Tras tres años de trabajo, el grupo de apoyo Aubonne consigue gran apoyo a nivel internacional, cuestionar la legitimidad del G8 y desarrollar una activa reflexión sobre las consecuencias emocionales del trauma y la represión en los movimientos sociales. Ahora consiguen envíar a la policía a juicio y forman, junto a otros, una red de […]
Tras tres años de trabajo, el grupo de apoyo Aubonne consigue gran apoyo a nivel internacional, cuestionar la legitimidad del G8 y desarrollar una activa reflexión sobre las consecuencias emocionales del trauma y la represión en los movimientos sociales. Ahora consiguen envíar a la policía a juicio y forman, junto a otros, una red de apoyo contra la represión del G8.
El 1 de junio de 2003, un grupo de 15 activistas bloquean durante media hora la autopista suiza por la que circulaba una comisión de Delegados del G8 en la primera visita a Europa de George W. Bush tras la invasión de Irak. La policía corta la cuerda de la que colgaban dos escaladores, Martin Shaw y Gesine Wenzel. Uno sufre una caida desde 21 metros de altura mientras que su compañera sentimental sufre el shock psicológico de observar todo suspendida en el aire. En junio de 2004, los escaladores y un tercer activista son juzgados y condenados por su acción, mientras ambos continúan su recuperación física y psicológica al margen del apoyo institucional. Mientras tanto, el grupo de apoyo Aubonne articula una red de análisis y formación sobre la represión y el trauma dentro de los movimientos sociales. Durante todo el proceso se realiza una gran labor mediática y de divulgación del caso. Consiguen recabar apoyos dentro de muchas organizaciones de base europeas, de 29 parlamentarios suizos, 6 europarlamentarios, instituciones como Amnistía Internacional y de personalidades como Dario Fó( nobel de literatura), Noam Chomsky, Adolfo Perez-Esquivel (nobel de la paz), Ignacio Ramonet y Susan George. Como resultado de todo el trabajo de presión, el próximo 13 de febrero serán juzgados dos de los policías responsables de cortar la cuerda, tras aceptar la Corte Suprema suiza la última apelación. La acusación, «negligencia con daño físico», es entendida como muy leve por los acivistas, «estamos muy felices acerca de esta decisión, pero tenemos profundas preocupaciones sobre que el sistema judicial quiera realmente llegar a la verdad», dijo Martin Shaw. Los escaladores, que han sufrido daños físicos y emocionales severos no han recibido indemnización, mientras que cifras muy considerables se han pagado a los dueños de tiendas cuyos escaparates fueron destruidos durante las protestas. «Esto muestra como el Estado protege la propiedad por encima de la vida de las personas», concluyen los activistas. La decisión del Tribunal es un primer paso. Pero es importante recordar que esto es absolutamente excepcional y que la mayor parte de las quejas sobre la violencia policial quedan sin investigar y nunca se llegan a perseguir. Varios talleres se llevarán a cabo paralelamente al juicio en varios centros sociales de Ginebra como el «taller interactivo multimedia sobre el G8», «la acción en el puente», «represión y tácticas policiales» y «activismo, traumatismo y apoyo». Martin y Gesine, tras un gran trabajo de regeneración personal, consiguen reponerse y desarrollar una actividad intensa en el grupo de apoyo de Aubonne, en espacios web sobre trauma, sobre apoyo contra el aislamiento de presos y en diferentes grupos ecologistas, feministas y anticapitalistas de carácter anarquista. Su trabajo ha sido de especial relevancia en talleres de formación durante las protestas del pasado junio en la cumbre del G8 en Escocia, y en los actuales talleres preparatorios para la cumbre del G8 en Alemania en 2007. «No esperamos justicia, no de este tribunal ni de ningún otro», «No creemos en vuestras leyes, vuestras sentencias, vuestras cárceles», declara el grupo de apoyo de Aubonne. Lo que pretendemos con este juicio es limitar la carta blanca de las acciones policiales, luchar contra el olvido de estos graves hechos, cuestionar la apariencia democrática que el Estado mantiene frente a las clases medias, utilizar en este caso sus propias armas en su contra y obtener la satisfacción personal de ver al menos a dos policías respondiendo por sus agresiones. Existe la posibilidad, aunque nunca haya sucedido hasta ahora en Suiza, de conseguir algo de dinero a cambio de no poder volver a escalar o correr nunca más.
Algunos de los valores que unen a este grupo y que los ha llevado a lograr esta situación excepcional es un fuerte espíritu solidario, el deseo de libertad y la práctica de diversas formas de resistencia.
Con ello han conseguido reponerse ante un proceso de represión, hacerlo público y proyectar su voluntad política , logros diametralmente opuestos a los pretendidos por las autoridades responsables de los hechos.