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La necesidad de un consumo responsable

Fuentes: Rebelión

«Saber cuando uno dispone de lo suficiente es ser rico» Lao-Tsé (vivió en el siglo IV a. C.), filósofo chino fundador del taoísmo.   Camino a El Dorado El hombre consume, sí, y lo ha hecho desde tiempo inmemoriales, sencillamente porque todo ser vivo necesita satisfacer sus necesidades vitales para sobrevivir. En la antigüedad el […]

«Saber cuando uno dispone de lo suficiente es ser rico»

Lao-Tsé (vivió en el siglo IV a. C.), filósofo chino fundador del taoísmo.

 

Camino a El Dorado

El hombre consume, sí, y lo ha hecho desde tiempo inmemoriales, sencillamente porque todo ser vivo necesita satisfacer sus necesidades vitales para sobrevivir. En la antigüedad el hombre se las tenía que arreglar con lo que encontraba en su entorno cercano, o eventualmente mudarse hacia uno más favorable. La producción y el consumo se daban de manera seguida o en algunos casos lo no perecedero podía reservarse para las épocas de «vacas flacas». El paulatino desarrollo tecnológico y de mejores prácticas ha traído aparejado un sustancial ahorro del tiempo a los trabajadores, de manera tal que el nuevo tiempo ocioso pudo empezar a ser utilizado para otras cosas. Las cuestiones de producción se relegaron cada vez más a un sector específico de la población, mientras que otro se dedicaba a nuevas actividades cada vez más distanciadas de la producción . Es así que las sociedades han ido complejizando sus estructuras y dominando parcialmente la naturaleza circundante para adaptarla a sus necesidades. La tendencia, como es de esperar, ha continuado hasta nuestros días. Aquel mercado de la Edad Media de la foto de portada es simplemente para hacernos una idea de cómo era la vida en el pasado, durante «casi siempre», y del privilegio y comodidad que gozamos hoy día.

Reparo en esta breve brevísima historia de la humanidad para destacar tres aspectos:

  • En la mayor parte de la historia el consumo era fruto de producciones locales .

  • Cada consumo implicaba satisfacer principalmente necesidades básicas esenciales .

  • El progreso tecnológico y de acumulación del conocimiento permitieron que las sociedades avanzaran hacia la especialización y diversificación de la producción.

Entonces, la pregunta es: ¿dónde estamos parados hoy? Como dije antes, el desarrolló tecnológico siguió implacablemente su senda y estas tendencias de especialización y diversificación alcanzaron niveles nunca antes vistos en épocas anteriores. La acumulación del capital que permitió la Revolución Industrial sentó las bases de la sociedad moderna, y desde entonces la lógica capitalista dio forma al mundo actual.

Las personas recibimos algún tipo de gratificación interior cada vez que compramos algo que queremos. No somos tan racionales para tomar decisiones y no priorizamos ni por asomo la funcionalidad práctica de las cosas (valor de uso). Al contrario, somos influenciables y entramos muy fácilmente en un juego de competencias de status de nunca acabar ( keeping up with the Joneses ). Muy atrás quedaron los tiempos del consumo por necesidad, pero hoy por suerte las puertas de El Dorado se abren ante nosotros. ¿podremos entrar?

A lo que quiero llegar, existe el consumo y el consumismo, «Edad Media y El Dorado». Uno es bueno y necesario mientras que el otro es deteriorante. No deben entender que glorifico la Edad Media ni que «comprar está mal», pero tenemos que reconocer que podemos vivir con mucho menos sin necesariamente bajar nuestra calidad de vida. Por lo tanto, surgen algunas preguntas: ¿compramos según necesidades que son genuinas o son creadas? ¿cuántas cosas debemos comprar para ser felices? ¿qué cosas de las que compramos nos otorgan felicidad? ¿de dónde vienen las cosas que consumimos? ¿qué pasa si la mayoría de las personas de un país se da cuenta que realmente necesitan la mitad de lo que consumen y súbitamente dejan de hacerlo? Preguntas difíciles de responder sin duda, pero trataremos de arrojar un poco de luz en este artículo.

Una historia…

Parece increíble pero lo que fueron lujos para las generaciones anteriores son hoy necesidades . Bienvenidos a la sociedad del consumo. Nunca como antes hemos tenido tanta posibilidad de elegir, ¡qué afortunados!. Hay un gran abanico de cosas para abastecer a cualquier sector de la sociedad: para los pobres, para la clase media, para los ricos, para los muy ricos y para los ridículamente ricos. El problema es que comprar se ha vuelto tan sencillo que no percibimos el enorme esfuerzo humano y de recursos que éste acto tan cotidiano esconde . Pensemos en la latita de Coca-Cola que se encuentra en el supermercado de la vuelta de tu casa…

Esta inocente latita, es en esencia naturaleza transformada. La historia es más o menos así: una empresa minera extrajo en un proceso a cielo abierto la roca mineral bauxita en algún lugar del mundo, la transportó hasta un enorme complejo industrial capaz de procesarla y extraer de ella el aluminio, luego se moldeó y bobinó en finas láminas para poder ser transportado a otra fábrica y reprocesado como un objeto útil para la sociedad: la latita. Esa latita fue rellanada con un líquido de color negro y burbujas de CO2 en otro complejo industrial que utiliza todo tipo de insumos naturales y sintéticos que a su vez fueron elaborados en otras plantas en algún otro punto del mundo. Al final, alguien muy amablemente se encargó de subirla al camión y dejarla en nuestro supermercado chino más cercano. Este proceso no es más que el de la creación de valor, concepto que ya se presentó en otro artículo de DUNITAR. Podría uno seguir preguntándose por el origen de las cosas ad infinitum, pero estoy seguro que no es un ejercicio sencillo ni sano de hacer. ¿Les suena esto? Es exactamente lo que pretende cuantificar, desde el punto de vista ambiental, la herramienta del Análisis de Ciclo de Vida que también ya hemos explicado en nuestro sitio.

Entonces, la latita no era tan inocente a fin de cuentas. ¿Se imaginan el número exacto de personas que han trabajado coordinadamente en todo el ciclo de producción para que nosotros podamos ir a comprarla? Este enorme despliegue de trabajo y conocimiento es un claro ejemplo de lo compleja e interconectada que es nuestra sociedad actual. Sin embargo, ante la fascinación de esta sin igual empresa humana y luego de bebérmela toda, voy a proceder simplemente a… tirarla, ya que para mí, sigue siendo una simple latita. Así como ocurre con ella, la gran mayoría de las cosas que compramos han recorrido un largo camino para llegar hasta nosotros y así, con el menor escrúpulo, las tiramos como si no tuvieran ningún valor.

Desafortunadamente, no es fácil acceder a la historia de cada mercancía, ya que hay múltiples actores que se encuentran en el medio, empresas de distintos lugares del mundo, falta de información, secretos industriales y todo tipo de obstáculos para conocer el origen verdadero de las cosas. Para develar la película completa es necesario un genuino trabajo de detective, espionaje, ingeniería y aventuras. A su vez, también hay intereses que impiden que se sepa cada historia porque la realidad es a veces demasiado cruenta. Preguntar demasiado y llegar a las bases industriales de la sociedad es un trabajo sucio para unos pocos.

Otro tipo de consumo

En primer lugar, ¿por qué necesitamos de otro tipo de consumo?. Como dice el Papa Francisco en su reciente encíclica Laudato Si: «Mientras tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas«. Si pensamos en el ejemplo de la latita de Coca-Cola, podemos fácilmente comprender que el consumidor se encuentra absolutamente desentendido de lo que sucede detrás de la góndola. La ignorancia de estos temas supone desconocer los impactos sociales y ambientales del consumo . Todo lo que consumimos tiene indefectiblemente un impacto social y ambiental asociado, que puede tener múltiples facetas tanto positivas como negativas. Como ya sabemos, necesitamos caminar hacia un verdadero desarrollo sostenible para apartarnos de la insostenibilidad estructural del mundo actual. El planeta Tierra no soportará la creciente presión que conlleva el aumento sostenido de la población y del consumo, y como si fuera poco, hay algunas empresas que se toman el lujo de aprovecharse de la vulnerabilidad social de las personas para explotarlas laboralmente, bajando así sus costos y maximizando su beneficio. Ergo, algo debe cambiar, y cada uno de nosotros contamos con una herramienta poderosísima de cambio: COMPRAR. Tenemos entonces que entender que cada compra es un «voto por un sistema de producción u otro«. En posibilidad de elegir radica el potencial del consumidor.

Impactos sociales

Se oye muy a menudo decir que la esclavitud no ha sido abolida sino que ha evolucionado hacia una forma mucho más sutil. Según la organización Anti-Slavery: «Si bien a esta explotación a menudo no se le llama esclavitud, las condiciones son las mismas. A las personas se les vende como a objetos, se les obliga a trabajar por salarios irrisorios o sin salario, y viven a merced de sus empleadores«. Un primer ejemplo podría ser el Coltán extraído en República Democrática del Congo, donde su explotación es motivo de disputa entre guerrillas locales y multinacionales, a expensas del costo humano. El Coltán es el mineral del cual se extrae el Tantalio, el cual se utiliza en condensadores que se encuentra en casi todos los circuitos de los aparatos electrónicos modernos, incluidos los smartphones que todos tenemos. Un segundo ejemplo podría ser un taller textil clandestino de inmigrantes indocumentados en el barrio de Flores de Buenos Aires , que cobran sueldos de pobreza en condiciones insalubres y además se encuentran privados de su libertad. Nombra una multinacional de consumo masivo, busca en internet, y sorpréndete de no encontrar alguna denuncia contra la esclavitud en algún país en vías de desarrollo. Esta problemática no sólo azota a poblaciones vulnerables de Asia como India, China, Pakistán, Bangladesh, Uzbekistán, sino también a países de Latinoamérica. Les recomiendo mucho que vean en la página web de la ONG La Alameda para ver en Argentina aquellas marcas denunciadas por trabajo esclavo. Algunas de ellas son: Adidas, Chocolate, Awada, Cheeky, Lacoste, Zara, Akiabara, Bensimon, Ayres… la lista sigue. ¿Comprarían la siguiente camiseta de 2,2 dólares si supieran de dónde viene? Ver este video.

Impactos ambientales

Al contrario del pasado, hoy día gran parte del consumo no es local sino global. Made in China, Taiwan, India, Brasil, Bangladesh, Germany, USA, etc. Por lo tanto, el transporte global de mercancías juega un papel clave en todo esto. Es así que el transporte en general contabiliza el 15% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero, los que contribuyen al Calentamiento Climático. Esto significa que además del impacto local de cada bien elaborado, existe un impacto ambiental fruto del transporte, siendo éste propulsado casi en su totalidad por combustibles fósiles, un recurso agotable que hace la sociedad actual viable. Esto comporta que la sostenibilidad en el tiempo de un sistema así sea discutible, por lo que un futuro probable y posible requerirá ver un renacer de lo local, por convicción o por necesidad. Por eso es que yo creo que muchas de las cosas que consumimos se podría producían localmente, minimizando el impacto del transporte y ayudando a su vez a desarrollar las comunidades locales en donde se encuentran los emprendimientos. Como dije antes, toda actividad humana conlleva un impacto ambiental, el cual debe ser sabiamente gestionado y minimizado. Sin embargo, muchas actividades producen esencialmente cambios en el ambiente que son difíciles o imposibles de revertir. Y como es de esperar, el crecimiento de la población actúa como un multiplicador de los efectos. Por otro lado, así como existen empresas globales (o no) con operaciones en países en vías de desarrollo que se aprovechan de las vulnerabilidades sociales, también se evidencian múltiples casos en que toman ventaja de las vulnerabilidades institucionales del país en e que operan, otorgándoles ciertas licencias para contaminar sin asumir el costo ni la responsabilidad del daño.

Hacia un consumo responsable

Habiendo expuesto algunos hechos puntuales que implican estas relaciones de producción ya no podemos desentendernos de la problemática, somos co-responsables. Entonces, ¿cómo podemos hacer para mejorar esta situación? Necesitamos de contramedidas, que pueden tomar la forma de políticas de Estado, acciones voluntarias, emprendedurismo, etc., que permitan naturalizar nuestro modo de consumir para que recobre su aspecto verdaderamente beneficioso para todos los actores involucrados. Llamaremos a este nuevo modo de consumo, un Consumo Responsable, y según lo define UNICEF:

«El consumo responsable defiende los efectos positivos de un consumo cuidadoso con el medio ambiente y las personas, consciente, frente a un consumo excesivo, superfluo e innecesario, dañino para la vida del Planeta, y, por tanto, para todos sus habitantes».

Si consideramos entonces que «algo debe cambiar», todo cambio no puede ocurrir súbitamente de un momento a otro, necesitaremos de una transición durante la cual coexistirán varios circuitos productivos dentro del mismo sistema. Dada la actual crisis económica-social-ambiental que estamos atravesando y según mi interpretación, es posible que veamos cada vez más nuevos emprendimientos y empresas ya constituidas que tomen de manera proactiva un compromiso social y ambiental importante haciendo énfasis en el valor de lo local. Como demuestran algunas encuestas, existe un nicho de mercado dispuesto a realizar un consumo responsable.

Guía para los Consumidores Responsables

De todo lo descripto previamente, surge inmediatamente cuáles son las consignas que deberían guiarnos a nosotros consumidores hacia un Consumo Responsable:

  1. Preferencia por productos locales y en lo posible de origen conocido.

  2. Los productores deben recibir un precio justo por su trabajo.

  3. Preferencia por emprendimientos autogestivos cuyo dueño o dueños sean parte del mismo.

  4. El proceso de elaboración no debe violar ninguno de los Derechos Humanos. En particular, debe ser completamente libre de condiciones de trabajo indignas y libre de trabajo esclavo de cualquier naturaleza.

  5. El proceso de elaboración no debe haber producido impactos ambientales significativos.

  6. El proceso de elaboración debe ser libre de sustancias susceptibles de producir un impacto significativo en las personas y el ambiente.

  7. Preferencia por productos que contengan materiales reciclados y/o reutilizados.

  8. Preferencia por productos que estén diseñados para ser reciclados y/o reutilizados una vez finalizada su vida útil. El producto no deberá estar diseñado para volverse obsolescente rápidamente.

  9. Preferencia por emprendimientos que apoyen causas sociales y/o ambientales.

  10. Preferencia por emprendimientos cuyo foco sea resolver problemáticas sociales y/o ambientales a la vez que son autosustentables económicamente (Empresas Sociales).

Por lo tanto, y adoptando la definición de Hispacoop, el consumidor responsable «es una persona informada y consciente de sus hábitos de consumo. Además de conocer y exigir sus derechos como consumidor, busca la opción de consumo con el menor impacto negativo posible sobre el medio ambiente y con un efecto positivo en la sociedad. Esta manera responsable de consumir se traduce en muchos pequeños actos y decisiones diarias, y puede llegar a atravesar, todos los ámbitos de la vida».

Comentarios finales

  • Leyendo las consignas anteriores, está claro que las claves para poder consumir responsablemente son la información y la educación del consumidor. Aunque cada vez haya más conciencia de las problemáticas ambientales y sociales del consumo, hay que seguir trabajando en esa dirección para convertir este nicho en un sector más amplio de la población. Sólo así se podrán conseguir resultados significativos.

  • Comunicar el complejo proceso de lo que sucede detrás de la góndola es un verdadero reto de comunicación. Aún así, a pesar de tomar consciencia de la problemática los bajos precios de la ropa suelen ser más fuertes, como lo demuestra la historia de Gap, H&M, Zara y otras.

  • El consumismo está desigualmente distribuido entre y dentro de los países. Los países industrializados gozan de niveles de consumo altísimos respecto a los demás, por lo que no es de extrañar que de allí vengan la mayoría de las empresas de consumo masivo. Sólo el 2% de la ropa comprada en EEUU es producida en el país.

  • El consumismo es el reflejo de una crisis mucho más profunda que es la crisis del hombre. Los vacíos existenciales y las carencias emocionales nunca podrán resolverse mediante el consumo material, aunque así lo anuncien infinitud de campañas de marketing. El plano de trabajo último es sobre el ser humano, sobre nosotros mismos. La reciente encíclica del Papa Francisco Laudato Si, pone el énfasis en estas mismas cuestiones.

  • El sistema económico actual sólo funciona con elevados índices de consumo , por lo que el simple llamamiento al «Consumo Responsable» atenta contra el status quo . Si los indicadores de progreso dejaran de ser estrictamente económicos y comenzaran a medir la verdadera satisfacción y felicidad de las personas, como la Felicidad Bruta Interna del Reino de Bután, el Consumo Responsable sería una consecuencia natural y deseable. De todas maneras, este circuito «alternativo» propuesto puede funcionar dentro del sistema actual.

  • Las tendencias actuales pronostican que en los próximos años en el «mundo subdesarrollado» millones de personas se incorporarán a la clase media , lo que significa que podrán elevar su calidad de vida mediante el consumo de productos antes inaccesibles. El interés de las empresas globales está justamente en alcanzar esos mercados. La globalización de las culturas dominantes occidentales, tal como ha venido ocurriendo, instalará en cada lugar sus valores, discursos y estilos de vida «correctos», fuertemente orientados al «tener» más que al «ser». Este fenómeno se puede ver claramente en la mayoría de los países llamados «tigres asiáticos», quienes han tenido un rápido crecimiento en apenas pocos años.

  • Está demostrado que la calidad con la que disfrutamos de nuestras vidas poco tiene que ver con el consumo material. Podemos ser felices con mucho menos de lo que tenemos dejando de lado, como dicen los japoneses, la muda , todo aquello que no le agrega valor a nuestras vidas, y enfocándonos en las cosas que verdaderamente importan. Saber cuando uno dispone de lo suficiente es ser rico.

  • El Consumo Responsable es, en última instancia, un acto de comunión con los demás hombres y con el medio ambiente (suena cursi pero es así).

Para saber más…

  • Mercado Justo – Tienda online del consumo responsable en Argentina. Proyecto de Empresa Social en el cual estoy directamente involucrado.

  • Programa Last Week Tonight with John Oliver: Fashion (17 min, en inglés). «La ropa de moda está más barata que nunca. Esto suena genial para las personas que lo compran, pero es terrible para las personas que la hacen«.

  • El carácter fetichista de la mercancía y su secreto por Karl Marx (13 páginas). Tal como me señaló mi amigo Franco A. Tarducci, Marx estaba bien al tanto de como funcionan las relaciones de producción, vale la pena darle una leída. «A primera vista, una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas.»

Este artículo fue escrito por Santiago Dunne del blog DUNITAR.

Para ver el artículo original con sus fotos y videos hacer click aquí.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.