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La simpatía hacia Irán augura nuevo orden mundial

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

A Irán y Venezuela los separan continentes. Pero como dos miembros destacados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo con economías mixtas y orientaciones de política exterior compartidas, y en su calidad de destacadas pesadillas para la hegemonía estadounidense, su creciente interdependencia refleja una alianza estratégica que va mucho más allá de sus relaciones bilaterales y, de hecho, está conectada a sus aspiraciones por un «nuevo orden mundial».

Por lo tanto, en su último (noveno) viaje a Teherán de esta semana, el presidente venezolano Hugo Chávez -fuera de firmar una elevada inversión de casi 800 millones de dólares en el sector del campo de gas de Pars, entre once nuevos acuerdos económicos- dio un apoyo oportuno a su asediado homólogo iraní.

El apoyo de Chávez al presidente Mahmud Ahmadineyad fue expresado no sólo a través de su ayuda a la continua batalla de Irán contra el aislamiento impuesto desde el extranjero, sino también en el tema más amplio de la búsqueda de un orden mundial post-hegemónico basado en relaciones horizontales y la igualdad entre naciones, en lugar de la actual estructura jerárquica osificada que permite que las potencias occidentales actúen como «reyes del mundo», para parafrasear a Chávez en su visita a Damasco que precedió una parada de dos días en Teherán.

En el contexto actual posterior a la Guerra Fría en el cual la política global manifiesta pruebas de un descenso del orden mundial unipolar dominado por Occidente, los contendientes del statu quo como Irán y Venezuela representan «sociedades heroicas», abanderadas de un contra-sistema alternativo global determinado a resistir las seducciones de la hegemonía occidental.

Por lo tanto no es sorprendente que algunos críticos se hayan concentrado en ambos países, vilipendiándolos y estigmatizándolos como «Estados delincuentes» y cosas semejantes. Mientras tanto, Occidente ha mostrado una capacidad implacable en la eliminación de resistencia -especialmente ésta, ya que gran parte del mundo se ha hundido en el cenagal de la sumisión, la apatía y el cinismo puro nacido de la impotencia.

Coincidiendo con la visita de Chávez a Teherán ha habido una gran cantidad de informes anti-iraníes en los medios occidentales, que van desde una oportuna filtración de información secreta según la cual Iraq acusa a Irán de actividades subversivas, a afirmaciones de soborno iraní del jefe de gabinete del presidente afgano Hamid Karzai, Umar Daudzai, pregonadas por el New York Times.

Respecto a las afirmaciones, un editorial en Teherán formuló la pregunta legítima: «¿Cómo es posible que un diplomático de quien se afirma que tiene el objetivo de interferir en los asuntos internos de un país lo haga a plena vista de otros?» El editorial se refiere a la afirmación del Times de que Daudzai recibió una bolsa de plástico repleta de un pago iraní «por influencia», una acusación rechazada contundentemente por Daudzai y el embajador de Irán en Kabul.

Algunos observadores se han preguntado si la historia del New York Times forma parte de un intento de EE.UU. de aumentar su influencia sobre el gobierno de Karzai, que incluye a varios miembros del Partido Islámico asociado con Gulbuddin Hekmatyar -buscado por EE.UU.- así como sobre las actuales actividades del Consejo Supremo de la Paz de Afganistán, dirigido por el ex presidente Burhanuddin Rabbani, que es nominalmente independiente del gobierno y de fuentes extranjeras.

Pero EE.UU., después de tantos gastos en Afganistán en los últimos nueve años, es reacio a ser simplemente un observador pasivo de los actuales esfuerzos del consejo de lograr la paz con los talibanes. A pesar de toda el habla de una reducción de las tropas de EE.UU. a mediados del próximo año, todas las señales muestran que los militares de EE.UU. están ocupados construyendo bases como parte de una estadía indefinida -en una ubicación estratégica que coloca a las fuerzas de la OTAN en estrecha proximidad con Irán y China-, para no mencionar el centro energético del Mar Caspio a la luz de los planes de EE.UU. de realizar el gasoducto TAPI (es decir Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) como alternativa al gasoducto IPI (Irán-Pakistán-India) conocido como «gasoducto de la paz».

La oportuna inversión venezolana

Según informaciones de Teherán y Caracas, la compañía petrolera estatal venezolana PDVSA ha decidido comprar un 10% de la inversión en la fase 12 del campo Sur de Pars, el gigantesco campo petrolífero y de gas que Irán comparte con Qatar.

Mientras ocurre una rápida desinversión de compañías petroleras occidentales de Irán, el antídoto de la inversión bastante sustancial de Venezuela puede inducir a otros países, como ser India, a dejar de lado sus vacilaciones sobre si hacer caso omiso a las sanciones occidentales y participar en el sector energético de Irán; respecto a la fase 12 de Pars Sur, aparte de una compañía angolana, dos compañías indias -postergadas hasta ahora por temor a una reacción occidental- han expresado su interés en participar.

Además, Irán y Venezuela han firmado un acuerdo conjunto de transporte marítimo que, según informaciones desde Caracas, posibilitará que Venezuela «venda más de medio millón de barriles de petróleo a Europa y Asia».

Aunque no compensan la disminución de la inversión occidental, estas operaciones representan importantes contrapartidas, o más bien «medidas de represalia», para parafrasear a funcionarios de Teherán, frente a las sanciones occidentales.

Según Mahmud Bahmani, el gobierno ha invertido más de 75.000 millones de dólares en los proyectos energéticos y «los resultados serán vistos durante los próximos tres o cuatro años». A pesar de semejantes noticias optimistas, hay una nube de inseguridad sobre la capacidad de Irán de mantener sus exportaciones de petróleo al nivel actual (hasta 2,5 millones de barriles por día) a la luz de las sanciones; varios gigantescos campos petrolíferos están a la espera de desarrollo debido a la falta de inversión, y algunos expertos han atribuido el reciente aumento alarmante de accidentes en las instalaciones petroleras de Irán a una falta de modernización adecuada de equipos antiguos.

«No se ha mencionado en ninguna parte [en documentos internacionales] la prohibición del suministro de carburante a aviones de otros países», se quejó recientemente el primer vicepresidente de Irán Mohammad Reza Rahimi, refiriéndose a las noticias de que los europeos se niegan a proveer carburante jet para aviones de pasajeros iraníes, mientras tanto EE.UU. como Europa siguen presentando la fachada de «sanciones inteligentes» que no afectan al pueblo iraní.

Incluso en Europa, no todos mantienen la misma posición sobre la efectividad de las sanciones; por ejemplo, la semana pasada el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en una entrevista con un periódico alemán, expresó su pesimismo de que sanciones puedan ser efectivas, aconsejando métodos «más moderados» de tratar con Irán.

«Las sanciones son las armas de hegemones para debilitar a los que los cuestionan y en nuestro caso esto es racionalizado con el pretexto del tema nuclear», dice un analista político en Teherán. «Por eso las naciones que comparten nuestro sentimiento contra la hegemonía se niegan a cooperar con esos instrumentos para [perpetuar] la hegemonía». Por su parte, esto provoca la pregunta de cuál será el próximo paso en las negociaciones nucleares con Irán.

Nuevas conversaciones nucleares

Hasta ahora, Teherán no ha respondido formalmente a una carta de la jefa de la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, proponiendo una nueva vuelta de negociaciones de los países de «Irán Seis» (Rusia, EE.UU., Gran Bretaña, Francia, China y Alemania) a mediados de noviembre. Teherán quiere aclarar los temas para la negociación antes de comprometerse, y la prensa iraní ya está repleta de referencias a las tres condiciones previas de Ahmadineyad: el tema de las bombas nucleares israelíes, los derechos nucleares de Irán, y el estatus regional de Irán.

A pesar de todo, considerando el deseo continuo de Irán de reducir el peso de las sanciones y de realizar el objetivo de asegurar el combustible nuclear para su reactor de Teherán, es probable que Teherán dé una aprobación retardada a la nueva vuelta de conversaciones nucleares a pesar de sus dudas sobre el resultado. Después de todo, en su conferencia de prensa final en Nueva York, Ahmadineyad declaró que había autorizado a los funcionarios iraníes para que contacten a Ashton respecto a una nueva vuelta de negociaciones. Una reunión preliminar entre Ashton y el negociador nuclear jefe de Irán, Saeed Jalili, podría ser necesaria.

Desde el punto de vista de Teherán, su capacidad de pedir la simpatía de otras naciones, sobre todo Turquía y Brasil, y de involucrarlas como participantes directos en lo que es indudablemente un importante tema polémico en los asuntos internacionales actuales, también está relacionado con su sueño de un mundo post-hegemónico en el cual una multiplicidad de naciones tengan un papel efectivo en lo que Ahmadineyad llama constantemente «gestión global».

Por lo tanto, si tiene éxito o no el guión iraní para las conversaciones nucleares es un tema específico que ha adquirido repentinamente un nuevo nivel de importancia discursiva, en términos de los actuales esfuerzos por «construir lazos para acelerar el nacimiento de un nuevo mundo de equilibrio y paz», parafraseando a Chávez.

Kaveh L Afrasiabi es doctor y autor de «After Khomeini: New Directions in Iran’s Foreign Policy (Westview Press). Su último libro es «Reading In Iran Foreign Policy After September 11» (BookSurge Publishing, 23 octubre 2008) y su último libro Looking for rights at Harvard, se encuentra actualmente en venta.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/LJ26Ak04.html