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Sales y soles

La muda sentimental

Fuentes: Gara

Somos la monda. Quizá por eso nos tocamos tan poco, cada vez menos. ¡Bendito roce! ¡Bendito goce! «No sé de dónde es la piel / pero la tuya es tan buena / que he de adivinar su pueblo / para pasar en él las vacaciones», pregona Ramón Irigoyen. Somos la monda, aunque presumamos de cáscara […]

Somos la monda. Quizá por eso nos tocamos tan poco, cada vez menos. ¡Bendito roce! ¡Bendito goce! «No sé de dónde es la piel / pero la tuya es tan buena / que he de adivinar su pueblo / para pasar en él las vacaciones», pregona Ramón Irigoyen. Somos la monda, aunque presumamos de cáscara o armadura.

Investigadores de la Universidad de California han creado la primera piel artificial con sentido del tacto, una fina lámina de cables semiconductores de silicio recubierta de diminutos sensores. La nueva piel electrónica funciona con apenas cinco voltios y detecta los cambios de temperatura y presión, tanto leves, las patitas de una mosca, como intensos. La e-piel servirá para que los robots del futuro manejen los objetos con mayor precisión e incluso podría utilizarse en las prótesis humanas. Visto lo visto, el proyecto ha sido financiado por el Ejército de Estados Unidos, todo apunta a que la revolucionaria piel preferirá coleccionar enemigos en lugar de amantes. Otra tomadura de pellejo.

Puestos a descubrir, a innovar, ¿para cuándo un auténtico y radical transfugismo peletero? ¿Cuándo seremos capaces, por fin, de colocarnos en la piel del otro? Nuestra vecina parada, el inmigrante sin papeles, la afgana bombardeada, los muertos de hambre… ¡Bendito cambio! ¡Bendito mundo! Una transformación completa, de arriba a abajo, con piel y todo. Ese día, cuando aprendamos a mudarnos los unos en los otros, a reconocernos en un futbolista famoso y en un palestino suicida, entenderemos, quizá, lo que significa ser humano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.