Declaración Universal de mis Derechos Humanos. Todas las personas, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, tienen derecho a vacaciones. El periodo de descanso en ningún caso ni circunstancia será inferior al de trabajo. Todo […]
Declaración Universal de mis Derechos Humanos. Todas las personas, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, tienen derecho a vacaciones. El periodo de descanso en ningún caso ni circunstancia será inferior al de trabajo. Todo ser humano tiene derecho a que el tiempo libre ocupe la mayor parte de su vida.
Todas las personas tienen derecho a la siesta, a una cabezada de su libre elección, justa, digna y satisfactoria. Todo ser humano tiene derecho a una siesta de «pijama y orinal»…
La vida es sueño. El Comité Nacional Electoral de Hungría acaba de dar luz verde a la celebración de un referéndum para convertir la sanísima costumbre de la siesta en todo un derecho. Los defensores de la siesta sólo necesitan conseguir 200.000 firmas para que en 2008 se realice la consulta. Ocho millones de votantes húngaros deberán responder entonces a esta pregunta: «¿Aprueba que el Parlamento de la República de Hungría desarrolle una ley para regular la siesta?».
Consultar al pueblo -otro de mis derechos humanos- es hoy algo habitual en Hungría. El Comité Nacional Electoral acaba de desestimar la propuesta de un referéndum sobre si la cerveza debe ser gratuita o no en los bares por entender que distorsionaría el mercado. Aunque las consultas populares son muy frecuentes, sólo dos han traído cambios: la integración en la OTAN y en la Unión Europea. La Constitución húngara exige que las materias sometidas a referéndum, para ser aprobadas, obtengan al menos un 50% de los sufragios y que la participación supere a la mitad de los votantes.
El derecho a soñar encabeza mi Declaración Universal de los Derechos Humanos. Soñar es subversivo, peligroso, saludable… la única forma de seguir vivos. Soñar no cuesta… pero exige mucha disciplina. Todas las personas tienen derecho a que cada día sea un nuevo día. Todo ser humano tiene derecho a que cada nuevo día le regale un puñado de horas felices. Despierto. Dormido.