Recomiendo:
0

Intervención de la Red IRES en el FME en Porto Alegre (Brasil)

La enseñanza de siempre no nos sirve para la crisis actual

Fuentes: Red IRES

Foro Mundial de Educación. Justicia ambiental: Prácticas educativas para la construcción de otro mundo posible. 25 de enero del 2012

Buenos días.

En primer lugar quiero agradecer a la coordinación del Foro Social de Educación su invitación para estar aquí y permitirme compartir ideas con todos vosotros y vosotras.

Yo formo parte de la Red IRES (www.redires.net), que es un pequeño, pero activo y comprometido, grupo de profesores y profesoras, fundamentalmente del estado español, que se empeñan en ir contracorriente frente a las prácticas docentes dominantes en sus centros.

Algunos de los rasgos que definen nuestra práctica educativa es que desarrollamos un currículum basado en la investigación sobre problemas socio-ambientales relevantes, con nuestro trabajo pretendemos ir más allá de la mera reproducción social y contribuir a transformar el mundo en los muchos aspectos en que es manifiestamente mejorable. También pretendemos que nuestros alumnos y alumnas sean críticos: que comprendan el mundo en que viven y que colaboren en su transformación y mejora.

Pero naturalmente no le podemos pedir a nuestros alumnos que sean críticos, si nosotros/as los profesores/as no lo somos.

Pues bien, en el año 2003 ocurrió algo que no podía pasar desapercibido a cualquier persona con un cierto talante crítico y que fué lo que me ha traído hoy aquí: la guerra de Iraq.

Si esa guerra, promovida por EEUU, solo lo hubiese tenido a él como único agresor y protagonista, quizás no estaría aquí. Es tan habitual que EEUU desencadene guerras para servir sus intereses, que hubiera dicho: Otra más.

No en vano EEUU ha participado en bastante mas de 70 guerras, intervenciones armadas, operaciones encubiertas y golpes, siempre defendiendo sus intereses. Uno llega a acostumbrarse.

Por supuesto me hubiera solidarizado con el pueblo Iraquí participando en las iniciativas que surgiesen para parar la guerra, y eso hubiera sido todo.

Pero esta vez ocurrió algo insólito, y fue la implicación de nuestro gobierno, un gobierno de derechas liderado por Aznar, en esa guerra. Todos recordamos el trio de las Azores, en que actuando como anfitrión Barroso, el presidente de Portugal, los presidentes ingles y español, Blair y Aznar daban cobertura y apoyo al presidente de EEUU, Bush, para una guerra basada en mentiras y que dinamitaba todo el derecho internacional.

¿Cómo era posible que, por primera vez, después de la dictadura del general Franco, el gobierno tuviese la osadía de meternos de cabeza en una guerra que ni nos iba ni nos venía? ¿Que nos habían hecho los Iraquíes? ¿Por qué la guerra?…

Todos los años trabajábamos en el aula el día de la paz, educábamos contra las guerras, y hete aquí que nos vimos metidos en una, sin comerlo ni beberlo. ¿Por qué? ¿Qué pasaba que no sabíamos? Estaba claro que era por el petróleo, pero… ¿Tan importante era el petróleo?

Y ese fue el comienzo de la investigación que hoy me ha traído aquí para contar lo que descubrí, porque fue un descubrimiento muy inquietante: Resulta que según la teoría de Hubbert, ampliamente contrastada y validada por la realidad de los hechos, nos encontrábamos en el 2003 a pocos años, aproximadamente un lustro, de lo que él llamaba el zenit de producción petrolífera mundial, también conocido como «Pico de Hubbert» o «Peak Oil».

Cuando manejamos esta información en «La Illeta», mi grupo de investigación didáctica, enseguida comprendimos que dicho fenómeno (muy próximo) tendría unas consecuencias demoledoras para nuestra actual civilización, y que era urgente darlo a conocer, tanto al público en general, como a nuestros alumnos. Fruto de esta actividad fueron varios materiales y experiencias:

http://www.ua.es/personal/fernando.ballenilla/Preocupacion/Materiales-p.html

y un manifiesto: «La sostenibilidad desde la perspectiva del agotamiento de los combustibles fósiles» que publicamos en Internet en mi página web el 23 de noviembre del 2004, y que dimos a conocer aquí precisamente, en Brasil, en el «IV Encontro Ibero-Americano de Coletivos Escolares e Redes de Professores que Fazem Investigação na sua Escola» en la ciudad de Lajeado, Brasil el 24 a 29 de julio del 2005.

http://ensino.univates.br/~4iberoamericano/trabalhos/trabalho306.pdf

Paralelamente informamos al resto de nuestros colegas de la Red IRES del inquietante descubrimiento, y después de discutirlo en varios de nuestros habituales encuentros anuales, en mayo del 2007 se decidió trabajar sobre la crisis energética en nuestras aulas y que fuese el tema del siguiente encuentro con el título:

«Crisis energética y educación para la sostenibilidad desde la perspectiva del IRES. El decrecimiento que viene» ( http://www.redires.net/?q=9_encuentro).

En mayo de 2008 presentamos los resultados de dicho trabajo en nuestro encuentro anual, y poco después estallaba la crisis financiera de 2008 que ponía el mundo patas arriba, y así seguimos…

Pero aunque la crisis, en apariencia, era fundamentalmente financiera, nosotros sabíamos que no era así.

Se trata, fundamentalmente de una crisis ambiental y de recursos, pero también podemos entenderla como una crisis capitalista, ya que ha sido este sistema económico el responsable del desastre ambiental y del agotamiento de los recursos.

Como ya apuntaba Marx, las crisis cíclicas son consubstanciales al capitalismo, y así ha sido a lo largo de su historia, pero esta no es una crisis capitalista más. Con toda probabilidad es una crisis terminal, y también la del actual modelo de civilización industrial. El capitalismo es consubstancial al crecimiento económico, necesario para la acumulación de capital, pero ese crecimiento indefinido, ese desarrollo de las fuerzas productivas, es imposible en un mundo finito, y más pronto que tarde se topa con con los límites que impone la naturaleza, bien como agotamiento de recursos naturales (minerales, pesca, energía…), bien como colmatación de sumideros (cambio climático debido al incremento de CO2, contaminación de todo tipo…) que provoca la alteración de los ecosistemas que sustentan la vida. Con el tiempo, cualquiera de esos límites, una vez superados ciertos valores críticos, puede provocar el colapso de nuestra actual civilización, pero hay un recurso que resulta determinante, porque es la llave de los demás recursos: Se trata de la energía.

Como podemos ver en las gráficas, el incremento del consumo de energía ha sido una constante en nuestra civilización, y ese incremento de consumo va ligado al incremento del producto interior bruto (PIB) que es como los economistas miden el crecimiento económico. Y es normal, para crecer (extraer recursos, transportarlos, transformarlos y desecharlos) hace falta energía. Sin energía, ni hay acceso a otros recursos, ni se pueden emprender acciones para corregir o suavizar los efectos indeseables de la actividad industrial. Por lo tanto hay una pregunta muy relevante: ¿Hay suficiente energía?

Esa es la pregunta que nos ayudó a resolver Marion King Hubbert (1903-1989), distinguido geofísico al que le debemos, además de su teoría del Peak Oil, sus aportaciones sobre la plasticidad de las rocas rígidas cuando son sometidas a enormes presiones y sobre la permeabilidad de las rocas a los fluidos.

A Hubbert lo contrató la Shell Oil Company en Texas de 1943 a 1964, precisamente para que evaluase las reservas y las expectativas de producción de sus campos petrolíferos, lo que le permitió desarrollar su teoría apoyándose en los datos de la compañía.

La teoría trata de la pauta de producción de pozos y campos petrolíferos, ¿En qué consiste?

Según Hubbert la producción crece exponencialmente hasta un máximo, que se da cuando se ha extraído la mitad del petróleo recuperable de ese pozo.

A partir de ese momento la producción decrece en la misma medida, se haga lo que se haga.

Da igual que sea un pozo, un campo, un país o el mundo.

 

Basándose en su teoría, Hubbert, en el congreso del American Petroleum Institute de 1956 (en San Antonio, Texas) predijo que la producción total de petróleo de los Estados Unidos alcanzaría su pico a finales de los ’60 o principios de los ’70, y efectivamente ocurrió, y esto a pesar de las extraordinarias inversiones en capital y tecnología para revertir la situación, propiciadas por los fulgurantes incrementos del precio del petróleo.

Incrementos provocados, primero por el embargo petrolero que ocasionó la guerra de Yom Kippur en 1973 y después, por el cierre durante seis meses del estrecho de Ormuz (por el que pasa el 40% del petróleo mundial), debido a guerra contra Irán que inició Iraq, en el que gobernaba Sadam Husein, y que fue financiado y apoyado por EEUU para esa agresión, ya que la revolución Iraní de 1979 lo había nacionalizado, y echado fuera del país a las petroleras occidentales.

Al confirmarse su predicción para EEUU, Hubbert alcanzó una gran notoriedad, y en 1971 dio a conocer su hipótesis sobre cuando se produciría el pico mundial . Para hacerlo se basó tanto en las estimaciones más pesimistas de las reservas mundiales de crudo como en las más optimistas (vez y media mayores), y estableció que se produciría entre 1995 y el 2000.

En mayo de 1998 Colin J. Campbell y Jean H. Laherrere publicaron en la revista Investigación y Ciencia un artículo seminal titulado «El fin de la era del petróleo barato», en que actualizaban la hipótesis de Hubbert y cuyas previsiones coinciden en términos generales con lo que está ocurriendo. La actualización tenía en cuenta que posteriormente a la previsión de Hubbert, se produjo una profunda recesión económica que duró cinco años, con la consiguiente reducción de consumo de petróleo, provocada primero por por el embargo y después por el cierre del estrecho de Ormuz.

Desde su predicción, 35 de los 45 principales productores ya han pasado su zenit y están declinando de forma irreversible, y solo 14 países están aún en condiciones de aumentar su producción, pero son incapaces de suplir la producción menguante del resto, para así incrementar la producción mundial. Efectivamente estamos en la cima, pero hace tiempo que dejamos de descubrir grandes campos petrolíferos y ahora consumimos, cada año, cinco veces más petróleo del que descubrimos.

Nos encontramos en una meseta de producción que no ha superado los 75 mb/d de crudo desde el 2005, y ya llevamos seis años ahí. En consecuencia la brecha con la producción esperada es cada vez mayor.

Este querer y no poder, llevó a un alza astronómica del precio del barril (se multiplicó por siete), y de todos los demás precios, por el ubicuo efecto sistémico que tiene el precio de la energía. ¿Que actividad o producto de nuestra actual civilización no requiere utilizar energía fósil?

Así las cosas no fue raro que los americanos más pobres dejasen de pagar las hipotecas, desencadenando la crisis financiera.

 

Si la mayúscula crisis económica que estamos padeciendo se debe a que nos encontramos en esa meseta de producción, ¿Que ocurrirá cuando empecemos a deslizarnos por la pendiente? Según la teoría de Hubbert se producirá un decrecimiento de un 3 a un 5% anual de la producción…

La reciente y vergonzosa agresión neocolonial de la OTAN a Libia, fue debida a que ese pequeño país producía aproximadamente el 5% del petroleo mundial, por ese motivo los 9.000 bombardeos «humanitarios» han asesinado al 1% de la población Libia y la han reducido a ruinas, para dejarla en manos de las petroleras occidentales.

Si se ha sido capaz de tal monstruosidad tan solo por el 5% del petróleo mundial, ¿Que pasará cuando, un año tras otro se produzca, inevitablemente, un decrecimiento similar?

Es por eso que esta crisis no la podemos considerar una crisis capitalista más, si no que, probablemente, marque el comienzo del fin de nuestra civilización. Ya Hubbert señaló que esta sería un breve instante en la historia de la humanidad.

¿Estamos preparados para prescindir de los combustibles fósiles? La respuesta es que no, en absoluto. Los combustibles fósiles suponen más del 80% de la energía primaria mundial.

La hidroeléctrica, que es la renovable mas veterana, y que desde siempre ha competido con éxito con las energías fósiles, solo aporta el 3% de la energía primaria mundial después de todos estos años de desarrollo, y la energía nuclear, con unos 436 reactores solo supone solo el 7% de la energía primaria mundial y habría uranio para un siglo. Si tuviese que suplir al gas y el petróleo (que junto con la nuclear, aproximadamente sería el 70% de la producción primaria mundial) habría que construir 4.360 centrales y el uranio se agotaría en diez años. Las energías fósiles no tienen sustitución posible.

El pico del Gas Natural se producirá en menos de una década después del pico del petróleo, y para los investigadores que utilizan la metodología de Hubbert con el Carbón, la situación es similar e igual de apurada. Es más, esos cálculos están hechos suponiendo que serán accesibles las reservas que hoy lo son, ¿Pero lo seguirán siendo a medida que se vaya contrayendo la civilización actual, y en consecuencia la tecnología, por falta de energía? Con toda seguridad que no.

El resultado de todo esto será que encadenaremos, una detrás de otra, sucesivas crisis económicas, y así hasta aterrizar en el «mundo de baja energía» que nos está esperando…

¿Y por qué la crisis energética es tan importante? Porque va a gobernar otras crisis, ya que:

  • La energía es el recurso que permite obtener los demás recursos, también permite «maquillar» los desastres ambientales.

  • A medida que el petroleo escasee su precio se disparará y provocará una inflación galopante que fulminará al sistema monetario y financiero.

  • La alimentación es extremadamente dependiente del petróleo

Y este último punto, absolutamente desconocido para la mayoría de la gente, es el aspecto más grave de la crisis energética, ya que de cada diez calorías alimentarias que ingerimos, nueve proceden del petróleo. Y aquí no estamos hablando de quedarnos sin gasolina y no poder ir de aquí para allá en el coche, no estamos hablando de tonterías como esa, estamos hablando de algo tan importante y básico como la comida.

Al grave problema de escasez de energía, hay que sumar que, gracias a ella, hemos sobrepasado la capacidad de carga de nuestro planeta (unos países más que otros, desde luego, pero en conjunto es así).

¿Que pasará con la población cuando desaparezcan los fósiles que han permitido ese sobrepasamiento? Para Odum, uno de los fundadores de la ecología moderna, está claro, ocurrirá lo mismo que ocurriría con cualquier otra especie que ha incrementado su población debido a la explotación de un nuevo recurso, que si este nuevo recurso se agota, la población se ajusta, disminuyendo.

En este caso la pregunta relevante es ¿Cómo se producirá el ajuste de la población humana? ¿de forma natural (hambres guerras, epidemias…)? ¿O de forma racional y solidaria?

Naturalmente a todos (por lo menos a todos los que estamos aquí) nos interesa la segunda opción, porque en el caso de la primera, con toda probabilidad nos iría muy mal. Pero… ¿Cómo debiera de ser la sociedad en ese caso? Una sociedad que permitiese ese tipo de salida debiera de ser:

  • Realmente democrática y participativa

  • Solidaria (incompatible con el capitalismo)

  • Sostenible, para lo que hay que decrecer

 

Estamos entrando en una época incierta, difícil, y con retos desconocidos. ¿Qué hacer desde la escuela para favorecer el cambio social y preparar a nuestros alumnos/as para lo que se avecina?

La escuela desde siempre ha tenido una función de reproducción social, ya que es uno de los instrumentos que permite perpetuarse a la sociedad, pero también, en manos de profesores innovadores, ha sido un instrumento de transformación social.

¿Cómo se puede afrontar desde la escuela unos retos tan dramáticos?

  • Un futuro incierto, difícil y desconocido.

  • Una escasez, no sólo de productos de consumo, sino de recursos de todo tipo, incluidos los alimentos.

  • Hacer frentes a pretendidas «soluciones» bélicas imperialistas y neocoloniales para hacerse con el petróleo de otros países, y autoritarias o insolidarias en el propio país…

Una escuela capacitada para afrontar esos retos, retos importantes, porque están relacionados con nuestra supervivencia, debiera ser:

  • Crítica, que permitiese a los alumnos/as ir más allá de las apariencias, que les enseñase a reflexionar sobre su realidad, que les animase a actuar en consecuencia…

  • Compleja y sistémica, ligada al entorno próximo, padres, barrio, ciudad, a sus problemas. Que el profesor potenciase las interacciones entre los alumnos/as entre si, con él, y con el entorno. Que no se entendiese el conocimiento como algo cerrado y acabado, del que solo el profesor es el sumo sacerdote y el libro de texto la biblia. Que los horarios y la organización del centro dejasen de compartimentar la vida escolar de forma absurda con un anacrónico taylorismo.

  • Investigativa, basada en la investigación, tanto del profesor como de los alumnos/as. Del profesor sobre su práctica y de los alumnos sobre problemas socioambientales relevantes ¡y que les interesen!

¿Pero qué escuela es la que tenemos ahora? Tenemos una escuela que vive de espaldas a la realidad, encerrada en si misma, en que su objetivo fundamental es preparar -a los pocos alumnos/as que se adaptan bien a ella- a tener éxito dentro del sistema escolar. Lo de menos es que los conocimientos que se manejan sirvan de algo para la vida, para la vida real. Lo importante es el temario, y el temario para lo único que sirve es para progresar adecuadamente… en la escuela.

Frente a esta escuela, la tradicional, ya inventada por los sumerios hace 5.000 años, hay otra que se nos propone desde el poder, que recoge los aportes de la investigación educativa más actual, pero cuyo objetivo es miserable: convertir a los alumnos/as en fieles servidores del mercado, adiestrándolos con las competencias adecuadas para ese menester.

No debemos dejar que sea esa la alternativa, debemos de construir otra alternativa distinta, también basada en la investigación educativa, pero con unos objetivos distintos.

En la Red IRES tenemos como referente un modelo didáctico investigativo, que se caracteriza por:

  • Profesor/a y alumnos/as como investigadores

  • Se trabaja sobre problemas socio-ambientales relevantes

  • El aula se organiza en grupos

  • Se favorece la comunicación a todos los niveles

  • Se parte de las ideas previas

  • Su objetivo es el desarrollo personal y social mediante la formación de personas críticas

  • No se concibe la escuela como un medio de reproducción social sino de transformación

  • etc.

Nuestro objetivo es que la escuela sea un agente activo para la transformación en positivo de la sociedad, y que prepare a nuestros alumnos/as para hacer frente a los graves retos que se avecinan, por eso queremos una escuela:

  • Realmente democrática y participativa

  • Crítica y solidaria

  • Que prepare para el decrecimiento

Otra escuela es posible, es necesaria (por la cuenta que nos trae), y afortunadamente ya existe, de hecho hay muchas escuelas así, luchando contracorriente, pero hay que generalizarlas y extenderlas.

Debemos de darnos mucha prisa, se trata de una tarea urgente.

Muchas gracias.

Fernando Ballenilla. Profesor, miembro de la Red IRES

Fuente: