Desde el lunes se reúnen en Cochabamba delegados indígenas de varios países sudamericanos, además de expertos en el tema de la integración regional, para elaborar un documento que se presentará el miércoles ante la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, la que a su vez entregará la propuesta indígena a los presidentes de […]
Desde el lunes se reúnen en Cochabamba delegados indígenas de varios países sudamericanos, además de expertos en el tema de la integración regional, para elaborar un documento que se presentará el miércoles ante la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, la que a su vez entregará la propuesta indígena a los presidentes de Sudamérica que iniciarán su reunión cumbre el viernes, en esta ciudad boliviana.
El conocido historiador y novelista boliviano Joaquín Aguirre Lavayén publicó hace algunos años un ensayo titulado «Hacia la Patria Grande Latinoamericana», en base a una hipótesis donde la utopía de Simón Bolívar tiene un lugar histórico para realizarse, juntando la memoria con el porvenir, y ese lugar es el territorio del Tahuantinsuyo. En otras palabras, fue el Imperio Inca, con sus brazos mitimaes extendidos entre Panamá y Chile, esa «Patria Grande» que trazó con nostalgia el Libertador.
El reconocimiento por parte de escritores «señoriales» como Aguirre Lavayén a la esencia originaria de un proyecto integracionista que emerge rutinariamente desde la mirada criolla o mestiza, tiene una importancia capital, hoy, cuando este continente está cada vez más cerca de unificarse a partir de la insurgencia indígena en varios países del continente.
Sudamérica es una región que cubre 17.7 millones de kilómetros cuadrados abarcando 12 Estados y una colonia francesa en las guayanas. Contiene una población de 376.5 millones de habitantes que representan el 6% de la población mundial. Aunque, en conjunto, la densidad de la población sudamericana es de 17 habitantes por kilómetro cuadrado, la mayoría de ella se concentra en torno a los centros urbanos. Más de la mitad de su territorio tiene una densidad de menos de 2 habitantes por kilómetro cuadrado.
La población indígena sudamericana es de 18’282.000 habitantes, con porcentajes que en los casos de Bolivia, Perú y Ecuador oscilan entre el 30% y 50% de sus poblaciones totales. La importancia cultural, política y económica de esta población indígena fue y es sistemáticamente soslayada por las elites gobernantes de la región.
En Sudamérica alrededor de quince millones de personas en ocho países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú) hablan su lengua nativa. Según un reporte difundido por el Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México, las principales lenguas nativas sudamericanas en poblaciones mayores a los 100.000 mil habitantes por etnia, son las siguientes:
Quechua (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Argentina): 12’581.114 hablantes.
Aymará (Bolivia, Perú, Chile, Argentina): 2’296.000 hablantes.
Mapuche (Chile, Argentina): 989.000 hablantes.
Guajiro (Colombia, Venezuela): 297.456 hablantes.
Paez (Colombia): 14.000.
A esta lista habría que añadir la importante población guaraní, cuya lengua se practica entre poblaciones nativas de raíz étnica común en Paraguay, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil, abarcando un total de 90.000 hablantes, sin contar el Paraguay, cuya Constitución Política del Estado lo adoptó como idioma oficial y donde paradójicamente la población aborigen no pasa del 1.5%. Los guaraní parlantes del Paraguay son el 90% de sus 5.7 millones de habitantes. De hecho este idioma nativo se postula también como lengua oficial del Mercosur.
La mirada indígena sudamericana
Según el estudio del Banco Mundial «Pueblos indígenas, pobreza y desarrollo humano en América Latina: 1994-2004», los pueblos autóctonos sudamericanos viven una realidad común de marginalidad y pobreza, aspectos que se traducen en unos bajos indicadores de desarrollo en educación o la salud. La lucha por la defensa de los derechos de los pueblos indígenas fue abanderada por los congresos indigenistas interamericanos, que arrancaron en 1940 en Pátzcuaro, México. Desde entonces la lucha por la defensa de su cultura y el respeto a sus tierras amplió sus horizontes históricos hasta lograr un trascendental efecto estatal con el ascenso del aymará Evo Morales a la Presidencia de Bolivia.
Este proceso de identificación étnica termina confluyendo con las corrientes integracionistas de Sudamérica que comenzaron a tomar forma en el año 2000, cuando se realizó la Primera Cumbre Sudamericana en Brasilia para buscar opciones de articulación comercial más convenientes que el ALCA. En la Tercera Cumbre celebrada en Cuzco el año 2004 se decidió crear la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), institución que ocupa el espacio oficial de las cumbres presidenciales.
En el 2005, sin romper continuidad del proceso iniciado en Brasilia, se produjo la Primera Cumbre de la CSN, también en Brasilia, donde se decidió entregar la Presidencia de la Comunidad Sudamericana a Bolivia.
La de Cochabamba resulta ser la Segunda Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, y es indudable que este encuentro tendrá una trascendencia histórica no sólo porque aquí se darán los pasos definitivos para lograr una integración física más concreta entre los países de la región, sino porque la coyuntura de cambios a partir de la emergencia étnica de nuestros pueblos ofrece una perspectiva cierta de que la naciente Comunidad Sudamericana no tendrá nada que envidiar a entidades similares como la Comunidad Europea.
El Taller Pre-Cumbre
La modernidad y su secuela de desarrollo económico, la industrialización y las actividades extractivas como la minería y la actividad petrolera, se generan a costa de liquidar la identidad cultural y la ancestral cotidianidad de los pueblos indígenas; y es por ello que cuando se habla de la posibilidad de una integración regional en Sudamérica, la palabra casi siempre marginada de las clases originarias debe ser oída con suma atención por los gobernantes.
Con tales criterios comenzó el lunes la primera sesión del Foro Internacional «Integración en América del Sur desde la mirada de los pueblos indígenas», evento que se realiza en la Casa Campestre de Piñami en el marco de de las acciones preparatorias a la Cumbre por la Integración de los Pueblos a realizarse desde el jueves en esta ciudad. El documento que surgirá de este taller preparatorio será entregado a los Presidentes de la Comunidad Sudamericana de Naciones que se inicia el viernes.
El taller preparatorio es organizado por el Colectivo de Estudios Aplicados al Desarrollo Social (Ceades), con el apoyo de entidades europeas como Oxfam Internacional, Both Ends, Diakonia, CMC y Claes. La premisa del encuentro es que la perspectiva indígena de lo territorial no puede ser soslayada por los gobernantes que hablan de integración reincidiendo en la marginación de sus poblaciones mayoritarias.
Henry Tito, Coordinador de Ceades, inauguró el encuentro destacando la importancia de la presencia de líderes indígenas de la región sudamericana y la colaboración de expertos en los temas que se trataron en este Seminario, cuyas conclusiones serán entregadas a los Presidentes, mediante la Cumbre Social. Inmediatamente las autoridades indígenas del Consejo Nacional de Markas del Qollasuyo (Conamaq) realizaron una ceremonia de «acullico» (rito de coca e incienso) para el buen éxito del evento. Participan dirigentes indígenas de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Paraguay además de expertos en temas de integración y derechos económicos, sociales y culturales de Ecuador, Uruguay y Bolivia.
Uno de los dirigentes indígenas destacado es Miguel Palacin, del Perú, Presidente de la Conacami (Coordinadora Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería). Expertos que participan del evento son: Patricio Pazmiño, abogado, experto en Derechos Indígenas, delegado del Presidente electo Rafael Correa ante el Tribunal Electoral del Ecuador, y Eduardo Gudynas del Uruguay, Director ejecutivo del Claes y redactor asociado de Revista del Sur.