcing. Antes que nada, sin embargo, domina hace mucho tiempo y cada vez más en la » constitución orgánica del capital » (Marx), el empleo de los medios materiales cientificados. Los precios de estos casi no son rebajables a través de presiones, al contrario del precio de la mercancía mano de obra. Por eso se coloca aquí la palanca de los costos, a pesar de que el trabajo es, desde el punto de vista de la economía industrial, un factor de producción en disminución rápida. La verdadera » clase que crea plusvalía » está reduciéndose y en esto consiste el límite intrínseco de la acumulación. Y es por eso que esta base se volvió demasiado estrecha para una resistencia social con fuerza convincente. La multitud social no consiste solo en los desempleados tradicionales sino también en los seudotrabajadores por cuenta propia, en las » Eu, S.A. » (= empresarios a título individual), patronos de empresas de miseria (como hay en el negocio de los transportes), prestamistas precarizados de servicios de transferencia, gente en empleos de espera (cursos del centro de empleo etc…. El » trabajo » que fue la base de la antigua lucha de clases, se volvió obsoleto.

Bajo estas condiciones, lo que está prosperando es la competencia de crisis en vez de una resistencia determinada. Según una encuesta de Forsa, más de 50% aprueban el trabajo extraordinario no pagado. Para una resolidarización sería necesaria primero una movilización que rompiese el marco de la ocupación laboral empresarial y ocupase otro nivel organizativo social. La huelga tradicional como medio de lucha debe ser complementada por el bloqueo de las vías de comunicación capitalistas, en el ámbito del cual, la multitud de los no empleados, también podría participar. En segundo lugar se vuelve decisivo el debate sobre alternativas sociales más allá del trabajo asalariado, de la economía empresarial, de la valorización del dinero, del mercado y del estado. No porque esté ya al alcance una sociedad diferente, sino porque solo así habrá un marco de referencia para la superación de la competencia de crisis. La cuestión es persistir seriamente. Precisamente por eso tiene que ser reinventado el » fantasma del comunismo «.

Agosto de 2004
Original alemán ES GEHT ANS EINGEMACHTE www.exit-online.org.
Traducción al portugués Nikola Grabski http://obeco.planetaclix.pt/
Versión en español: Contracorriente