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Personalidades que han desempeñado altos cargos en el seno de la ONU

La reanudación de las negociaciones sobre el Nuclear Iraní en Ginebra: un momento crucial para la paz en el mundo

Fuentes: Rebelión

En febrero de 1972 el presidente Nixon hizo una visita «sorpresa» a China con la que se reconocía el régimen comunista de Mao y abría la puerta a las más o menos pacíficas relaciones que desde entonces han prevalecido entre Estados Unidos y China. A pesar de que Nixon había edificado su carrera política sobre […]

En febrero de 1972 el presidente Nixon hizo una visita «sorpresa» a China con la que se reconocía el régimen comunista de Mao y abría la puerta a las más o menos pacíficas relaciones que desde entonces han prevalecido entre Estados Unidos y China. A pesar de que Nixon había edificado su carrera política sobre las campañas anticomunistas que en parte eran una reacción a la «pérdida de China» en 1949, en aquel momento seguía los pasos al General De Gaulle el cual ocho años antes, en 1964, había establecido relaciones diplomáticas con China porque, tal como afirmaba De Gaulle, uno debe «admitir el mundo tal como es» y «antes que comunista, China es China».

Un año después Nixon y Kissinger firmaron los Acuerdos de París que ponían fin oficialmente a la guerra estadounidense en Vietnam. En 1963 Kennedy y Khrushchev resolvieron la crisis de los misiles en Cuba: por el lado soviético, retirando los misiles de Cuba y prometiendo no atacar a Cuba, y por el estadounidense retirando los misiles de Turquía.

Todos estos acontecimientos cambiaron la historia del mundo y la alejaron de la interminable confrontación y del peligro de una guerra global. Hay que recordar que ni China ni la Unión Soviética ni Vietnam cumplían los parámetros occidentales de democracia; de hecho, los cumplían menos de lo que hoy en día lo hace Irán. De Gaulle, Kennedy, Nixon y Kissinger no eran amigos del comunismo y, por otra parte, ni Kruschev ni Mao ni los vietnamitas tenían interés alguno en el capitalismo e imperialismo occidentales.

La paz no se construye entre amigos, sino entre adversarios. Se basa en el reconocimiento de la realidad. Cuando existe un conflicto entre países o ideologías solo hay dos salidas: la destrucción total de una de las partes, como Roma hizo con Cartago, o la paz y las negociaciones. Como demuestra la historia en el caso de la Unión Soviética, China y Vietnam, la paz fue una condición previa que hizo posible la evolución interna de estos países.

En las últimas décadas Occidente ha olvidado la noción misma de diplomacia en lo que toca a Oriente Medio. En cambio, ha seguido la línea de la «destrucción total del enemigo», ya sea Saddam Hussein en Iraq, Gadafi en Libia, el régimen de Assad en Siria o la República Islámica de Irán. Esta línea se ha basado en la ideología: una mezcla de fundamentalismo de los derechos humanos y de apoyo ciego a «la única democracia de la zona», Israel. Sin embargo, ha llevado a un fracaso total: esta política no ha beneficiado en absoluto a Occidente y solo ha causado un sufrimiento inmenso a las poblaciones que afirmaba estar ayudando.

Existen indicios de que la situación está cambiando. Primero el pueblo británico y sus representantes, y después el estadounidense y los suyos rechazaron una nueva guerra en Siria. Rusia, Estados Unidos y Siria llegaron a un acuerdo sobre las armas químicas de Siria. El presidente Obama está dando pasos hacia unas negociaciones honestas con Irán.

Todos estos avances incipientes deberían proseguir con la máxima energía. La segunda conferencia sobre Siria prevista en Ginebra tendría que incluir a todas las partes, internas y externas, involucradas en el conflicto para poder convertirse en un importante paso hacia la búsqueda de una solución a la tragedia de ese país devastado por la guerra. Las injustas sanciones contra Irán, como en el caso anterior contra Irak, están castigando duramente las poblaciones y deben cesar lo antes posible.

El primer ministro israelí Netanyahu y quienes le apoyan se oponen incondicionalmente a estos pasos hacia la paz. Pero deben comprender que nuestra voluntad de «proteger» a Israel tiene límites si este país no hace esfuerzo alguno por vivir en paz con sus vecinos. Y podríamos empezar a plantearnos preguntas acerca del mayor tema tabú: las armas de destrucción masiva de Israel. ¿Por qué debería este país ser el único de la zona en poseer estas armas? Si su seguridad es sacrosanta, ¿qué ocurre con la seguridad de los palestinos o libaneses? Y, ¿por qué debería Estados Unidos, inmerso en una grave crisis financiera, seguir financiando a un país que ignora soberbiamente todas sus peticiones, como la de dejar de construir colonias en los territorios [palestinos] ocupados?

Occidente tiene que entender que antes que ser baathistas o islamistas (o comunistas en el pasado), las personas que habitan estos países son tan humanas como nosotros y tienen el mismo derecho a la vida, con independencia de la ideología. Occidente tiene que elegir el realismo que une por encima de la ideología que divide. Solo entonces avanzaremos hacia el logro de nuestros verdaderos intereses, que presuponen una relación pacífica entre sistemas sociales diferentes y el respeto mutuo a la soberanía nacional.

En última instancia, nuestros intereses bien entendidos coinciden con los del resto de la humanidad.

Dr Hans Christof Graf von Sponeck, Secretario General adjunto de la ONU, y Coordinador Humanitario de la ONU para Iraq (1998-2000).

Dr. Denis J. Halliday, Secretario General adjunto de la ONU 1994-1998.

Dr. Miguel d´Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de la ONU (2008-2009) y ministro de Exteriores de Nicaragua (1979-1990).

Dr. Saïd Zulficar, funcionario de la UNESCO (1967-1996) Director de la División del Patrimonio Cultural (1992-1996).

Dr. Samir Radwan, Funcionario de la OIT (1979 – 2003). Consejero del Director General de la OIT sobre políticas de desarrollo (2001-2003). Exministro egipcio de Finanzas de enero a julio de 2011.

Dr. Mahdi Elmandjara, Subdirector General para las Ciencias Sociales, la Cultura y la Comunicación en la UNESCO; Director General adjunto para la prospectiva.

Dr. José L. Gómez del Prado, Exfuncionario de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Miembro del Grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre la utilización de mercenarios (2005-2011).

Fuente: Dr. Saïd Zulficar.
Tomado de http://www.silviacattori.net/article4963.html