Al mismo tiempo que el Congreso estadounidense estaba en una batalla para evitar el llamado «abismo fiscal«, un proyecto de ley sobre «la creciente y hostil presencia y actividad de Irán en el hemisferio oriente» fue aprobado discretamente por ambas cámaras al final del año pasado. El proyecto de ley, que requiere que el Departamento […]
Al mismo tiempo que el Congreso estadounidense estaba en una batalla para evitar el llamado «abismo fiscal«, un proyecto de ley sobre «la creciente y hostil presencia y actividad de Irán en el hemisferio oriente» fue aprobado discretamente por ambas cámaras al final del año pasado. El proyecto de ley, que requiere que el Departamento de Estado desarrolle una estrategia para abordar el tema de la «amenaza» regional que es Irán, fue firmado y hecho ley por el Presidente Obama el 28 de diciembre.
Si usted no conoce la ley «Countering Iran in the Western Hemisphere Act of 2012» (H.R. 3783), eso puede ser porque no es un fiel lector de la revista neoconservadora «Commentary Magazine«, que le instó al presidente a que firme el proyecto de ley; ni del sitio de internet de la organización derechista Heritage Foundation. Ni tampoco recibió usted el comunicado de prensa de la Organización Sionista de América (ZOA por sus siglas en inglés), que aplaudió la aprobación de la ley y notó que ayudaría a «dar vuelta los intentos de los iraníes de establecer bases, subvertir las relaciones económicas entre Estados Unidos y América Latina, y establecer habilidades ocultas que puedan promover el terrorismo en países que quedan cerca a nuestras propias fronteras.» La ZOA es una organización vinculada a la extrema derecha de Israel y cuenta con el apoyo de personalidades como los multimillonarios Sheldon Adelson y Irving Moskowitz, mejor conocidos por sus posiciones extremistas de apoyo hacia los asentamientos de Israel y en contra de Irán, y por sus generosas donaciones a las Campañas de Acción Política (PAC) de los Republicanos durante la campaña presidencial de 2012.
De hecho, a pesar de que el proyecto de ley fue aprobado casi de manera unánime por ambas cámaras, solamente organizaciones de derecha parecen haberlo apoyado abiertamente.
Existe poca duda sobre el intento de Irán de incrementar su presencia económica y diplomática en América Latina en años recientes, como lo han hecho China y Rusia. El gobierno iraní ha abierto nuevas embajadas en la región y Presidente Ahmadinejad ha hecho varios viajes a países de América Latina. Pero H.R. 3783 en sus «hallazgos», alega que Irán está involucrado en actividades mucho más graves en la región.
El projecto de ley afirma que operativas de la Fuerza Qud de los Guardianes de la Revolución iraní, considerados como un grupo terrorista por el gobierno de Estados Unidos, «han incrementado su presencia en América Latina» y alega que existe «apoyo directo iraní a las actividades de Hezbollah en la región de la Triple Frontera de Argentina, Brasil y Paraguay.» También alega que:
Hezbollah y otros representantes de Irán con una presencia en América Latina han recaudado ingresos a través de actividades ilícitas, incluyendo al tráfico de drogas y armas, la falsificación de dinero, el lavado de dinero, la falsificación de documentos para viajar, la piratería de programas informáticos y de música, y la provisión de refugios y ayuda a otros terroristas transitando por la región.
Estas alegaciones suenan serias, pero, ¿de dónde vienen? El gobierno de Estados Unidos no ha producido evidencias de que Irán está llevando a cabo estos tipos de actividades ilícitas en la región. ¿Entonces cuáles son las fuentes de información en las que se basan los autores de la ley?
De nuevo, no hace falta mirar más allá que los centros de investigación de extrema derecha de Washington. Por ejemplo, Roger Noriega y José Cárdenas, del American Enterprise Institute, publicaron un informe en octubre de 2011 llamado, «La amenaza creciente de Hezbollah en América Latina.» Noriega y Cárdenas, ambos exfuncionarios del Departamento de Estado bajo el gobierno de George W. Bush, han tomado posiciones extremas en el pasado. Cuando fue embajador estadounidense a la Organización de Estados Americanos en 2002, Noriega apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez. En 2009, tanto Noriega como Cárdenas cabildearon a favor del golpe de Estado que ocurrió en Honduras en junio de ese año. Noriega, a lo largo de los años, se ha establecido una reputación de ser promotor de conspiraciones estrafalarias.
El informe de Noriega y Cárdenas incluye aserciones que son siniestramente similares a las del proyecto de ley:
La presencia de Hezbollah en América Latina empezó a mediadas de la década de 1980, cuando empezó a mandar operativos a la notoriamente anárquica región conocida como la Triple Frontera, donde se juntan las fronteras de Brasil, Argentina y Paraguay- para usarla como su principal refugio para la recaudación de fondos, el lavado de dinero, para reclutar, entrenar, maquinar, y otras actividades relacionadas al terrorismo. Sus actividades también incluyen el tráfico de drogas y armas, la falsificación de dinero, la falsificación de documentos para viajar, la piratería de programas informáticos y de música. El resultado se sus proselitismos ha llevado a la creación de varias células de Hezbollah, con una estimación de la presencia de 460 operativos en la Triple Frontera a mediadas de la década del 2000.
La fuente principal para estas aserciones es un informe [PDF] publicado en 2003, por Rex A. Hudson, que se basa principalmente en fuentes dudosas de los medios de información que ofrecen comentarios especulativos en vez de hechos concretos. Informes anteriores por Hudson se han enfocado en el alegado auspicio de actividades terroristas en la región por parte de Cuba. En 1988 escribió un informe llamado , «Castro’s America Department: Coordinating Cuba’s Support for Marxist-Leninst Violence in the Americas» (El departamento de América de Castro: coordinando el apoyo de Cuba hacia la violencia Marxista-Leninista en las Américas) que fue publicado por el grupo de cubanos exiliados de extrema derecha llamado «Cuban American National Foundation».
Douglas Farah, del International Assessment and Strategy Center, es otro «experto» de derecha extrema de Washington que ha acusado a Irán de fomentar planes de terror en contra de Estados Unidos, supuestamente en colaboración con gobiernos de izquierda de América Latina. Farah, quien ha alegado que la Hermandad Musulmán estaba infiltrando a la administración de Obama, recientemente le dijo [PDF] al comité de relaciones externas del Senado que Irán y varios gobiernos de izquierda de América Latina:
traen un grande y peligroso nuevo conjunto de amenazas a la región trabajando junto con grupos de crimen organizado transnacional (COT) y con grupos terroristas. Esta amenaza incluye no solamente a actividades tradicionales de COT, como el tráfico de drogas y de personas, pero también potencialmente el tráfico relacionado a armas de destrucción masiva. Estas actividades son llevadas a cabo con la participación de actores estatales regionales y extra-regionales cuyos líderes están profundamente involucrados en actividades criminales. Estos mismos líderes tienen una doctrina públicamente formulada de guerra asimétrica en contra de Estados Unidos y sus aliados que explícitamente promueve como algo legítimo el uso de armas de destrucción masiva en esa lucha.
No queda claro de dónde Farah desembozó toda la evidencia para estos planes aterradores, pero una de las fuentes que él cita es un documental de mala calidad llamado «La amenaza iraní» que fue producida por Univisión, una cadena de televisión en español basada en Miami. Promocionado por el grupo neo-conservador, el Hudson Institute y legisladores cubano-americanos de la ultra derecha, el documental alega que Irán, varios países de América Latina y un grupo de estudiantes mexicanos estaban planeando declararle una guerra cibernética a Estados Unidos, basado principalmente en el testimonio de uno de esos estudiantes.
Durante el último año, Farah, Noriega y otros exfuncionarios de Reagan y Bush como Otto Reich y Norman Bailey, han sido parte de una ofensiva conjunta para lograr que el Congreso y la administración de Obama tomen medidas drásticas en contra de las alegadas actividades hostiles y encubiertas en América Latina. Sus esfuerzos han sido ayudados por grupos derechistas de apoyo, como la ZOA que desplegó a «doscientos de nuestros activistas» para que hagan cabildeo a favor de H.R. 3783 mientras visitaban a las oficinas de sus miembros del Congreso.
No es sorprendente, entonces, que el proyecto de ley fue introducido en la cámara baja en enero de 2012 por un republicano de la ultra derecha, el representante Jeff Duncan, un gran defensor del primer ministro israelí Netanyahu. Más confuso, y preocupante es el hecho de que el proyecto de ley fue aprobado en la Cámara de Representantes con sólo seis votos en contra. Algunos demócratas progresistas se abstuvieron del voto, pero sólo un representante demócrata, Dennis Kucinich, votó en contra. En el Senado, el proyecto de ley aparentemente no enfrentó resistencia y fue aprobado de manera unánime.
A pesar de que las alegaciones dudosas y los términos utilizados en el H.R. 3783 hacen recordar a medidas legislativas de la era de Reagan enfocadas en la «amenaza» cubana y soviética en Centroamérica; no ha habido ninguna resistencia significante a la ley ni a otras manifestaciones de esta reciente campaña neo-conservadora. Autodenominados analistas «liberales» han participado en audiencias del Congreso sobre la «amenaza» regional que representa Irán, pero no han sido capaces de llamar la atención a las alegaciones falsas y sin fundamento de sus colegas derechistas. El miedo de señalar lo obvio parece haber tomado por encima a todos los demócratas en el Congreso.
La administración de Obama también parece haber estallido bajo la presión generada por los centros de investigación de la ultra derecha y sus aliados de grupos de base. En su primer y único discurso sobre la política de Estados Unidos hacia América Latina en diciembre de 2009, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton mencionó Irán varias veces con un tono de amenaza. Entre otras cosas, ella dijo:
Yo creo que si la gente quiere coquetear con Irán, debería considerar las posibles consecuencias que puedan haber, y esperamos que lo piensen dos veces, y los vamos a apoyar si lo hacen.
Durante los últimos cuatro años la administración de Obama ha básicamente reciclado las políticas hacia América Latina que ofreció George W. Bush durante su segundo mandato. Al aprobar H.R. 3783, el Congreso y la administración le están cediendo aún más terreno a la derecha. Al hacer esto, contribuyen a que permanezca una visión de la región de la Guerra Fría que vincula a movimientos políticos y gobiernos independientes de la izquierda de América Latina a supuestos enemigos lejanos, sean la Unión Soviética o Irán. Ya es hora que cabezas más frías en Washington, y en todo el país, tomen acción para prevenir que la política estadounidense en la región se hunda en un pantano tóxico similar al de la década de 1980.
Alex Main es analista de política exterior del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C.