La producción de opio en Afganistán alcanza este año cifras sin precedentes, 6.100 toneladas, un récord absoluto que confirma el fracaso de las potencias extranjeras en la «normalización» del ocupado país. Naciones Unidas, que presentó ayer un informe en Kabul, advirtió de sus graves consecuencias que acarreará a todos los niveles, desde la creciente rebelión […]
La producción de opio en Afganistán alcanza este año cifras sin precedentes, 6.100 toneladas, un récord absoluto que confirma el fracaso de las potencias extranjeras en la «normalización» del ocupado país. Naciones Unidas, que presentó ayer un informe en Kabul, advirtió de sus graves consecuencias que acarreará a todos los niveles, desde la creciente rebelión hasta supervivencia del régimen títere instalado en la capital.
El informe presentado ayer por Naciones Unidas no podía ser más desalentador. El Afganistán ideado por las fuerzas de ocupación extranjeras, con EEUU a la cabeza, se desmorona. No hay «normalización» posible pese a la enorme maquinaria militar puesta sobre el terreno, la feroz represión y los optimistas informes occidentales sobre la marcha de la agresión. El país, que nunca estuvo bajo control, se les va definitivamente de las manos. Así lo indicaron tanto el el jefe antidrogas de la ONU, Antonio María Costa, y Doug Wankel, director de la oficina estadounidense antidroga en Kabul. Wankel aseguró que el país podría «derrumbarse de nuevo por el problemas de las drogas». Antonio María Costa declaró que «el cultivo de opio en Afganistán está fuera de control». «La cosecha de este año rondará las 6.100 toneladas», un 49% más que en 2005, reveló. Afganistán, indicó Costa, cosecha el 92% de la producción mundial de opio, la base para la fabricación de morfina y heroína, y la cosecha de 2006 supera en un 30% el consumo mundial. Costa afirmó que estas cifras son «muy preocupantes. Afganistán es cada vez más dependiente de su propia droga». El jefe antidroga de la ONU indicó que el Gobierno afgano debería de emprender más acciones contra la corrupción y que los gobernadores y jefes de policía de las provincias productoras de opio deberían ser despedidos y encausados. Acusó asimismo a funcionarios corruptos de quedarse con el dinero de los organismos de ayuda internacional. Indicó que el sur del país «evidencia los rastros del colapso inminente, con el cultivo y tráfico a gran escala de la droga, la rebelión y el terrorismo, el crimen y la corrupción». Costa dijo que la mayor parte del incremento se ha dado en la provincia sureña de Helmand, donde los cultivos crecieron un 162% y conforman el 42% del total de la producción afgana. La provincia es el epicentro de los ataques de la resistencia afgana contra las fuerzas de ocupación occidentales. Los extranjeros hacen sus cálculos para erradicar el cultivo de opio, pero la cuestión no es sencilla. Un alto responsable estadounidense indicó, bajo anonimato, que el opio supone el 35% del PIB afgano y, en definitiva, «engrasa» la economía del país con efectos devastadores: más corrupción, más problemas de seguridad cuando ya son particularmente severos en el sur, problemas de gobierno… Costa afirma que la «opinión pública [internacional] está cada vez más frustrada por el hecho de que el cultivo de opio en Afganistán está fuera de control. Los esfuerzos políticos, económicos y militares de los países de la coalición no han tenido un impacto visible sobre el cultivo de la droga». «El opio afgano alimenta las insurrecciones en Asia occidental, nutre a las mafias internacionales y causa la muerte de 100.000 personas por sobredosis cada año», indicó. Según Costa, ante el fracaso de las campañas de erradicación la tierra cultivada aumenta cada año, podrían pasar 20 años hasta la erradicación completa de las plantaciones. Costa no habló del papel que podrían jugar los extranjeros en un negocio tan lucrativo, que el año pasado movió 2.700 millones de dólares. KABUL Un total de 14 soldados británicos murieron ayer tras estrellarse un avión de la OTAN en la provincia sureña de Kandahar, según informó Londres. Un portavoz talibán reivindicó la caída del aparato. «Utilizamos un misil para derribar el aparato», declaró Abdul Jaliq. La reivindicación no ha sido verificada por fuentes independientes. El ministro británico de Defensa, Desmond Browne, aseguró que «todos los indicios» señalan que el avión sufrió «un terrible accidente y no una acción hostil». El «incidente» del avión se produce en un contexto particularmente violento, ya que las fuerzas de la OTAN iniciaron precisamente ayer una ofensiva en el distrito de Panjwayi de Kandahar. Los 14 militares británicos se unen a las al menos 17 personas fallecidas en las últimas 24 horas, entre milicianos talibán y policías afganos, en diversos enfrentamientos a lo largo y ancho del país. También murió un militar de la ISAF y otro resultó muerto en la provincia de Helmand. La nueva operación de la OTAN, bautizada como «Medusa», se desarrolla al oeste de la capital de Kandahar con la participación de cientos de soldados extranjeros y tropas indígenas. La Alianza Atlántica cree que la resistencia está fortificando sus posiciones. Para no dañar a los civiles, los ocupantes siguen tácticas similares a las utilizadas por Israel en Líbano, lanzan octavillas y ponen anuncios en los medios adelantando sus intenciones y exigiendo el abandono del lugar.
Reivindican el derribo de un avión con 14 británicos
GARA