La educación contribuye a disminuir la brecha entre ricos y pobres. Crea sociedades más justas, democráticas, igualitarias y cohesionadas. Facilita el empoderamiento de la ciudadanía y la participación. Virxinia Romero señaló que es una obligación contraída de los países del Norte con los del Sur. Los Objetivos del Milenio en materia educativa son un acuerdo […]
La educación contribuye a disminuir la brecha entre ricos y pobres. Crea sociedades más justas, democráticas, igualitarias y cohesionadas. Facilita el empoderamiento de la ciudadanía y la participación. Virxinia Romero señaló que es una obligación contraída de los países del Norte con los del Sur. Los Objetivos del Milenio en materia educativa son un acuerdo de mínimos. A pesar de ciertos avances hay un estancamiento en la reducción del analfabetismo: en el mundo todavía 800 millones de personas no saben leer ni escribir.
La última mesa-debate celebrada en el marco del Simposio Internacional «Pobre Mundo Rico» en Pontevedra, giró en torno a «La educación: un deber, por derecho». En ella participaron Lucía Rodríguez Donate (Fundación Entreculturas), Virxinia Romero (Vicedirectora del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional) y Lois Trigo (Seminario Galego de Educación para a Paz). Moderó Carlota Román, Subdirectora General de Cooperación Exterior.
Educación: Derecho Humano incumplido, clave en el desarrollo
Los participantes coincidieron en señalar la importancia de la educación como factor clave para el desarrollo de los países empobrecidos y como garante del cumplimiento de las libertades fundamentales. Lucía Rodríguez, Coordinadora del Área de Estudios y Relaciones Internacionales de la Fundación Entreculturas, quiso dejar constancia de que «la educación es un Derecho Humano inalienable que se incumple reiteradamente. Y aunque no es la panacea, sin ella es prácticamente imposible acceder a los Derechos Humanos», afirmó. Explicó que es un factor esencial para el desarrollo, que por si sola no cambiará el mundo, «pero sin ella tampoco se puede soñar ninguna transformación». Desde el punto de vista del Seminario Galego de Educación para a Paz, Lois Trigo, apuntó también que «la educación no es la panacea para el desarrollo, la justicia y la inclusión, pero sí es la llave que lo facilita y lo hace posible», ya en los tiempos de la emigración gallega era entendida como causa de pobreza y exclusión tanto en los países de origen como de destino», explicó.
Lucía Rodríguez quiso resaltar la importancia de la educación en el desarrollo de sociedades democráticas y justas, que necesita de poblaciones educadas, que tengan así capacidad de organizarse, y que sean políticamente justas y socialmente cohesionadas. Explicó cómo en este contexto la educación posibilita el acceso a los recursos (a los créditos, por ejemplo) y es necesaria para reivindicar un derecho. Por otra parte resaltó su contribución a disminuir la brecha entre ricos y pobres, a garantizar mayor equidad, a potenciar la movilidad social, en definitiva: «la educación posibilita un mejor desarrollo».
La vicedirectora del IGADI, Virxinia Romero, coincidiendo en la condición de Derecho Humano, enfatizó también la idea de la educación -ya no sóo como derecho- sino por deber. En este sentido subrayó que «se trata de una obligación del Norte con el Sur, de los países ricos con los pobres: una ‘obligación contraída’, una exigencia moral que debe regir la voluntad». Un deber entendido también como «obligación hacia todo el ser humano por el hecho de serlo», apuntó citando a la pensadora francesa Simone Weil.
Beneficios de la educación: empoderamiento, participación, democracia, justicia, igualdad, desarrollo.
Lucía Rodríguez quiso relatar otros beneficios individuales, colectivos y sociales que derivan de la educación: «contribuye decisivamente a configurar la mente, la autoestima, la confianza personal que facilita el desarrollo de hombres y mujeres. Además, explicó, provoca el empoderamiento de los ciudadanos, su participación activa, favoreciendo así la consecución de los Derechos Colectivos».
Por su parte, Lois Trigo, hizo hincapié en los beneficios que se pueden derivar incluso de una perspectiva egoísta de los países desarrollados: «desde los países del Norte tenemos la conveniencia y el interés de que la educación es una condición indispensable para poder seguir permaneciendo favorecidos, de lo contrario se producirá la avalancha de la emigracion»
El estado de la educación en el mundo
En sus intervenciones, Lucía Rguez. Donate y Virxinia Romero, hicieron alusión a multitud de datos que ilustran las deficiencias en materia educativa en los países en vías de desarrollo que cuentan precisamente con los índices de pobreza más elevados. En cuanto a Educación Infantil, Lucía Rodríguez señaló que un 50% de estos países no disponen de programas formales. En África subsahariana sólo 12 de cada 100 niños de hasta 6 años van a la escuela, apuntó. Respecto a Educación Primaria Universal indicó que hay 77 millones de niños que no están escolarizados, además de que en algunos países se imponen taxas de matriculación, que impone problemas de acceso. Ante esta situación son muchos los países que corren el riesgo de no cumplir los objetivos para el 2015, indicó. Respecto a la alfabetización en adultos las cifras apuntaron a 800 millones de seres humanos de más de 15 años que no saben leer ni escribir: «sin embargo no parecer ser una cuestión prioritaria de la agenda política internacional», destacó Lucía.
Por su parte Virxinia Romero mencionó la importancia añadida del dato cuando «la analfabetización es la máxima expresión de la vulnerabilidad». Lucía Rodríguez quiso hacer ver que «el derecho a la educación debe entenderse como derecho al aprendizaje, y por tanto debe ser entendido a lo largo y ancho de nuestra vida». En este sentido, abogó por adecuar los contenidos educativos a la realidad de la persona y del país, y por una consideración de este tipo de alfabetización en adultos. Además, se lamentó de que los índices de alfabetización no hayan descendido en los últimos 50 años: en Haití el 40% de la población no sabe leer ni escribir, «a nivel global existe un estacamiento», afirmó.
La calidad de la educación fue otro de los aspectos referidos: Lucía se hizo eco de Insuficiencia de cobertura en países en vías de desarrollo, de falta de materiales, de profesorado formado,… y apuntó que «a los pobres, por el hecho de serlos, parece que les ha tocado una peor educación». Los participantes coincidieron en referir las disparidades de género y por regiones, a este respecto Virxinia explicó que «120 millones de menores de edad no acuden a la escuela primaria y la mayor parte son niñas».
Causas de los problemas de educación en los países en vías de desarrollo
Lucía Rodríguez apuntó la existencia de causas estructurales y externas a la hora de garantizar el derecho a la educación. En lo que atañe a los aspectos estructurales señaló: «la educación que se oferta en países empobrecidos es obsoleta, de baja calidad y pocos recursos, el profesorado no tiene ni la formación ni la capacidad de sobrevivir económicamente», aludió así a la precariedad de los salarios de los docentes. A nivel externo la socia de Coordinadora del Área de Estudios y Relaciones Internacionales de la Fundación Entreculturas refirió las consecuencias de los programas de ajuste y el problema de la deuda, «que condicionan las políticas presupuestarias de los países, recortan el presupuesto en educación impidiendo el desarrollo, a pesar de los esfuerzos de los países por reducir la analfabetización».
Compromisos de la comunidad internacional en educación
Lucía Rodríguez y Virxinia Romero señalaron la falta de cumplimiento de los compromisos y la reducción de los mismos. Lucía recordó los seis Objetivos establecidos en el Foro Mundial de Dakar (Senegal) en el año 2000 (atención a la infancia, garantizar la Educación Primaria Universal, disminuir en el 50% el analfabetismo en el mundo, reducir las disparidades de género e implantar una educación de calidad) que han sido reducidos a dos con los Objetivos del Milenio: «suponen un retroceso y una bofetada a los compromisos adquiridos en el 2000, y en nombre de la Fundación Entreculturas seguimos exigiendo que Dakar es el marco». Virxinia apuntó por su parte que a pesar de ciertas fortalezas que contemplan los objetivos (cuentan con apoyo político y acuerdo internacional que los hace medibles, alcanzables, exigibles, establecen unos plazos, están centrados en el ser humano, inspiran políticas nacionales de desarrollo), contemplan también importantes debilidades: «son un acuerdo de mínimos, son cuantitativos (no son estrategias de desarrollo) y en los mismos hay una escasa participación de la sociedad civil». Así, concluyó, cómo según datos de la Unesco y el Dpto. de Desarrollo Internacional del Reino Unido, «harían falta cerca de 10 billones de dólares anuales para acceder a los objetivos de 2015 en educación», y aunque es posible que se pueda conseguir en algunos países de América Latina, son totalmente imposibles de alcanzar en África subsahariana, afirmó.
Tanto Lucía como Virxinia criticaron la cooperación internacional, que «está lejos de cumplir sus compromisos, las promesas que se hicieron a los países que llevaran a cabo planes de alfabetización premiando su esfuerzo con recursos financieros tampoco se cumplen», indicó Lucía. Virxinia Romero indicó por su parte la necesidad de plantearse otra forma de hacer cooperación tanto en educación como en otro ámbitos.
Retos y propuestas
Virxinia Romero apuntó una necesaria apuesta por una Educación para el Desarrollo, en el Norte: Educación para la paz, medioambiental,… y en el Sur una apuesta por la Educación Popular. Explicó la idoneidad del modelo ‘popular’ de Paulo Freire, que entendía que la pedagogía tenía que ser en base a las necesidades y a los conocimientos específicos de la gente: «la educación necesita tanto de formación técnica y profesional como de utopías», concretó. El reto desde el IGADI pasa por concebir la educación como práctica política y espacio de transformación, capaz de construir otro mundo. Virxinia apuntó también una serie de propuestas: «la contratación y mantenimiento de profesores a través de la cancelación de la deuda externa, el diseño planes realistas y a largo plazo para el sector educativo y el incremento de la inversión interna en educación».
Carlota Román, que introdujo temáticamente la mesa, señaló por su parte la educación como proceso de formación y sensibilización para lograr más concienciación. En la educación para el desarrollo indicó un objetivo: «hacer ciudadanos más activos y responsables. La transformación pasa por impulsar el cambio en nuestro entorno, y los procesos educativos deben ser activos, no autoritarios, y facilitar la participación».
Lois Trigo, a nivel de retos señaló que lo que condiciona las políticas de los gobiernos y las organizaciones es entender el Derecho a la Educación para el Desarrollo como cuestión de política y de actuaciones políticas: «tienen que entender que es un gasto social, y que es la mayor generación de riqueza, aunque sea desde el punto de vista egoísta».
Avances en materia educativa
Las participantes coincidieron en relatar una cierta mejora en materia educativa en los últimos años: Lucía indicó que en los últimos cinco años 40 millones de niños se han incorporado a la escuela, aunque si bien ha derivado en otros problemas de salubridad como el hacinamiento, apuntó. Virxinia por su parte refirió los avances en Chile y Nicaragua, que han aumento mucho sus gastos en educación, y una reducción de la feminización de la ignorancia en ciertas regiones: «el 90% de los 30 países de América Latina y Caribe, están a punto de alcanzar la paridad de género en Educación Secundaria».
Sin embargo, Lucía Rodríguez indicó que la ayuda oficial al desarrollo aunque ha aumentado en materia educativa es una mejora muy lenta, cuando la situación apremia: no hay que olvidar que «80 millones de niños no van a la escuela y de ellos 43 millones viven en países en conflicto. Se ha avanzado en tema de educación pero queda mucho por recorrer, sin embargo hay un mensaje de esperanza: lo logrado demuestra que si se quiere se puede conseguir».
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