Van caminando hacia el escudo y el garrote, van caminando hacia el poder ebrio y envilecido que mira al pueblo con una mezcla de asco, temor y vidrios polarizados para no ver… La noche de aquel 7 de octubre en que los sectores patrióticos del país fueron derrotados antidemocráticamente, mediante el fraude mediático y el […]
Van caminando hacia el escudo y el garrote, van caminando hacia el poder ebrio y envilecido que mira al pueblo con una mezcla de asco, temor y vidrios polarizados para no ver…
La noche de aquel 7 de octubre en que los sectores patrióticos del país fueron derrotados antidemocráticamente, mediante el fraude mediático y el poder avasallador del dinero, por las razones que fueran, los líderes del NO, carecieron de un discurso de cierre. No hubo un líder, un vocero, un delegado, o como se le quiera llamar, que al final del proceso hiciera el balance final y ejecutara el ritual necesario de cerrar ese proceso histórico.
Cerrar simbólicamente, conceptualmente, habría permitido reelaborar la derrota electoral y convertirla en triunfo político y moral, y dar espacio a nuevas acciones. Pero no fue así. No hubo uno solo capaz, o quizá no hubo las condiciones, de retomar el proceso, hacer el balance final y hacerlo llegar a las bases. La gesta del NO fue un logro «formidable» reconocido así incluso por la dupla del terror casas-Sánchez, en su pieza literaria del terror. Sin embargo casi dos meses después de ese funesto 7 de octubre, la dirigencia del NO, no ha sido capaz de hacer llegar a la opinión publica, su interpretación del proceso, ni siquiera ante la amplia base de sus propios votantes, ni entre las filas del SÍ, menos en el 40 % restante.
Se dice que la historia la escriben los vencedores. En nuestro caso no solo la escriben, la escriben y la divulgan. En nuestro contexto, el SÍ maneja la opinión pública, el NO maneja la Internet. El NO es un gueto virtual y de Amplitud Modulada. El Sí maneja los diarios escritos, la tv y la FM, y estos manejan la opinión del gran público. El público subterráneo de los discursos del No, es, por cierto, el más ilustrado y de más escolaridad, tiene una clara visión de lo que pasó. Sabe bien que a contrapelo de lo que dice la propaganda oficial (pero también algunas voces del PAC, tengo que decirlo) esto no fue un triunfo democrático, porque la democracia es algo más que aritmética, y los comités lo saben bien, porque lo aprendieron en el fragor democrático de hacer conciencia, cara a cara, y de puerta en puerta.
Es por eso que en las filas del No nadie creyó aquello de la derrota. Cuando el 8 de octubre cierran las urnas y se hace el conteo. Nadie enterró a sus muertos, nadie mandó a su ejército para la casa. No hubo un general del NO que sellara la página, y los soldados del NO andan todavía juntando los pedazos de aquel discurso de cierre que no se dio. Como resultado de aquello, hay un ejército entero que sigue caminando sin rumbo, igual que en «Los Sueños» de Kurosawa. Y no sabemos si están históricamente vivos o deambulan después de muertos.
Hacia el escudo y el garrote
Mañana 26 de noviembre, un ejército de trabajadores marchará hacia la Asamblea Legislativa. Es un ejército como el de kurosawa. No sé si están históricamente vivos. Hoy no lo sé. Eso solo lo sabremos después. Me duele verlos en esta marcha valiente como todas las que han realizado siempre. Pero esta vez me duele. Van caminando hacia el escudo y el garrote, van caminando hacia el poder ebrio y envilecido que mira al pueblo con una mezcla de asco, temor y vidrios polarizados para no ver. Van caminando también, contra lo que muchos costarricenses de buena fe, han interpretado como si hubiera sido una decisión democrática. Caminan contra el sentir de un sector de la población que, merced a la manipulación mediática y su cerrojo, pasó todo el proceso del referéndum «bailando por un sueño».
Pero ellos avanzan. No pueden dejar de marchar. Es quizás su último mensaje de alerta al país. Van hacia cuesta de Moras en un momento de transición. Hace días Costa Rica parece haber olvidado que alguna vez abolió un ejército, y su Premio Nóbel sucumbió a su verdadera vocación de ideólogo neoliberal y medallón de proa de plutócratas criollos y empresas transnacionales. (No hay que asombrarse por ello, todo parece indicar que lo que nunca se tuvo no se perdió). Pero aquellos trabajadores, los trabajadores del ICE, posiblemente acompañados por gente de los Comités Patrióticos, subirán otra vez, de nuevo otra vez, por aquella Cuesta de Moras, como tantas veces, como Sísifo cargando su peso de historia.
Tal parece que cuando los sectores dominantes dejan de creer, el pueblo sigue creyendo. Los sectores dominantes han dejado de soñar la costa rica democrática y civilista. Tampoco creen ya que el ICE sea «fuente de prosperidad nacional», ni creen en el país de propietarios y desarrollo para todos en que creyó Figueres, pero los trabajadores del ICE, irán este lunes 26, una vez más a las calles, a luchar por un Estado inclusivo y un ICE solidario. Solo que esta vez presiento, no serán las trabajadoras bonitas y entusiastas las que lleguen hasta el final, serán los trabajadores de espaldas fuertes y botas café, los humildes «compañeros de casco y de coraje…» a pecho desnudo, por supuesto. Me temo que mientras algún amable lector preste su atención a estas líneas, los sectores técnicos y obreros del ICE, que construyen caminos para la luz eléctrica y para las voces por teléfono, posiblemente presten sus espaldas a los garrotes de la bien armada milicia pretoriana, entrenada para defender la paz, la democracia y la igualdad (sic),… en este país que avanza a paso firme hacia la inequidad, según afirma subversivamente, el Estado de la Nación.
Esos sindicalistas…
Es paradójico. Después de una andanada de crítica contra los sindicatos muchas veces escuché decir a mi interlocutor: ¿a qué hora van a actuar los sindicatos? El fantasma de los sindicatos ha estado presente en toda la discusión del tlc, mitad por su innegable papel histórico, mitad porque fueron ellos el «ponchinbol» de la Nación, fantoche diseñado por los estrategas del sì para alimentar odios contra un enemigo único, al mejor estilo de Goebels, y es que no había artistas, ecologistas, maestros, sacerdotes, empresarios, en el NO. Eran todos sindicalistas, corruptos, retardatarios, comunistas, chavistas: «Haga Patria, escupa un sindicalista» y todo el que vaya con el NO, es sindicalista. (¿La vio?). Solo que el referéndum transcurrió y los abominables sindicalistas no se vieron por ningún lado, aunque en realidad ahí estaban con su traje cotidiano, el de gente de barrio, el traje con el que viven todos los días, confundidos con pulperos, estudiantes, amas de casa, gente de los pueblos. Debo decir que me hubiera gustado haber visto todavía más sindicalistas, pero a los que vi, los vi como simples hijos de vecino, haciendo su trabajo humilde, igual que todos, en la trinchera de los comités patrióticos.
Durante todos estos días he constatado en Internet la esperanza y el entusiasmo de los Comités Patrióticos en la marcha del lunes 26, también he visto dentro del ICE la inseguridad y el desconcierto con que los trabajadores ven acercarse el lunes. Pocos hablan del tema. Solo algunos, se topan y se preguntan, «¿qué crees vos? ¿Cómo ves esto…? Ni modo esperemos al lunes», comentan ellos mismos en un mundo que es muy distante al de las cúpulas sindicales. Por lo demás, el trabajador y la trabajadora del ICE tienen ya quince o más años de vivir en estado de sitio, y esta pesadilla es causa de mucho agotamiento emocional y hasta de evasión.
Volviendo a Internet, algunos creen que la marcha del ICE puede despertar un movimiento en estado de coma causado, no solo por el referéndum, sino por el silencio de casi dos meses. Y no lo dudo, un despertar es algo que podría ocurrir. Esta marcha será como el viento que alimente las hogueras que siguen encendidas en todo el país, o bien, que las apague definitivamente, como un inmenso balde de agua fría. Por otra parte, quizá aparezca aquí, por fin, un responsable que ofrezca un discurso final. Y ojalá, ojalá, que el balance final, no sea demasiado doloroso para estos trabajadores del ICE, ni para ese valioso y puro sector de la patria costarricense, ese enorme ejército de los corazones del NO, que se niega a morir.
Siento profundamente en mi corazón esta marcha de trabajadores. No se si van hacia la realización o van hacia el abismo. Hago votos porque sea lo primero. No sé si es una marcha más o un gesto a destiempo. ¿Quién pondrá la mano por ellos? Nadie. Ellos son los últimos de un proceso. Probablemente les haya tocado ser, con su gesto, el discurso de cierre que no se dio. En todo caso, sea lo que sea que ocurra, lo único que puedo hacer es marchar con ellos.
Costa Rica Solidaria
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