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Cronopiando

La Organización Demócrata Cristiana de América

Fuentes: Rebelión

Los delegados de la ODCA (Organización Demócrata Cristiana de América) reunidos en un hotel de Santo Domingo aprobaron ayer, bajo un enorme retrato de Balaguer, respaldar la transición democrática en Cuba «donde ya han perdido la democracia» e impulsar la democracia en «países en vías de perderla» como Venezuela. Y el grotesco pedido pone de […]

Los delegados de la ODCA (Organización Demócrata Cristiana de América) reunidos en un hotel de Santo Domingo aprobaron ayer, bajo un enorme retrato de Balaguer, respaldar la transición democrática en Cuba «donde ya han perdido la democracia» e impulsar la democracia en «países en vías de perderla» como Venezuela.

Y el grotesco pedido pone de manifiesto la necesidad que tiene Latinoamérica de acabar de barrer con todas estas entelequias de oportunistas e incapaces que han vivido del fraude y la corrupción, de la represión y el crimen, que son responsables del deterioro y ruina de tantas patrias americanas, y que en lugar de conformarse con seguir cabildeando cargos y beneficios de los corruptos Estados que contribuyeron a esquilmar, pretenden, como si fuéramos idiotas, venir ahora con discursitos supuestamente democráticos, a erigirse en referencia moral para el cambio.

Estas agencias de empleo, que insisten en denominarse partidos y en creerse políticos, han sembrado América durante décadas

de ladrones, de tahúres, de delincuentes ilustrados y analfabetos, de dictadores de alta y baja intensidad.

Desde Venezuela a Colombia, pasando por Centroamérica y acabando en República Dominicana, la historia americana es un compendio de arribistas sinvergüenzas que han hecho fortuna arruinando los pueblos que les tocó en desgracia gobernar, sea por el fraude del voto o de la bota.

Y en lugar de disfrutar discretamente las fortunas mal habidas, en lugar de procurar el olvido a sus dolosas acciones, desapareciendo del escenario político y conformándose con vivir de las rentas, en sigiloso retiro, de sus sucios beneficios, creen que la fiesta sigue, que va a seguir la impunidad celebrándoles la gloria, como si los pueblos fueran pobres idiotas, eternos menores de edad desmemoriados.

Quienes jamás han creído ni en la democracia ni en Cristo y han vivido, como buenos fariseos que son, del saqueo de las confianzas que se les entregaron, lejos de aceptar el retiro o la conversión, siquiera, en politiqueros de nuevo cuño, no menos sinvergüenzas, insisten en agitar los mismos fantasmas del pasado creyendo que pueden seguir engañando a todos y engañándolos, además, todo el tiempo.

Pero ya sólo son esas tristes y penosas refencias de un pasado muerto y enterrado, no porque los nuevos avivatos que aspiran a ocupar su espacio gocen de mejor salud, sino porque hay cadáveres que ni Cristo resucita.

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