Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Hace hace diez años que el régimen de Bush invadió Iraq. Es sabido que la justificación para la invasión fue un paquete de mentiras orquestadas por el régimen neoconservador de Bush a fin de engañar a las Naciones Unidas y al pueblo estadounidense.
El Secretario de Estado de entonces, el general Colin Powell, ha expresado su pesar por haber sido utilizado por el régimen de Bush para engañar a las Naciones Unidas con información falsa que los regímenes de Bush y Blair sabían que era falsa. Pero los indignos medios de la «prenstitución» no han pedido perdón al pueblo de EE.UU. por servir al corrupto régimen de Bush como Ministerio de Propaganda y Mentiras.
Cuesta discernir cuál es el más indigno, el régimen corrupto de Bush, los «prenstitutos» que lo apoyaron o el corrupto régimen de Obama que se niega a enjuiciar a ese régimen por sus inequívocos crímenes de guerra, crímenes contra la Constitución de EE.UU., crímenes contra el derecho consuetudinario de EE.UU. y crímenes contra la humanidad.
En su libro, Cultures Of War [Culturas de guerra], el distinguido historiador John W. Dower señala que los actos concretos de guerra realizados por los japoneses en el Siglo XX y la presidencia imperial de Bush en el Siglo XXI «invitan un análisis comparativo de indiscutibles crímenes de guerra como tortura y otras transgresiones. Los maléficos hechos del Japón imperial han dejado una mancha imborrable sobre el honor y el buen nombre de esa nación, y queda por ver cuán duradero será el daño a la reputación de EE.UU. Al respecto, los planificadores de la guerra del gobierno de Bush tienen suerte de haberse librado de una investigación formal y seria remotamente comparable a lo que las potencias aliadas realizaron frente a Japón y Alemania después de la Segunda Guerra Mundial».
Dower cita a Arthur Schlesinger Jr.: «El presidente [Bush] ha adoptado una política de ‘autodefensa anticipada’ alarmantemente similar a la política que Japón imperial empleó en Pearl Harbor en una fecha que, como dijo un presidente anterior de EE.UU. que sucedería, vive en la ignominia. Franklin D. Roosevelt tuvo razón, pero hoy es como si fuéramos nosotros, los estadounidenses, quienes vivimos en la ignominia».
Los estadounidenses pagaron una enorme suma de dinero por la vergüenza de vivir en la ignominia. Joseph Stiglitz y Linda Bilmes calcularon que la guerra de Iraq costó a los contribuyentes estadounidenses 3 billones de dólares. Es posible que ese cálculo sea optimista. El último estudio concluye que la guerra podría terminar costando a los contribuyentes de EE.UU. el doble de esa suma.
Con el fin de pagar los beneficios que han acabado en los bolsillos del complejo militar y de seguridad de EE.UU. y de ahí a donaciones políticas, los estadounidenses corren peligro de perder la Seguridad Social, Medicare y la cohesión social que provee el sistema de bienestar social.
El coste humano de la ignominia de EE.UU para Iraq es colosal: 4,5 millones de iraquíes desplazados, hasta 1 millón de civiles muertos que dejan viudas y huérfanos, una clase profesional que ha huido del país, una infraestructura en ruinas y la cohesión social destruida por el conflicto suní-chií que puso en marcha la destrucción estadounidense del gobierno de Sadam Hussein.
Es un chiste macabro que el gobierno de EE.UU. haya llevado la libertad y la democracia a Iraq. Lo que llevaron los criminales de guerra de Washington fueron la muerte y la destrucción de un país.
La población de EE.UU., en su mayor parte, parece sentirse muy cómoda con la destrucción gratuita de Iraq y todo lo que involucra: niños sin padres, mujeres sin esposos, defectos congénitos por el uranio «empobrecido», agua peligrosa, un país sin esperanzas sumido en la violencia sectaria.
Los gobiernos marionetas de Washington en el Reino Unido, Europa, Medio Oriente y Japón parecen igualmente satisfechos con la victoria, ¿sobre qué? ¿Qué amenaza derrotó esa victoria? La amenaza no existía. Las armas de destrucción masiva fueron un engaño propagandístico. Las nubes en forma de hongo sobre las ciudades de EE.UU. fueron propaganda fantástica. ¿Cuán ignorantes tienen que ser las poblaciones para ser engañadas por una propaganda tan absolutamente transparente? ¿No existe inteligencia en algún sitio del mundo occidental?
En una reciente conferencia, los neoconservadores responsablesde las muertes y vidas arruinadas de millones de personas y de los billones de dólares que sus guerras han agregado a la deuda nacional de EE.UU. se mostraron impenitentes y llenos de autojustificación. Mientras Washington busca en el extranjero el mal que hay que exterminar, el mal se concentra en el propio Washington.
Los criminales de guerra estadounidenses andan tranquilamente por doquier. Cobran inmensas sumas de dinero por discursos sobre cómo llevan la libertad y la democracia al mundo los estadounidenses invadiendo, bombardeando y asesinando a la gente. El Tribunal de Crímenes de Guerra no ha emitido órdenes de arresto. El Departamento de Estado de EE.UU., que todavía busca criminales de guerra nazis, no ha secuestrado a los criminales estadounidenses para enviarlos a que los juzguen en La Haya.
Los estadounidenses que sufrieron son los 4.801 soldados que perdieron sus vidas, los miles de soldados que perdieron sus extremidades y sufren otras heridas permanentes, las decenas de miles que sufren estrés postraumático y remordimiento por haber matado a gente inocente, las familias y amigos de los soldados estadounidenses, los matrimonios rotos y los hijos huérfanos del estrés de la guerra.
Otros estadounidenses han sufrido en el frente interior. Aquellos que fueron impulsados por su conciencia moral a protestar contra la guerra fueron golpeados y maltratados por la policía, investigados y acosados por el FBI y colocados en listas de prohibición de volar. Algunos podrían ser procesados. EE.UU. ha llegado al punto en el que cualquier ciudadano que tenga conciencia social es un enemigo del Estado. La persecución de Bradley Manning demuestra esta verdad.
Se podría argumentar que la comparación de los historiadores del régimen de Bush con los criminales de guerra japoneses no va bastante lejos. El 7 de octubre de este año, Washington habrá estado matando gente, sobre todo mujeres, niños y ancianos de las aldeas de Afganistán durante 12 años. Nadie sabe por qué EE.UU. ha llevado tanta destrucción al pueblo afgano. Primero los soviéticos, luego los estadounidenses. ¿Cuál es la diferencia? Cuando Obama llegó a la presidencia admitió que nadie sabía cuál era la misión militar de EE.UU. en Afganistán. Todavía no lo sabemos. Pero podemos suponer que era: beneficios para la industria de armamentos de EE.UU., poder para la industria de la Seguridad Interior y un Estado policial para la despreocupada población estadounidense.
Washington ha dejado Libia en ruinas y sumida en un conflicto interno. No existe un gobierno, pero no es un nirvana libertario.
Los incesantes ataques ilegales de aviones sin tripulación [drones] contra civiles paquistaníes están radicalizando a elementos paquistaníes y provocando una guerra civil contra el gobierno paquistaní, que es propiedad de Washington y permite que Washington asesine a sus ciudadanos a cambio de pagos a las élites políticas paquistaníes que han vendido su país a Washington.
Washington ha desestabilizado Siria y ha destruido la paz que la familia Asad había impuesto a las sectas islámicas. Siria parece condenada a la ruina y a la violencia permanente, como Libia e Iraq.
Washington actúa matando gente en Yemen.
Como muestra el vídeo entregado por Bradley Manning a Wikileaks, a algunos soldados estadounidenses no les importa a quién matan -periodistas y civiles que caminan pacíficamente por una calle, un padre y sus hijos que se detienen para ayudar a los heridos. Mientras alguien resulte muerto, no importa quién sea.
Matar es ganar
EE.UU. invadió Somalia, tiene a sus marionetas francesas involucradas militarmente en Malí y tal vez tiene en la mira a Sudán para sus drones y misiles.
Irán y Líbano están en la lista de las próximas víctimas de la agresión de Washington.
Washington protege la agresión israelí contra Cisjordania, Gaza y Líbano de la condena por la ONU y los posibles embargos. Washington ha arrestado y encarcelado a la gente que ha enviado ayuda a los niños palestinos. Washington, que se considera la única fuente de verdad, declara que Gaza está gobernada por una organización terrorista, Hamás, según el Departamento de Estado. Por lo tanto, toda ayuda a Gaza es ayuda al terrorismo. La ayuda a los niños palestinos hambrientos y enfermos es apoyo al terrorismo. Es la lógica de un Estado inhumano, criminal de guerra.
¿Qué se propone esta agresión contra los musulmanes?
La Unión Soviética colapsó y Washington necesita un nuevo enemigo para mantener el poder y los beneficios del complejo militar y de seguridad de EE.UU. Los neoconservadores, que dominaron totalmente el régimen de Bush y todavía pueden llegar a dominar el régimen de Obama, declararon que los musulmanes de Medio Oriente son el enemigo. Contra este «enemigo» imaginario, EE.UU. lanzó guerras de agresión que son crímenes de guerra según el rasero de Núremberg impuesto por EE.UU. que se aplicó a los alemanes derrotados en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los británicos y franceses comenzaron la Segunda Guerra Mundial al declarar la guerra a Alemania, fueron los alemanes, derrotados por el Ejército Rojo, los que fueron procesados por Washington como criminales de guerra por iniciar una guerra. Una serie de historiadores serios han llegado a la conclusión de que los crímenes de guerra de EE.UU. con los bombardeos con bombas incendiarias de las poblaciones civiles de Dresde y Tokio y los innecesarios ataques nucleares a las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, son de la misma clase que los crímenes de guerra de Hitler y de los japoneses.
La diferencia es que los vencedores presentan a los derrotados en los tonos más crueles y a sí mismos en tonos altamente morales. Los historiadores honestos saben que no hay gran diferencia entre los crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial y los de japoneses y alemanes. Pero EE.UU. estaba en el bando de los vencedores.
Mediante sus asesinatos injustificados de musulmanes en siete u ocho países, Washington ha provocado una reacción musulmana: un odio profundo contra EE.UU. Esta reacción es calificada de «terrorismo» por Washington y la guerra contra el terrorismo sirve de fuente de interminables beneficios para el complejo militar y para un Estado policial para «proteger» a los estadounidenses contra el terrorismo, pero no contra el terrorismo de su propio gobierno.
La mayor parte de la población estadounidense está demasiado mal informada para comprender, y los pocos que comprenden y tratan de advertir a otros son silenciados. El Siglo XXI será uno de los peores siglos de la historia de la humanidad. La libertad se está muriendo en todo el mundo occidental.
El legado de la «guerra contra el terror» es la muerte de la libertad.
Paul Craig Roberts fue editor de The Wall Street Journal y secretario asistente del Secretario del Tesoro estadounidense. Es autor de HOW THE ECONOMY WAS LOST , publicado por CounterPunch/AK Press. Su libro Economies in Collapse: The Failure of Globalism, fue publicado en Europa en junio de 2012. Su último libro es The Failure of Laissez-Faire Capitalism.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/03/19/killing-is-winning/
rCR